Renace con una nueva oportunidad para ser feliz, amando a los caballos como en cada vida...
El mundo mágico también incluye las novelas
1) Cambiaré tu historia
2) Una nueva vida para Lilith
3) La identidad secreta del duque
4) Revancha de época
5) Una asistente de otra vida
6) Ariadne una reencarnada diferente
7) Ahora soy una maga sanadora
8) La duquesa odia los clichés
9) Freya, renacida para luchar
10) Volver a vivir
11) Reviví para salvarte
12) Mi Héroe Malvado
13) Hazel elige ser feliz
14) Negocios con el destino
15) Las memorias de Arely
16) La Legión de las sombras y el Reesplandor del Chi
17) Quiero el divorcio
18) Una princesa sin fronteras
19) La noche inolvidable de la marquesa
20) Ni villana, ni santa
21) Salvando a mi Ernesto
22) Cartas para una princesa
23) Ya te olvidé
24) Dulce Prisión
25)Secretos de una poción
26) La venganza de Leia
27) Recuerdos de mi futuro
28) Una esposa para el príncipe maldito
29) Una madrastra reencarnada
** Todas novelas independ
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Excusas
Los dias siguientes, Emmet revisó los informes de Astrid con una atención casi obsesiva..
Era de madrugada cuando recibió un nuevo informe marcado con el sello urgente de la unidad magica..
Lo abrió con manos tensas, esperando leer otro “Frank”… pero lo que encontró fue diferente.
“Señalados pequeños incidentes con bandidos en los caminos exteriores del ducado Huxley.
Sin heridos.
Patrullas locales reforzadas.
No se considera una amenaza grave.”
El principe se quedó inmóvil.
Un segundo.
Dos.
Tres.
Luego, una idea se deslizó por su mente, suave como una sombra… y tan peligrosa como un filo.
Una excusa.
Una excusa perfecta.
Caminó hacia el ventanal, mirando la capital desde lo alto del palacio. La noche era profunda, pero sus ojos brillaban con una determinación helada.
[Bandidos cerca del ducado… Aunque no sea grave… el reino necesita supervisión.. Mi supervisión.
Era una justificación impecable.
Un principe preocupado por la seguridad de una región..
Un heredero responsable revisando la estabilidad del territorio.
Nadie sospecharia que el verdadero motivo pesaba en su pecho..
el nombre de una joven que no salia de sus pensamientos.
A la mañana siguiente, durante la reunión del consejo militar, Emmet dejó caer la noticia como si se tratara de un asunto menor.
Emmet: Es necesario que inspeccione personalmente el ducado Huxley.
Los informes de bandidos, por leves que sean, requieren que el principe heredero supervise el orden.
Los generales asintieron de inmediato.
El rey, ocupado en otros asuntos, aprobó sin hacer preguntas.
Y asi, sin oposición alguna, el principe obtuvo lo que deseaba.
Esa misma tarde, en sus aposentos, guardaba con cuidado los últimos informes de Astrid, como si fueran documentos de estado.
Un mensajero llamó a la puerta.
Mensajero: Alteza, sus preparativos para el viaje estaran listos al amanecer.
Emmet inclinó la cabeza.
Emmet: Perfecto.
Cuando el mensajero se fue, el principe se permitió un instante de sinceridad brutal.
Apoyó las manos sobre el escritorio y cerró los ojos, respirando hondo.
[Astrid Huxley… no puedo seguir lejos de ti.]
No lo admitia como amor.
No podia llamarlo deseo.
Tampoco aceptaria la palabra obsesión.
Pero mientras la magia azulada recorria sus manos con un temblor ansioso, quedó claro algo que ni él mismo podia negar..
No estaba viajando por bandidos.. No por el ducado.
Al dia siguiente era temprano por la mañana. Astrid estaba sentada en la cerca del establo, comiendo una manzana mientras observaba cómo Valiant jugueteaba en el corral. Antony se acercó con expresión intrigada, como si guardara un secreto.
Antony: Astrid… tengo noticias.
Astrid: Si no es sobre mi montura nueva o sobre un caballo, quizas pueda esperar.
Antony: El principe Emmet viene de visita.
Astrid dejó de masticar. Parpadeó dos veces.
Y luego soltó una carcajada sonora.
Astrid: ¡Oh! ¡Qué maravilla! ¡La alegria del reino viene a visitarnos!
Antony: Por favor, compórtate.
Astrid: ¿Compórtate? ¿Por qué? Él es el que podria espantar a los caballos con esa cara tan seria.
Antony se llevó una mano al rostro, conteniendo la risa.
Antony: Solo digo que seria buena idea que no lo desafies esta vez.
Astrid: ¿Desafiarlo yo? ¡Jamas! Solo haré lo que él provocó la última vez…
Antony: ¿Y qué fue eso?
Astrid: Existir jajaja
Valiant relinchó, como si se sumara a la burla, y Astrid le acarició la frente.
Astrid: ¿Sabes qué, Antony? De verdad me intriga. ¿A qué viene esta vez Su Alteza Invernal?
Antony: Dice que quiere revisar unos informes sobre seguridad… por los bandidos recientes.
Astrid: ¡Qué coincidencia! Justo ahora que la seguridad necesita una sonrisa para derretirse.
Antony negó con la cabeza, pero no pudo evitar reir.
Antony: Astrid, te lo advierto.. Emmet no es alguien que se tome bien las bromas.
Astrid: Pues es una lastima para él, porque yo si me las tomo bien. Y siempre tengo una lista larga.
Se bajó de la cerca con un salto ligero, limpio su pantalón de montar y se acomodó la trenza.
Sus ojos brillaban con esa chispa traviesa que solo aparecia cuando algo prometia diversión… o caos.
Astrid: Muy bien. Que venga la alegria del reino.
Antony suspiró… pero una parte de él, una muy pequeña, estaba emocionada por ver qué ocurriria cuando el huracan de cabello rojo se encontrara de nuevo con el principe que parecia estar hecho de hielo..
Cuando el príncipe Emmet Dunwich llegó al ducado Huxley, el aire parecía cargado de una electricidad peculiar.
Antony lo recibió con la formalidad de costumbre, pero Emmet apenas escuchó la mitad de sus palabras. Sus ojos recorrían el patio, los establos, las escaleras de la entrada… buscándola.
Sin querer admitirlo, la buscaba.
Y como si hubiera respondido a un llamado silencioso, Astrid apareció bajando los escalones de la mansión con paso ligero, usando pantalones de montar y una camisa blanca remangada. Su cabello rojo brillaba bajo el sol como si desafiara al mismo cielo.
Cuando lo vio, sonrió con esa mezcla inconfundible de picardía e inocencia.
Astrid: ¡Oh, Su Alteza! ¡Estaba esperándolo!
Antony se llevó la mano a la cara, anticipando el desastre.. Astrid había dicho la frase con un sarcasmo tan evidente que los trabajadores del establo tuvieron que contener la risa.
Pero el príncipe… no escuchó el sarcasmo.
Ni la burla.
Ni el tono ligero.
Él solo escuchó las palabras.
“Estaba esperándolo.”
Emmet se quedó completamente inmóvil.
No mostró emoción.. como siempre.. pero sus ojos grises se clavaron en los de ella con una intensidad que ni Astrid había visto antes.
Emmet: ¿Me… esperabas?
Astrid abrió la boca, confundida, porque su chiste no debería haber tenido ese efecto.
Astrid: Bueno, sí… o sea, no… ¡No de esa forma!
Emmet: Me esperabas.
Antony intervino rápidamente.
Antony: Alteza, lo que Astrid quiere decir es que..
Astrid: Que estaba esperando ver si espantaba a algún caballo con su presencia.
Antony: …por ejemplo eso.
Pero el príncipe ya no escuchaba nada.
Astrid siguió hablando, bromeando, probablemente diciendo alguna frase sobre que él debería sonreír más seguido porque su rostro parecía un funeral ambulante…
Pero Emmet no escuchó nada.
Solo repetía mentalmente esa frase en un eco intoxicante..
[Estaba esperándolo.]
A sus espaldas, el viento movió suavemente su capa, pero la tensión que se creó entre ambos fue más fuerte que cualquier brisa.
Astrid, viendo que él no respondía a sus bromas, arqueó una ceja.
Astrid: Su Alteza… ¿está bien? ¿O se quedó petrificado otra vez?
Finalmente, Emmet parpadeó..
Su rostro volvió a su máscara habitual, fría y perfecta… pero algo se había quebrado detrás de ella.
Emmet: No pensé que… me estuvieras esperando.
Astrid abrió los ojos con sorpresa y luego soltó una carcajada.
Astrid: ¡Obvio que no lo estaba! ¡Era una broma! ¡Una broma! De hecho, si me hubiera ido a cabalgar mientras usted llegaba, habría estado mucho más feliz…
Pero Emmet seguía tan concentrado en esa idea que ni siquiera reaccionó a la burla final.
[Ella me esperaba… Ella me esperaba…]
Astrid lo miró, desconcertada por esa falta total de reacción.
Astrid: ¿Hola? ¿Su Alteza? ¿Se quedó congelado otra vez? ¿Necesita que le dé un golpe en el hombro para reaccionar?
Emmet inhaló profundamente, recuperándose apenas.
Emmet: No es necesario. Solo… Gracias por esperarme.
Astrid casi soltó la manzana que tenía en la mano.
Astrid: ¡Pero si no lo decía en serio!
Emmet, sin darse cuenta, sonrió apenas.. Una sonrisa pequeña.. Ínfima.. Pero real.
Emmet: (voz baja) Aun así… me alegra que lo hayas dicho.
Astrid sintió que algo en su pecho se agitaba brevemente, aunque lo ocultó con una risa arrogante.
Astrid: Pues no se acostumbre. No pienso decir nada parecido otra vez.
Pero mientras ella se daba media vuelta para ir hacia los establos, Emmet la siguió con la mirada, con esa devoción silenciosa, casi peligrosa, que llevaba semanas acumulándose.
Y en su mente, una sola frase seguía brillando como una llama incapaz de apagarse..
[“Ella me esperaba.”]
Fuera cierto o no, para el príncipe de hielo esa simple frase había sido suficiente para encender un incendio que ya no sabía detener.