Mi nombre es Fernanda, vivo en una época donde las mujeres vivimos esclavas de las normas morales, de los valores, ética y las disque buenas costumbres de la sociedad.
Hoy estoy en el fango, cometí el peor error de mi vida, creer en las promesas de amor de un falso hombre y aquí estoy embarazada, siendo la peor mujer para la sociedad, la gente me mira mal, me hace un lado y todos me dieron la espalda por qué soy una mujer indecente.
Pero la vida me tenía que abrir los ojos a golpes, entender que no todos son buenos y no todos son malos, como la mujer que se convirtió en mi suegra, ahora no se ¿debo odiarla o quererla?
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CAPÍTULO 18
Me molestaba tanto ver cómo me miraban, se creían superiores a mí, pero ya no pienso permitir estas habladas, tengo que poner un alto; me pare viéndolos a todos y estaba por decirles todo lo que estaba pensando cuando, Jorge sujeto mi brazo, en ese momento dijo. – Hablar sin saber la verdad se le llama difamación y es un problema en nuestra sociedad, algo que no está bien visto, ustedes se miran como unos ignorantes que solo hablan por que tienen boca.
Fernanda está esperando un hijo mío, nadie tiene por qué decir lo contrario, no les permito hablar o difamar a mi futura esposa, si vuelvo a escuchar que ustedes hablan solo por hacer sentir mal Fernanda lo voy a tomar como que me atacaran a mí.
Hablare con sus padres para que me respondan por sus actos y exigiré una disculpa pública o se atendrán a las consecuencias; hoy les dejo claro que el hijo de Fernanda es mío, nadie tiene derecho a decir lo contrario, no pueden opinar de lo que no saben solo hablan por especulaciones que no tienen lógica.
Ustedes deberían de dejar de ver la vida de los demás y preocuparse por las suyas, que son un desorden, cada uno de ustedes tienen algo para esconder, algo de lo que no quieren que nadie se entere, pero si siguen metiéndose en nuestras vidas no voy a responder por mis actos.
Pasen un lindo día.
Jorge después de decir eso me tomo del brazo y me hizo a caminar a su lado, al estar a unos metros lejos de ellos, me dijo. – No pienses en ellos, ni prestes atención a lo que dicen, lo único que debe importarnos es que nosotros estamos juntos y que pronto nos vamos a casar, nuestro bebé va a creer en el amor que le podamos dar.
Le di las gracias por defenderme de esa manera y seguimos caminando, me pregunto ¿qué quería desayunar? yo le contesté que menudo; fue todo lo que me dijo solo me llevo a una de las casas de madera que estaban ahí, la que era de la señora Rosalba.
La señora Rosalba vivía enfrente de la casa de mis padres, todas las mañanas vendía menudo, ella tenía abierto desde las 4 am, que era la hora en que llegaba el primer tren y duraba dos horas parado, los pasajeros bajaban a comer, para esas horas el menudo era una de las mejores comidas.
La casa de madera era bastante grande, tenía una hornilla, donde torteaban las tortillas y tambien tenían el menudo bien caliente; tenia 7 mesas de madera en el lugar donde la gente se sentaba a comer, todas de cuatro sillas, solo una era larga como para 12 personas.
El lugar estaba casi lleno, solo quedaba una mesa basia y lo que menos me espere que en la mesa de alado estaba Marcos con sus padres desayunando; me puse algo nerviosa realmente no quería encontrarme con él, trate de desviar la mirada de no verlo, esperaba que no se diera cuenta de mi llegada, pero apenas dimos unos pasos a la mesa la señora Rosalba al vernos grito. – Niña Fernanda, muchas felicidades por tu boda, ve para darte un abrazo, mi joven Jorge tu tambien acercarte, no saben lo feliz que me puso al enterarme de que ustedes dos estaban juntos.
Su voz se escuchó en todo el lugar y todos los presentes voltearon a vernos, hasta Marcos, que me miro de una manera extraña, hasta lo miré sonreír con cinismo; me forcé a ignorarlo y le sonreí a la señora Rosalba que nos dio un fuerte abrazo, parecía sincera al felicitarnos.
Ella era una señora que, si le gustaba el chisme, pero no era mala, era alguien amable, que siempre ayudaba al que lo necesitaba, hasta le daba un plato de comida a los trampas (trampas: se les dice a las personas que no tienen hogar, que viajaban en los trenes de carga, que siempre estaban sucios, no tienen dinero) que se acercaban a pedirle comida.
No fue la única que nos felicitó, ahí había algunas familias del pueblo, que tambien se acercaron a felicitarnos y el doctor, el padre de Marcos que al parecer le hablaba bien a Jorge, tambien se levantó para felicitarnos, nos dio un fuerte abrazo y me dijo. – Fernanda, te felicito de todos los jóvenes de este pueblo te has llevado al mejor, es alguien responsable y trabajador, cuídalo bien no me lo hagas sufrir.
Que bien se expresaba de Jorge, parecía que realmente lo conocía, pero al final de todo eso nos invitó a su mesa a comer, no hubo forma de negarse; juntaron las dos mesas y nos sentamos a comer con ellos, lo peor fue que me toco sentarme al lado de Marcos.
La madre de Marcos nos felicitó y Jorge aprovecho para invitarlos a la boda, les dio la hora de la misa, tambien les dijo que la fiesta seria en su casa para que nos acompañaran a este momento tan especial.
Yo me sentía incomoda, trataba de no ver a Marcos, me concentraba en Jorge y en los padres de Marco; trataba de estar indiferente ante él, no quería que nadie se diera cuenta sobre la relación que tuvimos, mucho menos Jorge, que ya me había dicho que no le interesaba saber quién era el hombre que me arruino la vida.
La señora Rosalba me sirvió un gran plato de menudo, sabía que me encantaba y me puso una patita de res que me gustaba, ella me dijo que era un plato especial para mi con todo lo que me gustaba, como regalo por lo feliz que estaba por mi boda.
Le di las gracias y en ese momento escuché que Marcos dijo. – señora Rosalba, no sea tan mala con la futura novia, si le da tanta comida hará que su vestido de novia no le quede, ya suficiente peso va a tener con lo del embarazo, no hay que hacerla que su día perfecto se arruine por el sobre peso.
Sus palabras eran groseras, sabía muy bien que se estaba burlando de mí, pero realmente no me atreví ni a verlo, aunque deseaba darle una bofetada, callarle la boda, gritarle que Jorge era mucho mejor hombre que él, que me respetaba, que era un caballero y que él solo era una basura que no merecía ni dirigirme la palabra; agaché mi cabeza, sentía le rostro caliente del coraje que sentid y a la vez de vergüenza por sus palabras.
Negocio de la costura y el bordado hacer vestidos para damas con bordados únicos eso a la larga da dinero quien sabe hasta modista llegas ser . Todo es posible