habla de la vida y los desafíos de un chico gay el cuál se desarrolla en medio de un país latinoamericano
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La dura lección de Martina
Matías siempre había encontrado en sus estudios una forma de escapar de la realidad y sumergirse en mundos de conocimiento y descubrimiento. Sin embargo, la clase de sociales con la maestra Martina era una prueba constante de paciencia y resistencia.
Martina era una mujer de mediana edad con una expresión perpetuamente descontenta. Sus cejas siempre estaban fruncidas y sus labios apretados en una línea fina, como si el mundo entero la hubiera decepcionado. Nada parecía complacerla; cada esfuerzo de los estudiantes era recibido con críticas y desaprobación.
Desde el primer día de clase, quedó claro que Martina no era una maestra fácil de complacer. Sus expectativas eran altísimas, y cualquier trabajo que no alcanzara su estándar era inmediatamente desechado con comentarios mordaces. Matías, que siempre se había esforzado por destacar académicamente, se encontraba luchando por mantener su confianza bajo la mirada severa de Martina.
Un día, la maestra anunció un proyecto de ensayo que debía ser entregado en partes. "Quiero ver su progreso paso a paso", dijo con voz autoritaria. "No quiero sorpresas de última hora. Así podré corregir sus errores y guiarlos adecuadamente."
Matías, decidido a demostrar su valía, trabajó arduamente en su ensayo. Investigó a fondo, estructuró sus ideas cuidadosamente y escribió con dedicación cada sección del trabajo. A medida que completaba cada parte, se la presentaba a Martina para su revisión.
Para su sorpresa, la maestra parecía estar complacida con su progreso. "Esto está bien", dijo al revisar la primera parte. "Buen trabajo en la estructura y los argumentos." Matías se sintió alentado y continuó con la segunda parte, que también fue bien recibida. "Mantén este nivel", le aconsejó Martina. "Vas por buen camino."
Con cada aprobación, Matías se sentía más confiado. Había logrado impresionar a una de las maestras más exigentes de la escuela, y eso era un logro significativo. Finalmente, llegó el momento de unir todas las partes y presentar el ensayo completo.
Matías pasó horas revisando y puliendo cada detalle. Estaba orgulloso de su trabajo y ansioso por recibir la aprobación final de Martina. Sin embargo, cuando le entregó el ensayo completo, la reacción de la maestra fue muy diferente a la esperada.
Martina frunció el ceño mientras leía. Sus ojos se movían rápidamente por las páginas, y Matías sintió cómo su confianza se desmoronaba con cada segundo que pasaba. Finalmente, Martina dejó el ensayo sobre su escritorio y lo miró con desaprobación.
"Esto no es lo que esperaba", dijo fríamente. "El ensayo completo no tiene coherencia. Las partes no están bien integradas y el argumento central se pierde. Esto es inaceptable, Matías."
Matías se quedó estupefacto. "Pero usted dijo que las partes estaban bien", protestó, intentando contener su frustración. "Trabajé en cada sección como usted pidió."
Martina negó con la cabeza, su expresión aún más severa. "Una cosa es tener partes individuales bien hechas y otra muy distinta es tener un trabajo completo cohesivo. No puedes esperar que todo encaje mágicamente al final. Debes prestar atención a la integración de las ideas."
La injusticia de la situación fue demasiado para Matías. Sintió cómo una ola de ira y desesperación lo invadía. Había trabajado tan duro, siguiendo cada instrucción al pie de la letra, solo para ser desechado sin consideración. En un impulso de furia, tomó el ensayo de las manos de Martina y lo rompió en pedazos frente a ella.
"¡Esto es ridículo!", gritó, dejando que los fragmentos del papel cayeran al suelo. "¡Hice todo lo que me pidió y aún así no es suficiente! ¡Nunca está satisfecha con nada!"
La clase entera quedó en silencio, sorprendida por la explosión de Matías. Martina, con el rostro enrojecido por la ira y la sorpresa, lo miró fijamente. "Matías, sal de mi clase inmediatamente", ordenó con voz temblorosa. "Irás a la oficina del director."
Matías, respirando con dificultad, salió del aula sin mirar atrás. La adrenalina corría por sus venas mientras caminaba hacia la oficina del director, sintiendo una mezcla de liberación y miedo. Sabía que habría consecuencias por su arrebato, pero en ese momento no le importaba. Había defendido su trabajo y su esfuerzo, y eso era lo único que importaba.
En la oficina del director, Matías se encontró con el director Gómez, un hombre de mediana edad con una expresión amable pero firme. Después de escuchar la versión de Matías, el director suspiró y lo miró con comprensión.
"Matías, entiendo tu frustración", dijo Gómez con tono calmado. "Pero debemos encontrar una manera de manejar estas situaciones sin recurrir a la confrontación. La maestra Martina es exigente, sí, pero también quiere lo mejor para sus estudiantes."
Matías apretó los labios, todavía sintiendo la rabia latente. "No es justo", murmuró. "Trabajé tanto y ella simplemente lo rechazó. No podía soportarlo."
El director asintió lentamente. "A veces, la vida no es justa, Matías. Pero necesitamos aprender a lidiar con la crítica de manera constructiva. Te sugiero que tomes un tiempo para reflexionar sobre esto. Hablaré con la maestra Martina y veremos cómo podemos resolver este problema juntos."
Los días siguientes fueron difíciles para Matías. Sentía una mezcla de vergüenza y resentimiento cada vez que pensaba en el incidente. Sin embargo, también se dio cuenta de que el director tenía razón. La confrontación no había resuelto nada; solo había agravado la situación.
Finalmente, después de una semana, Matías fue llamado nuevamente a la oficina del director, esta vez junto con la maestra Martina. El ambiente era tenso, pero el director Gómez hizo todo lo posible por mantener una atmósfera de diálogo y entendimiento.
"Matías, Martina, los he llamado aquí para que podamos hablar y resolver este conflicto", comenzó el director. "Matías, ¿quieres compartir tus sentimientos con la maestra Martina?"
Matías tomó una respiración profunda y asintió. "Lo siento por lo que hice", dijo, mirando a Martina a los ojos. "Estaba muy frustrado porque sentí que todo mi esfuerzo no valía nada. Solo quería que mi trabajo fuera reconocido."
Martina asintió lentamente, su expresión menos severa que de costumbre. "Entiendo tu frustración, Matías", admitió. "Quizás fui demasiado dura al juzgar tu ensayo completo. A veces me olvido de que ustedes están aprendiendo y que mi papel es guiarlos, no solo criticarlos."
El director Gómez sonrió con satisfacción. "Creo que esto es un buen comienzo. Matías, ¿estarías dispuesto a rehacer el ensayo, tomando en cuenta las sugerencias de la maestra Martina?"
Matías asintió, sintiéndose un poco más aliviado. "Sí, lo haré."
Martina asintió también. "Y yo me comprometo a ser más clara en mis expectativas y a proporcionar una guía más constructiva."
Con ese acuerdo, Matías y Martina comenzaron a trabajar juntos en el ensayo. Aunque el proceso fue desafiante, Matías sintió que estaba aprendiendo más y mejorando sus habilidades. La maestra Martina, por su parte, mostró una paciencia y una disposición a ayudar que Matías no había visto antes.
Al final, el ensayo resultante fue un éxito. Martina lo elogió por su esfuerzo y dedicación, y Matías sintió una satisfacción genuina por haber superado el desafío. Había aprendido una lección importante sobre la perseverancia y la comunicación, y aunque el camino había sido difícil, el resultado valía la pena.
estoy en secundaria y me va un poco mejor pero sigo con las inseguridades autoestima baja y ataques de ansiedad,la vergüenza y el pánico social,en fin,te comprendo