Valeria, una mujer que, tras una ruptura dolorosa, busca redescubrir su confianza y deseos más profundos. Al mudarse a una nueva ciudad para empezar de nuevo, encuentra a Mateo, un hombre enigmático y apasionado que se convierte en su vecino.
A primera vista, Mateo parece ser el tipo de hombre que desafía todas las normas y expectativas. Su vida está llena de secretos, y su atracción hacia Valeria es intensa e innegable. A medida que su relación evoluciona, Valeria debe confrontar sus propios miedos y deseos reprimidos mientras explora una conexión que desafía sus límites y redefine su comprensión del amor y la pasión.
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Capitulo 11: El Juego Del Coqueteo
Con la verdad finalmente desvelada y el acosador fuera de sus vidas, Valeria y mateo comenzaron a disfrutar de su relación sin las sombras que los habían acechado. La confianza reconstruida les permitió explorará nuevos aspectos de su conexión, y ambos se sintieron más libres para ser ellos mismos.
Una tarde, mientras paseaban por el parque, Mateo lanzó una propuesta inesperada.
__¿Qué te parece si jugamos a un pequeño juego? __ pregunto, con una sonrisa traviesa en su rostro.
Valeria arqueó una ceja intrigada.
__ ¿ Que tipo de juego?
Mateo se acercó hacia ella, susurrándole al oído.
__ El Juego Del Coqueteo. Vamos a fingir que no nos conocemos y vamos a intentar conquistarnos desde cero. Quiero recordarte lo emocionante que es seducirte.
Valeria sonrió, encantada por la idea.
__ Aceptó el reto. Pero no te sorprendas si te hago sudar un poco.
Se dirigieron a un elegante bar en el centro de la ciudad. Mateo se acomodó en la barra, observando como Valeria entraba y se sentaba en una mesa cercana, fingiendo no conocerlo. Su corazón latía con fuerza y sentía la excitación del primer encuentro.
Mateo se levantó y se acercó a la mesa de Valeria, con una sonrisa segura.
__ Hola, ¿ puedo sentarme aquí? _ preguntó.
__ Claro, aunque no suelo aceptar extraños en mesa.
__ Entonces, permíteme presentarme. Soy Mateo__ dijo, extendiendo la mano.
La conversación fluía con naturalidad, pero estaba llena de insinuaciones y miradas cargadas de deseo. Mateo le ofreció una copa, y Valeria aceptó, disfrutado de cada momento del juego.
__ ¿Que hace una mujer tan hermosa sola en un bar? __ pregunto Mateo, fingiendo curiosidad.
__ Buscando algo de emoción en una noche cualquiera __ respondió Valeria, con una sonrisa enigmatica.
Mateo se inclino hacia ella, susurrándole al oído.
__ Creo que has encontrado a la persona adecuada para esa misión.
Valeria sintió un escalofrío recorrer sus espalda. La intensidad del juego estaba encendiendo la chispa entre ellos de una manera nueva y emocionante.
Después de un par de copas y muchas sonrisas coquetas, Mateo tomó la mano de Valeria y la condujo a la pista de baile. Se movieron al ritmo de la música, sus cuerpos rozándose, la tensión entre ellos aumentando con cada paso.
__ Eres una excelente bailarina __ dijo Mateo, su voz apenas audible sobre la música.
__ Tú no lo haces nada mal __ respondió Valeria, sintiendo el calor de su cuerpo contra el suyo.
La química entre ellos era innegable. Sus miradas se encontraba constantemente, y el coqueteo se volvía cada vez más descarado. Mateo la giro en un movimiento elegante. Atrayéndola aún más cerca.
Finalmente, incapaz de resistir más, Mateo la besó. Fue un beso lleno de pasión y promesas, un recordatorio de lo fuerte que era su conexión.
__ Creo que gane el juego__ murmuró Mateo contra sus labios.
Valeria sonrió, sus ojos brillando con travesura.
__ Tal vez, pero la noche aún es joven. ¿ Que más tienes planeado.
Regresaron al apartamento de Mateo, donde continuaron si juego de seducción. Cada caricia, cada susurro, cada mirada estaba cargada de deseo. El juego del coqueteo se terminó convirtiendo en una noche de pasión desenfrenada, explorando y descubriendo cada rincón de sus cuerpos.
Después de una noche llena de coqueteos y risas, Valeria y Mateo se sentaron en el balcón del apartamento de Mateo, disfrutando de la vista nocturna de la ciudad. El aire fresco y la tranquilidad de la noche los envolvieron, proporcionándoles un momento de calma y reflexión.
—Esta ha sido una de las noches más divertidas que he tenido en mucho tiempo —dijo Valeria, tomando un sorbo de su vino.
Mateo sonrió, mirándola con ternura.
—Estoy de acuerdo. A veces, es bueno salir de la rutina y recordar lo emocionante que puede ser todo al principio.
Valeria asintió, pensativa.
—Sí, hemos pasado por tanto en tan poco tiempo. A veces siento que nos hemos olvidado de disfrutar los pequeños momentos.
—Exactamente. Y eso es algo que quiero cambiar. Quiero que nos divirtamos, que sigamos descubriendo cosas nuevas sobre nosotros y sobre nuestra relación.
Valeria apoyó la cabeza en el hombro de Mateo, disfrutando de la cercanía.
—¿Sabes? Estoy muy agradecida de tenerte a mi lado. No importa lo que pase, siempre encuentro consuelo en ti.
Mateo la abrazó, sintiendo una calidez en su corazón.
—Y yo en ti, Valeria. Eres mi roca, mi apoyo incondicional.
Pasaron un rato en silencio, disfrutando de la compañía mutua y de la tranquilidad de la noche. Mateo rompió el silencio con una sonrisa.
—¿Recuerdas la primera vez que nos conocimos?
Valeria rió, recordando.
—Sí, fue en aquella conferencia. Me derramé café encima y tú fuiste el único que se acercó a ayudarme en lugar de reírse.
Mateo rió también.
—No podía dejar que una mujer tan hermosa pasara por eso sola. Además, fue una excelente excusa para hablar contigo.
—Y aquí estamos, después de todo lo que hemos pasado. Es increíble cómo una pequeña acción puede cambiar nuestras vidas por completo.
Mateo asintió, pensativo.
—Sí, y estoy agradecido por cada momento que hemos compartido, incluso los difíciles. Nos han hecho más fuertes y más unidos.
Valeria lo miró con cariño.
—Prometámonos seguir así, apoyándonos y disfrutando de cada momento. Sin importar las dificultades, siempre encontraremos la manera de seguir adelante juntos.
—Prometido —dijo Mateo, sellando la promesa con un beso en la frente de Valeria.
La noche continuó con conversaciones tranquilas y risas suaves, reforzando el vínculo que los unía. Ambos sabían que, sin importar los desafíos que pudieran enfrentar, siempre encontrarían consuelo y fuerza en su amor mutuo.