Esta pareja se separó por culpa de él. Todo lo malo que él le hizo vivir fue demasiado para ella y con el corazón roto salió de su vida para siempre...
Anya se casó por amor, Alex no. Él ya amaba a alguien más y fue obligado a separarse de ella; pensando que Anya era la culpable, le hizo la vida miserable.
Su esposa pensó que con el tiempo él podría enamorarse de ella; sin embargo, eso no pasó en todo el tiempo que estuvieron juntos.
Una noche, fue el comienzo del fin para que ella lograra salir del fondo del pozo donde estaba viviendo.
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Capítulo 6
Ha pasado un mes desde aquella noche en que Anya y Alex tuvieron sexo. En este tiempo, casi ni se han visto. Alex mantiene su distancia de ella, como si el verla siquiera más de una vez a la semana, fuera muy difícil para él, por lo cual se ha mantenido durmiendo en su departamento, de donde sale solo para ir a trabajar y se devuelve en las noches.
Anya en este tiempo ha permanecido encerrada en la casa como siempre, sin poder salir sin el permiso de su esposo. El saber que él no viene y cuando lo hace solo es para encerrarse en su oficina y luego irse de la casa sin verla desde esa noche, la pone muy triste. Se siente cada vez peor por ser despreciada de esa manera por él y más al saber como ella se había entregado a él.
Pero aunque ella no lo supiera, por lo menos por ahora, esta noche iba a ser diferente y después de dos años podrá salir de la casa.
Cuando eran las siete de la noche, el mismo auto en el que llega Alex, cada vez que viene, se estacionó a las afuera de la mansión. Rápidamente, le es permitida la entrada a la propiedad al ver quien es la persona que estaba adentro.
Siguiendo el camino desde la reja hasta la entrada de la mansión, el auto llega y se estaciona en el lugar. Del asiento del conductor baja el chofer de Alex y se encamina a la puerta de atrás del lado izquierdo y la abre para dejar salir a su jefe.
Arreglándose el traje, para estar lo más presentable posible, Alex empieza a caminar hacia la casa. Al llegar a la puerta, una de las muchachas del servicio ya la estaba abriendo para él.
-Buenas noches, señor.
Dijo la mujer con mucho respeto a su jefe.
-Buenas noches. ¿Dónde esta Anya, ahora?
Dijo él como siempre con respeto a sus empleados.
-La señora esta en el baño de su despacho, señor.
A Alex le molesta escuchar que llamen a Anya, “la señora”, pero antes de poder decir algo, recuerda las palabras de la mujer y se sorprende de que ella estuviera en su despacho, por lo que le empieza a preguntar a la mujer.
-¿Quién le dio permiso a ella de entrar a mi despacho, a tocar mis cosas?
La mujer no sabía ni que contestarle a su jefe, por lo que miró hacia abajo, muy apenada, ya que ella misma le había pedido a Anya de que fuera a limpiar ese baño.
Al ver que la mujer no sabía ni que contestarle, se fue rápidamente para su despacho, para echar a Anya de allí lo más rápido que pudiera. No la quería cerca de sus cosas y mucho menos que usara el mismo baño que él usaba en el refugio que era su oficina.
Como estaba enojado, no escuchó los ruidos que había antes de entrar, por lo que de inmediato, al ver a su esposa, arrodillada en el suelo de esa habitación, limpiando el inodoro con un pequeño trapo, sin ni siquiera unos miseros guantes, fue un shock para él.
Ella estaba muy concentrada limpiando porque sabía que a él le molestaba ver su baño sucio, así que estaba limpiando con mucho empeño y cuidado. El verla así, no era lo que esperaba cuando entro a echarla. Alex, pensó que ella estaba utilizando su baño y por eso no la quería ver ahí.
-¡Anya!
Al escuchar la voz de él, ella se dio la vuelta mirándolo a la cara, muy sorprendida por su presencia.
-¿Alex?
-¿Qué estás haciendo aquí?
Le preguntó, estaba como desencajado y es que nunca había visto a su esposa en su papel de sirvienta de esta casa, papel que él mismo le había dado.
-Pues, estaba limpiando el baño.
Le dice Anya como si nada, ya que no entiende por qué esta tan sorprendido. Sin querer ponerse a discutir con ella, solo obvió todas las interrogantes que tenía y le dijo.
-Levántate. Ve a bañarte y ponte algo elegante, un vestido, que iremos a la casa de mis padres.
-¿Qué? ¿Vamos a salir?
Preguntó Anya sorprendida por esa noticia.
-Sí, pero no te ilusiones que mañana ya estarás otra vez aquí encerrada.
Anya se levantó un poco triste por las palabras de él y mirándolo a la cara le dice.
-No tengo ni un vestido, ni ropa elegante para ponerme.
-¿Me estás cargando?
Dijo furioso, porque creía que ella estaba poniendo simples escusas para hacerlo enojar.
-No te estoy cargando, ni mintiendo. Desde que nos casamos, jamás he salido. No he comprado ropa, ni nada desde entonces.
Le dijo ella con voz dulce, mientras miraba hacia el piso, recordando como era su vida desde su casamiento. Alex, por su parte, estaba muy extrañado, porque no recordaba cuando ella salió por última vez, ni si alguna vez le había pedido dinero para comprar algo, por lo que le dijo.
-Ven, buscaremos si tienes o no algo.
Luego se marchó a la habitación de ella para revisarle el closet. Tenía que corroborar que si tuviera algo de ropa decente en el armario, necesitaba sacarse esa duda de si le había dado alguna vez para comprarse ropa o no.