Ekrem Latouff es un hombre que ha alcanzado todo lo que se ha propuesto en la vida, tiene control total en cada una de sus acciones, menos en sus sentimientos. Ama profundamente a la única mujer que moralmente, no debería amar.
Una marcada diferencia de edad y un parentesco no consanguíneo los separa.
¿Podrá Ekrem Latouff enfrentar los prejuicios y conquistar a Sophie Klein quien está ajena a esos sentimientos?
Acompáñame, para que juntos desentrañemos se historia
NovelToon tiene autorización de Lia Thiago para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Veintiuno
^^^"He renunciado a ti. No era posible^^^
^^^Fueron vapores de la fantasía;^^^
^^^son ficciones que a veces dan a lo^^^
^^^inaccesible^^^
^^^una proximidad de lejanía."^^^
^^^Andrés Eloy Blanco.^^^
Sophie sale con la vista nublada por el llanto y su corazón deshecho, debe renunciar a Ekrem, no permitirá que todo lo que él ha logrado se vea empañado por su presencia. Ella sabe que no está a su altura, pero lo ama al punto que prefiere sumergirse en el dolor antes de convertírsele en un problema.
Abrazándose a sí misma deambula por las calles de la ciudad, las personas la ven extrañados, más, nadie se le acerca. Se sienta en una banca y acariciando su plano vientre comienza a hablar con su hijo.
— No te preocupes bebé, mamá te va a cuidar — a medida que habla siente que su dolor quema cruelmente su esófago como si de un ácido se tratara — papá te ama, pero no podrá estar — No puede continuar, su desconsuelo es tan grande que las cuerdas vocales le duelen y su pecho arde tanto, que se acuesta en la banca a seguir llorando en posición fetal.
De todas las personas que la ven, solo una pareja de jóvenes, se acercan sintiendo compasión por ella mientras se preguntan qué dolor tan grande puede albergar una mujer tan hermosa.
— ¿Te podemos ayudar? —Le interroga un chico alto de cabello oscuro.
Sophie niega con la cabeza, se incorpora tratando inútilmente de controlar su llanto, la joven cabello castaño de no más de 20 años, sin poder contenerse la abraza diciéndole — Llorá todo lo que tengás que llorar — la interacción con la chica de extraño acento, provoca que estalle más en llanto y a medida que llora, la desconocida la consuela con pequeños toquecitos confortantes en la espalda, mientras siente su hombro empaparse...
En la empresa de los Latouff, Robert trata de recomponerse ante la noticia.
— ¿Está embarazada?— pregunta para confirmar si entendió bien, sentándose frente a Ekrem y cerrando los ojos.
— Así es — El anciano queda desarmado ante esa información, si bien es ambicioso, un hijo lo cambia todo; eso debido a que es de los que piensan que la sangre pesa más que el oro o tal vez, solo tal vez, pueda darle vueltas al asunto y consiga que la chica renuncie a su maternidad y les entregue el niño.
— Señor ¿Podemos hablar? — dice desde la puerta Rina, notablemente nerviosa.
— Lo que tengas que decir solo dilo, yo también soy parte de esta empresa — exige el mayor.
— Disculpe señor Latouff, pero es algo personal — habla dirigiéndose al anciano, Ekrem asiente y sale junto a ella al pasillo, donde enseguida le señala los papeles sobre el escritorio y encima la sortija de compromiso que le dió a Sophie.
— ¿Qué significa esto? — pregunta el empresario temiendo lo peor.
— No lo sé señor, hace rato le pedí a su novia que le trajera estos documentos y cuando llegué aquí, me encuentro con esto— dice señalando el buró.
Una nueva pesadilla comienza para Ekrem, Sophie lo abandonó, está seguro que escuchó las palabras de su padre. Convirtiendo su aflicción en rabia, toma el anillo y apretándolo en su puño, entra nuevamente a la oficina para dirigirse al causante de todo, advirtiéndole ferozmente:
— Si algo le pasa a mi mujer o a mi hijo, juro por los restos de mi madre que no te alcanzará la vida para pagarlo. Óyeme bien Robert Latouff, ni que estés en tu lecho de muerte llamándome, me verás. — le dice con los ojos más oscurecidos y el corazón entre el dolor y la rabia.
Sin perder más tiempo, sale a buscarla y a la vez marcando con insistencia su número.
Sophie siente vibrar su teléfono en el bolsillo de su pantalón, lo toma en su mano y rechaza la llamada para después apagarlo.
— ¿No vas a responder?— pregunta el joven, pasándole una botella de agua, Sophie la agarra en su mano al mismo tiempo que niega.
— Tu familia debe estar preocupada — insiste el muchacho — ¿querés que te acompañemos hasta tu casa?
Sophie niega dejando correr nuevamente sus lágrimas —no tengo a nadie ni un lugar a dónde ir.
La desconsolada mujer decidió desaparecer de la vida de los Latouff y aunque es del conocimiento de que cuenta con su amiga Pascale, sabe que es el primer lugar donde la buscarán.
— ¿Y qué pensás hacer? — pregunta la castaña...
Elliott saca su móvil al escuchar que timbra, se retira del lado de su esposa y su madre, para así responder la llamada de su tío. Ekrem le cuenta lo sucedido mientras le pide ayuda para encontrarla.
Una vez terminada la llamada les cuenta a Dina y Anne lo que ocurrió, solo guardándose la información que Sophie está embarazada.
— Se los vengo diciendo desde hace años, ustedes han permitido que el abuelo interfiera en cada aspecto de sus vidas. — concluye Elliott y se retira para salir al encuentro con su tío, dejando sentadas en el sofá al par de mujeres preocupadas.
Sophie se enjuga las lágrimas, lava su cara con un poco del agua que le ofreció la pareja y se dispone a ir al banco a retirar la mayor cantidad de dinero posible, no quiere que la encuentren y para eso, mínimo debe dejar la ciudad.
Los chicos, la siguen de lejos, debido a que no la ven bien; ellos son estudiantes argentinos de intercambio cursando maestría de enología en la universidad de Dijon en Francia y decidieron pasar un par de días en Luxembugo antes de seguir hasta la parte alemana de Mosela, para la vendimia de este año.
Al salir del Banco la chica triste mira hacia todos lados y se acerca a los jóvenes...
Ekrem desesperado ha acudido a Pascale, ella le marca a su amiga, pero solo logra dejarle un mensaje en su buzón. Se comunica con todos y cada uno de sus amigos, incluído Samuel y nadie sabe dónde pueda estar.
Sophie se aloja en un hotel económico donde están hospedados los estudiantes, debe cuidar cada euro para sobrevivir con su hijo. Cierra la puerta de la modesta habitación y como un cuerpo sin alma, se enrolla en la cama abrazada a la almohada.