Naomi es una excelente esposa y madre abnegada, pero tiene un secreto que nadie sabe. Un día comete un error y por accidente besa a un hombre que no es su marido. Esto le dará un cambio al rumbo de su vida. ¿Qué será de Naomi? Los invito a descubrirlo.
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Capítulo Veinticuatro
Los días habían transcurrido muy tranquilos. Anselmo no volvió a ir a casa de Naomi. Incluso llamó a su madre para decirle que dejaría a Pablo con ellas por unos diez días. Ya que debía hacer un viaje de negocios.
Las mujeres y el niño estaban más que felices. Sobre todo el pequeño, había estado preocupado de su padre no le permitiera asistir a la apertura del negocio de su madre.
_ Mañana será el gran día, mamá. Estoy muy nervioso, ya quiero que sea mañana - dijo mientras ayudaba a llenar las estanterías.
_ Yo también, hijo. Y estoy muy feliz de que estés aquí conmigo - extendió su mano, el niño la tomó y la apoyó sobre su mejilla - Eres un encanto.
Justo en ese momento, el portón de entrada se abría.
_ Hola, hola - saludo una voz grave.
_ Es Pablo - dijo el niño emocionado. Salió a su encuentro.
Cuando salió a recibirlo lo encontró acompañado de una niña muy bonita. Era mayor y mucho más alta que él, pero le pareció preciosa.
Naomi se asomó a la puerta, la niña la vio y corrió a abrazarla.
_ ¡Naomi! Te extrañé un montón
_ Yo a ti, mi pequeña. ¿No te ha estado tratando mal el ogro de tu hermano? ¿Verdad?
_ No, por suerte casi no va a casa.
_ Oigan estoy aquí - les llamo la atención y las dos rieron. El chico estiró su camisa y le hizo un gesto - Oh, mira Bella. Él es Pablo el hijo de Naomi. Tiene nueve años
_ Diez - repuso el chico - ¿Quieres ir arriba a jugar PlayStation? - la niña miró a su hermano y este asintió.
Salieron disparados hacia arriba.
_ Creo que mi pequeño acaba de enamorarse - dijo Naomi sonriendo.
_ Así es. A esa edad todo es tan fácil - suspiró Rodrigo. Se acercó a Naomi y tomó una de sus manos y la acarició. La mujer se estremeció con su tacto. Una corriente eléctrica recorrió todo su cuerpo
_ Bésame, por favor - le pidió ella. Él cerró la puerta y obedeció rápidamente.
Juntó sus labios con los de ella y busco su lengua con urgencia. Se besaron fervorosamente. Se separaron con la respiración agitada.
_ Te deseo, Julio. Te deseo tanto - apretó su frente contra su mandíbula afilada y masculina, mientras se sujetaba con fuerza de la camisa del hombre.
Esas palabras lo volvieron loco, comenzó a devorarla a besos. Fue desde su boca hasta su garganta luego hacia su escote llegando hasta sus senos, la oyó gemir. Metió su mano debajo de su falda e iba a arrancarle la ropa interior. Pero ella lo detuvo.
_ ¿Tienes protección? No puedo arriesgarme.
_ No tengo, lo siento - la decepción en el rostro de ella fue evidente - lo siento
_ Está bien. No pasa nada - volvió a besarlo y acarició su nuca - ¿Te quedarás hoy?
_ ¿Quieres qué lo haga? ¿Estás segura?
_ Sí, quiero hacerlo contigo ¿tú no? - su aliento dulce y tibio rozaba sus labios quemándolo de deseo.
_ Sí, por supuesto que quiero - la volvió a besar.
El resto del día lo pasaron con los niños entre risas, juegos y anécdotas. Ya eran cerca de las ocho de la noche cuando Rodrigo pensó que ya hora de irse.
_ Mamá ¿Puedo ir con Bella a su casa? Ella me invitó - Naomi iba a decir que no, pero Rodrigo acarició su rodilla por debajo de la mesa.
_ No sé ¿Qué dices tú, Julio? - simuló preguntar, ella ya sabía cuál sería su respuesta.
_ Sí, no habrá problema. Mañana lo traeré temprano. Pero tendrán que quedarse con mamá. Porque yo voy a salir con Esteban - mintió
Los chicos agradecieron felices. Un rato después, ambos niños se despidieron de Naomi al igual que Rodrigo. Cuando este se acercó a darle el beso de despedida, ella le susurró al oído.
_ No olvides los condones - El hombre la miró y sonrió asintiendo con la mirada.
Luego de dejar a los niños con su madre, se dio una ducha y salió de la casa. Rodrigo pasó por una farmacia y compró los condones. Mientras iba a camino a casa de Naomi. Se reprochó una y otra vez lo que estaba por hacer.
Su mente le decía que no debía, pero su corazón y su cuerpo lo arrastraban hacia ella.
Entró a la casa, ella estaba sentada en el sofá de la sala. Se notaba que se había dado un baño, la fragancia de su jabón se había impregnado en el ambiente.
_ ¿Te hice esperar mucho? - le preguntó acercándose a ella.
_ No, para nada - se incorporó. Extendió un poco su brazo y su mano se posó en el ancho pecho de Rodrigo. Él acarició su mano y la atrajo hacia él por la cintura. La besó larga y suavemente. Poco a poco el beso se fue volviendo más intenso. Comenzó a desabotonarse la camisa. Ella lo ayudó con el pantalón. Cinco segundos después él estaba completamente desnudo. Tomó su mano y la hizo acariciarlo por todos lados. Se dio cuenta de que era mucho más grande que su exesposo, en todos los sentidos. La hizo gemir de deseo. La despojó del vestido que llevaba puesto, no tenía absolutamente nada debajo de él.
_ Llevabas prisa - bromeo seductor. La mujer se apretó contra él y le apretó las nalgas. La acomodó sobre el sofá y se entregaron a sus deseos más íntimos.
Luego de una ronda de cuatro sesiones, ambos estaban algo cansados.
La tenía sobre él, con su cabeza recostada en su pecho.
_ Nunca lo había hecho tantas veces seguidas - comentó ella - Pensé que me iba a romper.
El hombre no pudo evitar reírse
_ Yo, tampoco. Y también temí que te rompieras - volvió a reír.
_ Quisiera poder verte - él deseaba que no - ver tus gestos, la cara que pones cuando lo hacemos. Tu sonrisa en este momento.
Él levantó su rostro y la besó apasionadamente. El fuego se volvió avivar. La sintió estremecerse una vez más entre sus brazos.
_ Te amo, Naomi - volvió a confesarse entre besos.
_ Creo, que yo también a ti, Julio - ahondó más el beso - ¿Todavía te quedan condones? - le susurró ella.
_ Sí, dos. ¿Son suficientes, cariño?
_ Creo que nunca tendré suficiente de ti, pero por hoy está bien, amor.
El hombre la hizo girar quedando él sobre ella, buscó su rostro y la vio sonreírle. Sí en algún momento, dudó de entregarse a sus sentimientos. Las palabras que ella pronunció desvanecieron por completo toda duda. Él viviría y moriría por y para esa mujer.