María Elena Collazo trata de hacer hasta lo imposible por libararse de las garras de su suegra y de su alcohólico esposo. ¿Hasta qué punto podrá soportar ese infierno? Esta historia es totalmente ficticia. Todos los personajes y vivencias fueron creados por la mente de su servidora. Cualquier semejanza con la vida real es mera coincidencia.
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Un hombre llegó a la estación de policía según él, a "entregarse"
Varios días después, algo insólito ocurrió.
Un hombre llegó a la estación de policía según él, a "entregarse".
La policía no cabía en sí de la incredulidad, el hombre se había presentado por su voluntad.
Cabe mencionar que de un tiempo acá ha sido el hombre más buscado por la policía.
Como era de esperarse las noticias no se hicieron esperar.
"Uno de los hombres más buscados por la policía decidió entregarse voluntariamente. Esta acción nos deja a todos estupefactos".
Vengo a entregarme, he matado a mi madre, pero no fue con intención les juro que no lo hice intencionalmente, pero es que ella me llenaba la cabeza de cosas extrañas, Moisés estaba en un estado deplorable.
Mandaron traer a un doctor y un psiquiatra el hombre no se veía nada bien.
Después de varias horas de checarlo, tanto el doctor como el psiquiatra llegaron a una sola conclusión.
El hombre tenía los nervios destrozados.
Tal vez haya matado a su madre, pero no fue con conocimiento de causa, fue solo una reacción al maltrato de ella.
¿Nos puede decir dónde está su madre?, dijo uno de los policías.
En la choza que está en el bosque.
Un grupo de policías fueron al bosque donde señalaba Moisés.
En efecto, Aranza estaba molida a golpes.
Tanto que uno de los policías no pudo evitar vomitar. El cuerpo de Aranza llevaba tres días ahí y ya estaba en estado de descomposición.
El forense llegó poco después, haciéndose cargo de inmediato.
¡Qué bárbaro, se ensañó con ella!
Ese hombre no está en sus cinco sentidos.
Pasará toda su vida en la cárcel o en el manicomio...
Vámonos, ya no hay nada que hacer aquí.
.
.
Brenda y Rafael veían las noticias...
¡Oh, ese debe ser mi hijo!, por favor, amor, vamos a la delegación. Tengo que averiguar si es mi hijo o no.
Claro que sí, te llevaré.
Teresa y Camilo se quedaron, esperarían noticias de sus padres.
Ya en la delegación, Brenda pidió ver a Moisés.
Por el momento, no es posible, el hombre es muy peligroso, está siendo atendido por un doctor y un psiquiatra.
¿Está loco?, preguntó Brenda.
Bueno, no se sabe aún, por eso lo están checando.
Por favor, solo quiero saber si es mi hijo.
Vaya, ¿ahora resulta que tiene otra madre?, él mató a su madre, ¿cuántas tiene?
Rafael le contó toda la historia.
Ah, ya entiendo, eso es fácil saberlo, se puede hacer una prueba de paternidad. Solo que tiene que esperar. Aunque de nada le va a servir, el hombre jamás será libre, ya sea la cárcel o el hospital psiquiátrico. Créame, señora, ese honbre no es bueno, mejor, deje así las cosas, es un consejo que le doy.
Gracias, pero con todo respeto no le estoy pidiendo consejos. Yo sabré qué hacer.
Rafael le acariciaba la espala, tratando de que no se exaltara.
¿Tendrá un juicio?, prosiguió Brenda.
Sí, señora.
Gracias, le contrataré al mejor abogado. Claro, primero checaré si es mi hijo.
Como guste, dijo el oficial.
Cuando salieron; ¿estás segura de lo que vas a hacer?, preguntó su esposo. Recuerda que el oficial dijo que era muy peligroso.
Lo sé, amor, pero no estaría tranquila si dejara que mi hijo estuviera en la cárcel.
Aún no sabes si es tu hijo.
Tengo la corazonada de que sí lo es. Por favor, amor, llevo muchos años soñando con este momento.
Está bien, ya sabes que te apoyo y siempre lo haré sin importar lo que hagas o decidas.
Al día siguiente, el abogado Enrique Moreno se presentó ante la corte solicitando permiso para ver a Moisés.
Lo dejaron pasar con la condición de que no lo alterara. Debería actuar con cautela.
En la celda, Moisés estaba sentado con la mirada perdida en el vacío; como si no tuviera conciencia de dónde estaba.
Hola, soy Enrique Moreno, seré su abogado.
¿Quién le solicitó sus servicios?, Moisés levantó la vista hacia el abogado.
Lo importante es que yo lo voy a defender. Así que, por favor, cuénteme todo paso a paso.
No puedo contar nada, no lo conozco, ¿cómo puedo confiar en usted?
No tiene opción, o confía o no.
Moisés lo vio por algunos segundos.
Váyase, no voy a hablar, ¿tiene alguna identificación?
Entonces, el abogado sacó una tarjeta y se la dio.
Moisés leyó todas las letras. Es usted uno de los mejores abogados. Lo he oído nombrar varias veces, pero de todos modos no hablaré
Está bien, entonces, tal vez nunca salga de aquí, o lo que es peor puede pasar sus días en un manicomio.
Cualquier cosa es mejor que el infierno que vivía al lado de esa señora.
De acuerdo, con permiso.
Enrique le habló al guardia, ¡abra la puerta!, he terminado con este hombre.
Más tarde, Enrique se presentó con Brenda y Rafael.
El hombre no quiere abogado, dice que no confía en mí.
Tiene que convencerlo, no se preocupe por sus honorarios, le pagaré hasta el último centavo.
Como usted diga, iré mañana a primera hora, a ver si ya recapacitó.
Mientras tanto, Moisés pensaba en ese hombre, pero no creía que fuera a ganar, asesinó a Aranza, era muy bonito para ser verdad.
Estaba aislado en una celda. Lo consideraban peligroso.
¡Abran!, necesito un trago...
¡Cállate!, no estás en una cantina, dijo uno de los reos.
Como Moisés no dejaba de gritar, pronto se hizo una algarabía general.
Los celadores tuvieron que ir a calmar a los reos.
¡Basta!, ¿qué les pasa? ¡Cállense o se quedan sin comer por el resto del día y mañana también!
Ese hombre que no deja de gritar.
Al punto todos se callaron.
Y tú, Moisés, deja de gritar o te llevaré al calabozo.
Por favor, solo un trago.
Aquí no es un bar, será mejor que te comportes.
Moisés se calló por el momento.
Se sentía desesperado por tomar, era un alcohólico empedernido.
Las manos le temblaban, tenía mucha sed de vino o cerveza, lo que fuera.
Ya no aguantaba más. Cayó al suelo convulsionándose.
Un guardia lo vio y actuó rápido, llevándolo al hospital de la cárcel.
Ahí lo atendieron normalizando su presión.
Este hombre está totalmente dependiente del alcohol. Va a sufrir mucho, pero se tendrá que aguantar. No le queda de otra.
Por lo pronto, ya está fuera de peligro. Se quedará aquí hasta que se normalice su presión por completo.
