1ra parte de "Solo soy un detective"
Alexis Mefhisto, nombrado como el mayor criminal del planeta se encuentra en los últimos instantes de su existencia. Rodeado de la fuerza del país y parado en la alcoba de un gran edificio, su final está más que claro. Sin algún lugar a donde escapar, decide acabar su historia de la mejor manera y, a la vista de todo mundo, salta del gran edificio abrazando el vacío. Pero, para su suerte, algo raro pasa: ¡No muere, sino que es transportado a otro mundo!
En un lugar dónde él nunca existió ¿Qué podría hacer el que alguna vez fue el maestro del crimen?
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Arco 1, Cap 21 - Protocolos y copas.
Después de unos minutos de lo ocurrido, la ambulancia llega y se llevan al empleado al hospital. Alex y Chrono están fuera del edificio mirando cómo se lo llevan.
—Agente Mefhisto, ¿Qué fue lo que pasó mientras perseguías al sospechoso? —pregunta Chrono mientras saca un pañuelo del bolsillo de su traje para limpiar su monóculo.
—Veamos... pues estuve corriendo tras él por cada maldito piso restante de este maldito edificio, a pesar de todas las balas que tenía en su cabeza, ese bastardo no paraba de correr. En un punto se paró a enfrentarme, no me hizo nada pero el bastardo me quitó los cargadores que me quedaban y los lanzó a la mierda. Cuando llegamos hasta el tejado me contó que su cuerpo se recupera de cualquier daño cuando lo matan... ah, y trató de meterme en su pandilla.
—¿Meterte? ¿Y por qué no aceptaste?
—Ja, muy gracioso, obviamente no lo haría, la oferta estuvo un poco floja...
—Señor Mefhisto, no hay necesidad de fingir, yo también estoy al tanto de su vida pasada —contesta Chrono con seriedad.
El ex-criminal queda perplejo ante la declaración del agente, lo mira fijamente por unos instantes, pero luego suspira de irritación.
—¿Es que acaso todos saben quién fui? Y pensar que lo tenía bien guardado...
—Solo el Comandante, la Agente Janneth, un tercero y yo estamos enterados de su pasado, al fin y al cabo, soy el segundo al mando del Departamento de Agentes Especiales, es obvio que debo estar al tanto de con quién trabajo.
—Claramente, no podrías trabajar con alguien de quién no sabes nada, es sentido común —dice Alex llevando sus manos a las bolsas de su chaleco.
La ambulancia arranca y se llevan al hombre al hospital. La agente Janneth sale del edificio, después de haber interrogado a una de las empleadas.
—Al parecer nadie sabe de la conexión que tiene Ricky con aquel hombre —dice Janneth con un ligero tono de decepción.
—Será alguien que conoció en los bares de poca monta, te puedes encontrar personas de todo tipo en esos lugares —dice Alex.
—Pensarlo aquí no nos dará las respuestas, volvamos a la agencia, el examen forense ya debería de estar listo —dice Chrono caminando hacia la patrulla que habían tomado para llegar al hotel.
—Tienes razón, además, ya casi es hora de terminar con la jornada, regresemos por hoy y esperemos a que el señor Ricky pueda contarnos algo al respecto —dice Janneth siguiendo los pasos del Agente.
Alex se queda perdido en sus pensamientos por un momento, pero vuelve en sí rápidamente y sigues los pasos de sus compañeros.
—Espero y Fimbulvetr haya terminado rápido con su trabajo —dice Janneth.
—Si no lo hizo lo encerraré en una celda y no lo sacaré dentro de los próximos 10 años —contesta Chrono con una voz grave.
—Siento que no estás en posición de hablar de rapidez, jovencita, tardaste años en interrogar a una sola persona —dice Alex con tono bromista.
—¿Crees que lo habrías hecho más rápido que yo? No digas estupideces, maldito payaso —contesta Janneth con una mirada de molestia.
—Que sepas que si lo hubiera hecho yo ya estaríamos en la agencia, señorita pecho plano.
—¡No tengo el pecho plano! Tengo lo mío...
—Eso diría una plana.
—Serás maldito...
—Dejen de discutir y suban al carro, vamonos de aquí.
Los Agentes suben al coche y dan marcha a la agencia, dónde esperaría la información que les faltaba para unir los últimos hilos sobre el caso.
Al cabo de unos minutos, los tres Agentes llegan a la agencia y entran al Departamento de Especiales, donde se encuentra Fimbulvetr muerto del cansancio recargado en su escritorio, con una expresión moribunda en su rostro. Del mismo modo estaba Donnaiolo, que por hacer de buen amigo ayudó al albino en su trabajo, desgastándose junto con él.
—Por sus caras puedo deducir que terminaron con su trabajo, justo a tiempo, tal parece que hoy podrán dormir en una cama —dice Alex.
—Fue un infierno, no quiero ver un papel por el resto de mi vida —contesta Fimbulvetr con un rostro moribundo.
—Yo igual, no quiero más papeleo, fue suficiente por hoy —repite Donnaiolo, que estaba en la misma condición.
—Esto es lo que pasa si almacenas tu trabajo, para la próxima háganlo apenas lo obtengan, par de holgazanes.
—Chrono, eres un ser cruel, ¿Cómo puedes torturar a esta pura alma? —exclama el peliblanco con mucha exageración.
—¿Quieres que aumente la cantidad para mañana?
—E-es decir, q-que modesto eres con este pobre diablo, alabado seas, señor.
—A todo esto, ¿Pudieron interrogar al empleado? —pregunta Donnaiolo, intentando olvidar el sufrimiento que pasó.
—Nop, un bastardo a prueba de balas llegó poco antes que nosotros y apuñaló a nuestro sospechoso —contesta Alex mientras toma asiento en una de las sillas cercanas.
—¿A prueba de balas? ¿A qué te refieres? —pregunta Donnaiolo confundido.
—Resulta que el bastardo del vídeo no puede morir, cada que le clavaba una bala en su cerebro la expulsaba y volvía a levantarse —contesta Alex mientras se columpia en la silla.
—Entonces, si no puede morir ¿No tenemos más opción que encerrarlo? —pregunta Donnaiolo.
—Es la única opción que queda, por desgracia —contesta Janneth.
—Ahora que lo pienso, ¿En qué se basan para saber qué delincuentes pueden acabar con ellos o encerrarlos? —pregunta Alex.
El ex-criminal recarga sus brazos sobre el respaldo de la silla, esperando ansiosamente a que resuelvan sus dudas.
—Se categorizan por letras, como si fueran calificaciones, partiendo desde la C que serían los menos peligrosos, como aquellos chicos que atrapamos antes de que te unieras a la agencia —explica el albino.
—Después estarían los de rango B, aquí estarían casos como el relacionado con la señorita Karin y su hermana menor, dónde se atentó directamente con la vida de una persona —agrega Janneth.
—Seguirían los de rango A, en esta categoría estarían aquellos que han atentado contra muchas vidas humanas, después de esta categoría está permitido usar la munición letal solo si es necesario, pero si existe la posibilidad de atraparlo, se tiene que hacer el intento, se podría decir que el sospechoso de este caso entra en esta categoría —implementa Donnaiolo.
—Por último, están los rango S, estos individuos no se les da la opción de encarcelamiento, por lo que es de disparar apenas se encuentren en el campo de visión, estos criminales se vuelven problema nacional, y será buscado en todas las regiones de la nación —dice Chrono.
—Ya veo, ¿Entonces no hay nada arriba del rango S? —pregunta Alex aún con curiosidad.
Justo después de preguntar, Chrono y Janneth lo miran de una manera extraña que notaba que le querían decir solo con eso: "¿Rango Z?".
«¿Qué? Solo lo pregunto por curiosidad...» piensa Alex demostrandolo también con sus expresiones.
—No existe algo así, pero... Si lo hubiera, solo podría haber un individuo...
En ese momento, el semblante de la mayoría de los presentes se tornó pesado y sumamente serio, como si ninguno quisiera mencionar sobre ello. Chrono mira a los demás, como si estuviera pidiendo permiso para hablar; los demás asienten con la cabeza y Chrono procede a explicar.
—Hubo un individuo que apareció y desapareció poco antes de que se formara el Departamento de Agentes Especiales, se podría decir que fue la razón de su creación.
—¿No supieron quién era?
—Por desgracia no, solo supimos su alias.
El agente se da media vuelta y mira el reloj en la pared.
—"El patriarca", lo llamaron muchos criminales, apareció un día hace 10 años y puso a toda la nación de cabeza. Casi nadie logró ver su rostro, y los que lo lograron, no vivieron para contarlo —dice Chrono mientras revive oscuros recuerdos.
—Lo único que toda la nación recuerda con claridad... es su risa, aquella carcajada psicótica, llena de maldad y éxtasis puros, solo eso fue suficiente como para hacer temblar de miedo a todos...
Inevitablemente, los presentes que vivieron esa época recordaron aquella risa, haciendo que el ambiente se volviera frío, y pesadamente agobiante. Al notar esto, Alex decide dar por cerrado el tema.
—Bueno, por lo menos esa cosa no pasará de nuevo, no hay por qué ponerse así, saben —dice con un tono de desinterés.
Al ver que tranquilizar el ambiente no es uno de los fuertes de Alex, el peliblanco lo ayuda con sus intenciones.
—Ale tiene razón, no hay por qué pensar en eso, mejor volvamos al caso, ¿Qué podemos hacer contra nuestro sospechoso?
—Yo tengo una opción bastante viable, y es... Cortarle los brazos y piernas —contesta Alex de manera tajante, pensando que es una brillante idea.
—Oye, ¿No habías dicho que el tipo se regenera cada vez que lo matas? —pregunta Donnaiolo mirando a Alex con una expresión entre confusión e incomodidad ante semejante plan.
—Y eso es lo que no haremos, matarlo; verán, cuando estaba persiguiendo al parásito, en uno de los pisos decidió hacerme frente, pero me defendí y logré hacerle un corte por todo el brazo, y este no se curó hasta que le plasmé otra bala en la cara —explica Alex jugueteando con la silla en la que estaba sentado.
—Eso quiere decir que podemos amputarlo sin que muera, y así no podrá regenerarse —aclara el pelirrojo.
—Exacto, aunque en el fragor de la batalla, seguramente no dudará en suicidarse para recuperar sus extremidades... Quién diría que morir sería tan conveniente —dice Alex con ironía.
—Tu idea no suena mal, pero para hacerlo tendremos que primero encontrar su paradero, pero eso será mañana, hoy la jornada ha llegado a su fin —dice Fimbulvetr con entusiasmo.
—Tú solo quieres salir de aquí ¿verdad? Por cierto, ¿Dónde está la peliverde y el vendado? —pregunta Alex, mientras se levanta de la silla.
—Estaban hablando de algunas cosas con el jefe, seguramente saldrán en unos momentos ya que acabó la jornada —contesta Donnaiolo.
Dicho y hecho, Gensei y Aileen llegan a la oficina por la puerta del pasillo al despacho del comandante.
—Buenas noches a todos, gracias por su esfuerzo, nos vemos mañana por la mañana —dice Aileen alegremente.
—¿Así nada más, solo salen y todo termina? —se pregunta Alex con asombro.
—Sí, solo eso —contesta Gensei serenamente.
—Es totalmente distinto a lo que esperaba, no sé, un carnet donde se registra tu presencia, algo...
—No somos una empresa, Señor Alex...
—Si... me di cuenta...
Cuando el ex-criminal está por irse también del departamento, Donna lo detiene poniendo su mano en su hombro.
—Oye Alex, ¿Qué te parece si vamos a un bar a tomar unos tragos? Ya sabes, para celebrar tu primer día en el departamento.
—Yo también voy, necesito desestresarme un poco después de tanto papeleo —dice Fimbulvetr acercándose a los dos hombres.
—Si tú vas con nosotros, nos negarían la entrada por llevar a un menor —dice Alex en tono bromista.
—No te preocupes, conozco al dueño de un bar cerca de aquí, allí podremos beber tranquilamente —dice Fimbulvetr empujando a Alex y a Donnaiolo hacia fuera del departamento.
Antes de salir, el pelirrojo se detiene para preguntarle a Chrono si también quiere ir.
—Oye, Chrono, ¿No vienes con nosotros? Te vas a divertir, te lo aseguro —dice Donnaiolo con entusiasmo.
—Tengo cosas que hacer una vez saliendo de aquí, no puedo acompañarlos —contesta Chrono mientras aún acomoda cosas en su escritorio.
—Bueno, uno menos, en fin, nos vemos mañana, Chrono —dice Alex levantando su mano en señal de despedida.
Alex, Fimbulvetr y Donnaiolo salen de la Agencia y dan marcha al bar que mencionó Fimbulvetr. Desde fuera se ve como un local más, pero se llevan una sorpresa al entrar y encontrar un ambiente tan acogedor y cómodo.
—Viniendo de una recomendación de Vetr esperaba un lugar más deprimente, pero este lugar no está nada mal...
—Vengo aquí cada que Chrono me obliga a trabajar, es de mis bares favoritos.
En ese momento, el bartender identifica al pequeño albino.
—Pero miren quién está aquí, nuestro cliente estrella —dice el bartender con entusiasmo.
—Hola, Camil, ¿Qué tal el trabajo? —pregunta el peliblanco.
—Ya ves, lo de siempre, unos tragos por allí, otros por allá, ¿Qué tal tú? ¿Estuvo buena la resaca de esta mañana? —pregunta Camil con una mirada pícara.
—¿De esta mañana? Pero si ayer no hiciste nada en la Agencia, ¿No se supone que solo vienes cuando trabajas...? —pregunta el pelirrojo.
—Este, bueno...
—Bueno, eso explica porqué lo encontramos en el pasillo de la Agencia a esa hora, jaja, será divertido contarle a Chrono sobre esto—dice Alex con una pequeña risa diabólica.
—O-olvide presentarlos, ¿Verdad, Camil...?
El peliblanco le hace unos guiños poco discretos al bartender para que le ayude a salir de la situación, a lo que este le sigue la corriente.
—Jajaj, muy cierto, Fimbulvetr.
—Él es Donnaiolo y él Alex, son compañeros de trabajo.
—Oh, entiendo, Yo soy Camil, el humilde bartender de este bar. Díganme, ¿Vienen por alguna razón en especial?
—Así es, venimos a celebrar el primer día de Ale, se acaba de unir esta mañana.
—Ya veo, ¿Pues que están esperando? siéntense y pidánme lo que quieran, la primera ronda la invita la casa.
—¿Enserio? ¡Gracias, Camil!
Los tres agentes se sientan en la barra. Alex pide un whisky en las rocas al igual que Donnaiolo, mientras que Fimbulvetr pide un tarro enorme de cerveza, como si todavía fuera un vikingo. Camil se pone manos a la obra y se los sirve con total maestría, demostrando la experiencia en su trabajo, y una vez listos los tragos, se ponen a beber. Al principio, todo son chistes malos, risas, y una que otra anécdota de su vida pasada.
—Oye, Fimbulvetr, ¿Qué tipo de mujer te gusta? —pregunta Donnaiolo con un tono travieso.
—Ya te habías tardado en preguntar estupideces... —dice Alex con un tono sarcástico.
—Oh vamos, es para meter un poco de ambiente.
Fimbulvetr se termina su tarro de cerveza de un trago y se pone a pensar en su respuesta.
—Veamos... Creo que las mujeres maduras con tetas enormes.
—Vaya, gustos salvajes, no esperaba menos ¿Y qué tal tú, Alex?
Aunque se niega por un momento a responder la pregunta del hombre, al ver tanta insistencia en su mirada, Alex decide responder.
—Me gustan las mujeres con cuerpos definidos, con cinturas delgadas y grandes traseros. En cuanto al pecho... no me gusta que tengan demasiado, algo natural, nada exagerado.
—Interesante, no eres muy ambicioso, yo en mi caso...
—Sí, sí, sí, a ti cualquier mujer es perfecta, lo sabemos desde hace rato —dice Alex mientras toma un trago a su whisky.
—¿Tan obvio soy? Rayos...
Al cabo de una hora, llega un grupo de cinco chicas y se sientan en unas mesas poco alejadas de la barra. Donnaiolo no tarda en echarles el ojo y empezar a hablar de ellas.
—¿Ya vieron a las chicas de allá? Son unas bellezas, y más la de pelo largo y azul —dice Donnaiolo, que estaba ligeramente ebrio, pero consciente de lo que decía.
A pesar de llevar ya varios tarros encima, el albino se encuentra incluso menos ebrio que su compañero. Ante el comentario de su amigo, suspira.
—Ya vas a empezar, ninguna de ellas se dignaría a voltear hacia acá —contesta Fimbulvetr.
—Y menos si ven a un niño sentado y bebiendo como un vikingo —agrega Alex que, al igual que Fimbulvetr, estaba bastante lúcido.
—Será porque era uno, ¿no crees? —contesta Fimbulvetr mientras procede a acabarse lo que quedaba de su inmenso tarro de cerveza.
—Oigan, ¿Qué les parece si les hablamos? —pregunta Donnaiolo con un tono travieso y pícaro en su voz.
—¿No te bastó con lo que pasó en la tarde? Te molerán a bolsos otra vez —dice Alex sin mucho interés.
—Oh vamos, no jugué bien mis cartas en aquella ocasión, está vez será diferente ¿O qué, les tienes miedo? Y yo que pensaba que no eras un cobarde.
Alex no dice nada, pero el comentario de Donnaiolo si lo provocó. Discretamente, mira a las chicas, buscando quién sería su presa.
«Veamos... Vestido, short, jeans, oh, minifalda...»
Alex centra su mirada en la chica que va en minifalda, de cabello corto y castaño, que estaba al lado de la chica central.
«Por la posición en el grupo y su vivaz carácter, puedo decir que es una de las principales del grupo»
Mira por encima, fijándose en todo su cuerpo.
«Tiene varias perforaciones en sus orejas y muchos accesorios, y sin mencionar esa blusa con escote muy pronunciado...»
El hombre decide hacer notoria su mirada hacia la chica, la cual se percata de él. Lo mira de reojo un par de veces mientras él disimula no percatarse, examinandolo en cada vistazo. El albino se da cuenta de las miradas de la chica hacia su amigo, percatandose del juego que quería jugar Alex.
«Je, parece que el comentario de Donna si le lastimó el ego»
El peliblanco decide no quedarse callado y contemplar discretamente el avance del plan. Cuando Alex capta suficiente la atención de la chica y lo mira fijamente por unos segundos, la voltea a ver también y le sonríe transmitiendo sus intenciones con su mirada, lo que la mujer responde con una sonrisa coqueta y levantando su copa. Alex le devuelve la misma sonrisa pícara y también levanta su copa, tomando al unisono con ella.
«Decidido, serás tú»
Después de eso, juega un momento a la miraditas traviesas con ella, hasta que decide dar el siguiente paso del plan. Se termina su bebida de un solo trago, y después de eso, se levanta y se dirige a la mesa donde se encuentran las chicas.
—Parece que se te adelantó, galán —dice Fimbulvetr con tono burlesco.
Donnaiolo, que no se había enterado de la preparación previa que hizo su compañero, subestima sus posibilidades.
—Oh vamos, ahora mismo volverá con el rabo entre las piernas, estoy seguro —contesta Donnaiolo con seguridad y tomando un trago de su whisky.
Pasan los minutos, y a Alex se le ve disfrutando de una buena plática con la chica de cabello corto y castaño.
—Pues ya pasó un rato y todavía no le pegan con sus bolsos, lo hace mejor que tú, eso es seguro —dice Fimbulvetr con tono burlesco.
—Solo espera y verás, cometerá un error...
Unos instantes después, Alex se acerca a la chica y le susurra algo al oído, después de eso, la chica lo mira con una sonrisa traviesa y se levanta de la mesa y se lo lleva jalándolo de la mano afuera del bar, para no regresar esa noche. Los dos hombres quedan estupefactos, más Donna, con una cara de total asombro en su rostro.
—... Vaya, solo pasaron unos 20 minutos y mira, ya aseguró compañía está noche.
El pelirrojo solo mira su bebida mientras se siente totalmente humillado, deseando no haber retado a su compañero.
—No digas nada más, solo... h-hay que seguir bebiendo...
La noche termina con los dos agentes en el bar bebiendo hasta hartarse y el ex-criminal disfrutando en su hotel de la compañía de una desconocida.
Espero la segunda parte💗
Vivió una vida horrible... y a pesar de eso... decidió quedarse por y para sus hijos...
Me acabo de dar cuenta de algo
¡¿Ella no se llama igual que-?!
¡¡No me digas esooo!!
Es horrible la cruedad de ese hombre para agredir a su familia de esa manera... y sin remordimiento alguno...