A sus 24 años, Anaís creía tener la vida resuelta, hasta que todo le fue arrebatado de un golpe. Un trágico accidente la lleva a una segunda oportunidad, pero en el cuerpo de alguien más: una chica de 17 años que tiene todo un pasado oscuro del que escapar. Con recuerdos vívidos de su vida pasada, Anaís busca vengarse de quienes la traicionaron, pero se encuentra atrapada en una nueva familia, nuevos amigos, y un joven inesperado que despierta emociones en ella. Entre risas, desafíos y lecciones, deberá aprender que a veces la redención puede ser más poderosa que la venganza.
¿Podrá encontrar la paz en un cuerpo joven, mientras decide si destruir o reconstruir su futuro?
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Capítulo 22: El Enemigo en las Sombras
El amanecer llegó con un aire de incertidumbre, y Anaís sabía que no podía permitirse ni un solo error. Las acciones de Elena les habían dado una ventaja momentánea, pero la sensación de que algo más grande se estaba gestando no la abandonaba.
Un Nuevo Descubrimiento
Mientras revisaba los documentos recuperados de la fiesta, Nicolás encontró un nombre que les era familiar: Damián Corso, un antiguo asociado del abuelo de Sofía. Según los registros, Damián había desaparecido años atrás, pero su rastro volvía a surgir vinculado a las actividades más recientes de la organización.
“¿Por qué reaparece justo ahora?”, se preguntó Anaís, estudiando los documentos con atención.
“Tal vez él sea la clave para entender lo que realmente está pasando”, sugirió Nicolás. “Si era cercano a tu abuelo, puede que sepa más de lo que pensamos”.
Anaís asintió. “Entonces iremos tras él. Si alguien sabe la verdad, es Damián”.
El Rastro del Fantasma
Rastrear a Damián no fue sencillo. Los contactos de Marco les proporcionaron un nombre en clave, El Lobo Gris, y una ubicación vaga en las afueras de la ciudad. Sin embargo, el peligro era evidente: la zona estaba plagada de aliados leales a la organización, y cualquier movimiento en falso podría costarles caro.
Nicolás insistió en acompañar a Anaís, a pesar de sus intentos de dejarlo fuera del plan. “Sabes que no te dejaré ir sola. Si esto sale mal, necesitarás a alguien que te cubra la espalda”.
“Y si sale bien, necesitaré a alguien que pueda celebrar conmigo”, respondió Anaís con una media sonrisa, aunque su tono estaba cargado de seriedad.
El Encuentro
La búsqueda los llevó a un almacén abandonado, un lugar donde el tiempo parecía haberse detenido. Las paredes estaban cubiertas de graffitis, y el sonido del viento se filtraba por las ventanas rotas.
Adentro, un hombre de cabello grisáceo y ojos penetrantes los esperaba, como si hubiera sabido que llegarían.
“Así que la nieta del viejo León ha venido a buscarme”, dijo Damián, su voz profunda y llena de sarcasmo.
“Y parece que el amigo de mi abuelo no es tan leal como decía ser”, replicó Anaís, manteniendo la calma mientras evaluaba cada detalle del lugar.
Damián soltó una carcajada. “Loyalty is for fools, querida. Pero entiendo que tengas preguntas. Tal vez pueda ayudarte... por un precio”.
“¿Y cuál es ese precio?”, preguntó Nicolás, adelantándose un paso.
“Eliminar a alguien que se interpone en mi camino. Sergei Romanov”, dijo, su rostro endureciéndose al mencionar el nombre.
Anaís sintió una punzada en el pecho al escuchar el nombre del hombre que había destruido su vida. El nombre que era la raíz de todo lo que estaba haciendo.
“¿Por qué debería confiar en ti?”, lo desafió Anaís, cruzando los brazos.
“Porque, aunque no lo parezca, tenemos el mismo enemigo”, respondió Damián, sus ojos clavados en ella. “Y créeme, sé cosas de Sergei que podrían hacer que hasta su sombra se replantee su lealtad”.
Un Dilema Peligroso
De vuelta en el refugio, Anaís y Nicolás discutieron el trato. La propuesta de Damián era tentadora, pero arriesgada. Si lo ayudaban, podrían obtener información vital sobre Sergei, pero también estarían adentrándose más en un juego mortal donde la traición era la única constante.
“¿Qué piensas hacer?”, preguntó Nicolás, sentado frente a Anaís con el ceño fruncido.
“Lo que siempre he hecho: apostar por mi intuición”, respondió, su tono firme. “Damián puede ser útil, pero no confío en él. Vamos a jugar su juego, pero bajo nuestras reglas”.
Nicolás asintió, aunque sus ojos reflejaban preocupación. “Entonces será mejor que estemos preparados. Esto podría ser la jugada más peligrosa hasta ahora”.
Una Noche de Decisiones
Esa noche, mientras Nicolás dormía en una habitación contigua, Anaís permaneció despierta, contemplando la luna a través de la ventana. Su mente estaba llena de recuerdos, preguntas y miedos. Sabía que cada paso que daba la acercaba más a Sergei, pero también sentía que la distancia entre ella y la redención se hacía más grande.
Finalmente, tomó una decisión. Se levantó, caminó hasta la habitación de Nicolás, y tocó suavemente la puerta.
Cuando él abrió, la miró con una mezcla de sorpresa y ternura. “¿Qué pasa? ¿No puedes dormir?”
“No quiero estar sola esta noche”, confesó Anaís, su voz apenas un susurro.
Nicolás sonrió y la dejó entrar. “Nunca lo estarás, Anaís. Estoy aquí contigo”.
Aunque no dijeron más, la cercanía entre ellos hablaba por sí sola. En un mundo lleno de mentiras y traiciones, Nicolás era la única verdad en la que Anaís podía confiar.