Volverá... y los que la hicieron sufrir lloraran
Estoy corrigiendo los errores de los capítulos de a poco. Si encuentran algún fallo, me avisan, por favor. Gracias por la paciencia.
Te invito a pasar por mi perfil y leer mis otros escritos. Esos ya están terminados.
NovelToon tiene autorización de Karinna para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
16 - MAMÁ A LA BATALLA
El teléfono vibraba casi constantemente.
📱 ¿Qué paso hoy?
📱 Cuando llegues a casa vamos a hablar.
📱 ¿Cómo es eso de que no quisiste atender a Micaela?
📱 ¡CONTESTAME!
Los mensajes de Mabel llegaban en rápida sucesión. Eduardo miraba el teléfono vibrar y las notificaciones emergentes con desánimo. Su madre podía ponerse realmente intensa cuando quería algo.
Tomó el teléfono suspirando su frustración y respondió con pocas palabras.
📱 La señorita Martínez fue correctamente atendida por mi personal.
📱 No necesita ver al presidente de la compañía para entregar un currículum vitae.
📱 Y dejá de mandar mensajes. Estoy trabajando.
Luego fue a la configuración de la aplicación de mensajería e hizo clic en la pestaña de silenciar notificaciónes. La ventana emergente mostró las opciones y eligió ocho horas. Esperaba que en ese tiempo fuera suficiente para que se le pasara a rabieta a la mujer. Dejó el móvil boca abajo a un costado y siguió revisando el contrato que tenía en la mano. Era una colaboración millonaria y no debían cometerse errores en su redacción.
La verdad es que no tenía tiempo para las locuras de su madre y esa cazafortunas de Micaela. No podía entender cómo era que su mamá, tan perspicaz en otras áreas, no se diera cuenta de la calidad moral de su proyecto de nuera. Si a él le hubiera interesado casarse con una chica de plástico, ya hubiera cedido a los intentos, descarados o sutiles, de cientos de modelitos para seducirlo. Pero la verdad es que su vida era bastante cómoda como estaba por el momento.
Sin que viniera al caso, sus pensamientos volaron hacia una figura delgada y unos ojos negros. No entendía por qué no podía sacársela de la cabeza últimamente. Pero lo cierto es que se preocupaba por ella más de lo que quería admitir. No creía estar enamorado. Era algo así como un sentimiento protector hacia ella. No tenía ideas románticas, pero no podía olvidar que se desmayó de hambre teniendo una billetera llena de dinero en sus manos. Nunca pensó que conocería a una persona así, que pusiera su integridad moral por encima de sus necesidades físicas. Pero ahí estaba: sin nada en este mundo, pero con un orgullo que ya quisieran tener varias hijas de familias prominentes.
Su rostro se relajó en una pequeña sonrisa al recordar cómo lo había mandado a freír churros en el restaurante. Nadie en esta ciudad se hubiera atrevido a eso, pero ella lo hizo sin pestañear siquiera. Era una verdadera fiera cuando se enojaba.
Justo en ese momento entró Guillermo a su despacho, interrumpiendo sus ensoñaciones. Este alcanzó a ver por un segundo la sonrisa relajada en su rostro aunque, como se desvaneció inmediatamente, pensó que había sido una alucinación de su parte. Según su conocimiento, no había nada en este universo que hiciera que su jefe sonriera de esa manera.
- Señor Gómez. Su madre está enviando a mi teléfono miles de mensajes. Exige que le responda respecto a por qué la Señorita Martínez no fue atendida por usted. ¿Qué le digo?
- Nada. Bloqueala.
El auxiliar lo miró desconcertado.
- Pero… Señor… No me atrevo. Si le llegase a ocurrir algo ¿Cómo se comunicaría con usted?
Eduardo se sobó las sienes. Hoy había sido un día realmente agotador. Y no tenía visos de terminar bien.
- Guillermo: si mi madre sufre un colapso, los empleados de la mansión tienen el teléfono de la clínica para llamar a urgencias. Además, el ama de llaves tiene mi número personal para estos casos. No te preocupes. No le va a pasar nada. Es solo una rabieta más.
El asistente se inclinó ante su jefe y respondió.
- Lo siento, Señor. Veo que tiene todo cubierto. De todos modos no bloquearé a la Señora. Únicamente ignoraré sus mensajes.
- Hacé lo que quieras. Solamente que no me molestes más con ese tema.
Guillermo salió de la oficina y respiró hondo. Pensó en la conversación que había tenido hoy con la belleza en el hall de entrada y recordó que la señora Mabel era amiga de ella. Decidió ganar un par de puntos contentando a la dama. Con el rostro sonriente respondió los mensajes de la madre de su jefe.
📱 Señora Gómez: pido disculpas en nombre de su hijo. Hoy estaba realmente muy ocupado cuando llegó la Señorita Martínez.
📱 Podría haber dicho que dejara el currículum en la recepción, pero me pidió personalmente a mí que vaya.
La respuesta tardó un par de segundos en llegar.
📱 ¿Es verdaderamente así?
📱 Sí, Señora.
📱 Y ahora,
📱 ¿por qué no responde?
El asistente reflexionó unos instantes en cuánta información podía revelar. Al final pensó en que ella era la madre del jefe, por lo cual no habría problema. Entonces le envió la siguiente respuesta:
📱 Hoy se firmará un contrato multimillonario.
📱 El Señor Gómez se ha pasado en su oficina, encerrado, revisando las cláusulas para asegurarse de que la empresa no sufra ninguna pérdida.
📱 Ni siquiera paró para comer.
Esto último fue efectivo. Mabel sintió su corazón inquieto al saber que su hijo no había comido aún.
📱 ¿No comió?
La verdad es que no, no había comido. Pero si Guillermo decía eso tendría a la mujer en la empresa en un instante con una lunchera pidiendo ver a su hijo. Por lo tanto, decidió decir una mentirita piadosa
📱 Señora. Comió.
📱 Pero solo un sándwich en la oficina.
📱 No quiero ser impertinente, pero creo que debería dejarlo concentrarse ahora.
📱 Y guardar cualquier conversación pendiente para cuando llegue a casa.
Otra vez silencio del otro lado de la línea.
📱 Está bien.
📱 Decile a Duady que lo voy a esperar con su comida favorita.
Guillermo se río del apodo afectuoso. ¿Qué pensaría la prensa si se enterara de que el apodo del hombre más rico y poderoso de la nación era Duady? Seguro estaría en el top ranking de todas las redes sociales por semanas.
Riéndose en voz baja respondió:
📱 De acuerdo, Señora. Se lo diré.
Aunque para ser sinceros, no tenía ninguna intención de decirle nada al empresario. Había actuado a sus espaldas y lo que menos quería era que este se enterara.