Cruel Verdad

Mathew pasó los siguientes días en un estado de agitación constante. La conversación con Alec había dejado más preguntas que respuestas, y una inquietud latente comenzó a instalarse en su mente. Intentó concentrarse en el trabajo y en sus actividades diarias, pero cada vez que revisaba su teléfono y no encontraba mensajes nuevos de Alec, la ansiedad lo asaltaba de nuevo.

Había algo que no encajaba, una sombra persistente que Alec parecía evitar. Y aunque parte de él quería darle el beneficio de la duda, otra parte, más profunda y herida, se resistía a confiar nuevamente. Las palabras de Alec resonaban en su cabeza: “He cambiado, Mathew. Estoy trabajando en ser una mejor persona.” Pero ¿hasta qué punto podía confiar en una promesa tan vaga y vulnerable?

Una tarde, incapaz de soportar más la incertidumbre, Mathew decidió hablar con Lisa, la amiga en común que le había mencionado el pasado de Alec. Lisa trabajaba en una librería de la ciudad, y tras enviarle un mensaje, ella aceptó encontrarse con él al final de su turno.

Cuando llegó, la encontró en la pequeña cafetería al fondo de la librería, esperándolo con una expresión que denotaba preocupación. Mathew se sentó frente a ella, y sin necesidad de preámbulos, comenzó la conversación.

“Lisa, necesito que me hables de Alec. Sé que me dijiste algo sobre su pasado, pero necesito saber más. No puedo seguir en esta relación sin comprender lo que realmente está pasando.”

Lisa suspiró, tomando un sorbo de su café antes de responder. “Mathew, no quiero que pienses que estoy tratando de intervenir en tu relación. Pero te aprecio, y creo que tienes derecho a saber ciertas cosas.”

Mathew asintió, instándola a continuar. Su corazón latía con fuerza, anticipando lo que estaba a punto de escuchar.

“Alec… ha tenido una vida complicada. Solía salir con alguien que era bastante inestable, y su relación fue… caótica. Hubo mentiras, traiciones, y mucha desconfianza. Alec también cometió errores, y aunque en su momento trató de justificarlos, al final se dio cuenta de cuánto daño había causado.”

Lisa lo miró con una mezcla de tristeza y comprensión. “Alec intentó cambiar, y por eso se distanció de todo aquello. Pero el pasado tiene una forma de perseguirnos, y no siempre es fácil dejar atrás las sombras.”

Mathew se recostó en la silla, asimilando la información. Las piezas comenzaban a encajar, pero aún sentía que algo estaba fuera de lugar. “¿Crees que puede volver a hacer lo mismo? ¿Crees que aún sigue siendo esa persona?”

Lisa dudó por un momento antes de responder. “No puedo decirte qué hacer, Mathew. Pero puedo decirte que las personas cambian, aunque a veces no tanto como desearían. Solo tú puedes decidir si estás dispuesto a confiar en él o no.”

La conversación dejó a Mathew con una sensación de inquietud aún mayor. Esa noche, mientras caminaba de regreso a su departamento, su teléfono vibró. Era un mensaje de Alec.

“Mathew, quiero verte. Necesito hablar contigo en persona.”

Dudó durante unos segundos, pero finalmente accedió. Quedarían en su departamento esa misma noche. Cuando Alec llegó, Mathew lo observó detenidamente; había algo en su expresión, en su postura, que parecía más sombrío de lo habitual.

“Gracias por aceptar verme, Mathew.” Alec se sentó en el sofá, frotándose las manos en un gesto nervioso. “He estado pensando en todo lo que ha pasado, y sé que he cometido errores. Hay cosas de mi pasado que no te he contado completamente, pero quiero ser honesto contigo.”

Mathew respiró hondo, sintiendo cómo su pecho se comprimía. “Entonces, hazlo, Alec. Dime lo que sea que estás ocultando.”

Alec levantó la mirada, y Mathew pudo ver la lucha interna en sus ojos. “Lisa te habló de mi ex, ¿verdad?”

Mathew asintió en silencio.

“Esa relación… fue desastrosa. Cometí errores, mentí, me dejé llevar por cosas que no debería. Pensé que podía manejarlo, que podía cambiar, pero al final, solo lastimé a esa persona. Y ahora, cada vez que veo cómo te afecta mi pasado, siento que todo está volviendo, como si las sombras de esa época se resistieran a desaparecer.”

Mathew escuchaba en silencio, sus manos entrelazadas, intentando procesar cada palabra. Sentía compasión, pero también una punzada de inseguridad. “¿Eso es todo, Alec? ¿O hay algo más que deba saber?”

Alec cerró los ojos, respirando hondo. “No hay nada más que deba preocuparte. Solo quiero que sepas que, aunque mi pasado me persiga, quiero construir algo real contigo. Estoy aquí, dispuesto a demostrarte que soy alguien diferente.”

Mathew asintió lentamente, su mente aún dividida entre el deseo de confiar y el miedo a salir lastimado. “Necesito tiempo, Alec. No sé si puedo simplemente olvidar todo esto.”

Alec tomó su mano suavemente, mirándolo con una intensidad que hizo que Mathew temblara. “Te daré el tiempo que necesites. Solo quiero que sepas que no voy a rendirme contigo.”

Esa noche, mientras Alec se iba, Mathew se quedó solo en la oscuridad de su sala, rodeado por las sombras de las dudas. Sabía que la decisión de confiar estaba en sus manos, pero las cicatrices de las revelaciones de Alec parecían resistirse a sanar.

Y aunque quería creer en el cambio, una pequeña voz en su interior le advertía que a veces, las sombras del pasado nunca se disipan por completo.