Llevaba años sufriendo el rechazo del chico que amaba, sin embargo en su corazón albergaba la esperanza de que él tarde o temprano correspondería a sus sentimientos pero una noche tras un desagradable descubrimiento se dará cuenta que necesitará algo más que amor incondicional para conquistarlo, un poco de ayuda de su profesor de confianza.
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Un lugar especial
Había terminado su canción favorita, esa que describía el dolor de amar a una persona y tener que verla con alguien más, el típico cliché; en realidad no era su favorita, solo le gustaba mucho, pero todo había pasado a segundo plano en ese momento, incluso habían pasado dos más que ni siquiera escuchó; todos sus sentidos estaban concentrados en la joven que se movía sobre de él de una forma deliciosa y provocativa, la vista era maravillosa, el contacto con su piel suave y caliente, los sonidos que salían de sus labios eran la mejor melodía que podía escuchar. Ella seguía con movimientos circulares, lentos y por momentos descontrolados haciendo que él enterrará sus dedos en las piernas de ella, en sus sus caderas y en su cintura, buscando de alguna manera saciar la necesidad que aumentaba en su interior.
—Lo estoy haciendo bien —Daniela se agachó un poco y ronroneó cerca de su oído, una descarga de placer lo recorrió de pies a cabeza.
—Claro que sí, preciosa —Gael trató de sonar tranquilo, pero no pudo evitar que sus palabras parecieran más un gruñido. Daniela sonrió de lado, satisfecha por la respuesta y continuó en lo suyo, ahora más rápido y más fuerte, al parecer para terminar con la tortura, porque de hecho sí, en esos días, la dulce chica había aprendido a torturarlo de la manera más deliciosa que podía, Gael no podía hacer otra cosa que disfrutar.
Ella estaba por terminar, podía sentirla; Gael la tomó de las caderas para hacerla descender con más fuerza sobre su hinchado miembro a la vez que él también movía sus caderas para llegar aún más profundo si era posible. Cuando sintió como las paredes de ella se contraían no pudo evitar soltar un gutural sonido liberándose dentro, Daniela gritó extasiada y se dejó caer sobre él completamente agotada.
...
—Profesor, ¿tiene un momento? —le sorprendió una suave voz tras la puerta. Gael se había sumergido tanto en ese recuerdo tan placentero que por un momento olvidó el lugar donde estaba.
—Adelante —respondió aclarándose la garganta. Gael vio a la mujer caminar hasta su escritorio y colocarse frente a él de una forma provocativa.
—¿Ya te vas?
—Hola Fátima.
Fátima era profesora de inglés, muy bella por cierto, alta casi igual que él, cabello rizado y un cuerpo de proporciones perfectas; habían salido un par de veces hacía mucho y no es que hubiera sido malo, solo que no le había encontrado caso a continuar con algo que no iba a ningún lado. No habían tenido ningún problema, se saludaban cuando coincidían por los pasillos o en la sala de maestros. En fin, a Gael le parecía raro que se le acercara de repente.
—En que te puedo ayudar —dijo terminando de guardar sus cosas en su maletín sin prestar atención a la sutil insinuación de la profesora de inglés.
—Tienes planes para hoy —se acercó un poco más inclinándose ligeramente hacía él para mostrar su escote —es viernes y creí que sería buena idea ir a cenar a algún lugar ya sabes, podríamos retomar lo que empezamos hace tiempo.
—No creo que sea buena idea —dijo Gael encontrando los ojos cafés de Fátima.
—¿Por que? Acaso ya estás saliendo con alguien —preguntó sin demostrar que fuera un obstáculo para ella.
—No es por eso, solo que tengo mucho trabajo.
—Bueno, si solo es por eso, tal vez yo pueda ayudarte a cuidar a tus animales.
Fátima acortó un poco más la distancia quedando a solo unos centímetros de los labios de Gael, tanto que sus respiraciones se mezclaban, Gael no retrocedió, aunque tampoco mostró mayor interés.
—Gael, ¿te falta mucho? —Daniela entró agachada mirando la pantalla de su celular —. Lo siento, no sabía que estabas ocupado —, dijo avergonzada cuando se dió cuenta de su error. La profesora de inglés retrocedió y la miraba con un fuego en los ojos que la hizo encogerse sin poder evitarlo.
—Si sabe usted señorita que se debe tocar la puerta.
—Disculpen, no era mi intención… mejor me voy.
—Dani, espera —. Daniela se quedó junto a la puerta sin saber que hacer; no se atrevía a levantar la vista y encontrarse con la mirada fulminante de la profesora aunque aún así podía sentirla sobre ella—. Cómo te decía Fátima, no me es posible. Pero cualquier cosa tengo tu número, te llamo.
Gael siempre era muy amable, incluso cuando no intentaba serlo. En un principio Daniela se sintió pequeña ante esa mujer, pero no podía negar que se sintió tan bien cuando Gael le dio su lugar aún sin ser algo evidente, aun cuando lo que tenían no era una relación como tal, nunca acordaron exclusividad ni nada por el estilo, pero lo agradecía y no podía evitar sentir el pecho lleno de satisfacción.
La profesora de inglés no le quedó opción más que salir del lugar y al pasar cerca de la chica la miró de nuevo con desprecio, Daniela no tenía la culpa del rechazo del apuesto profesor, aunque si llego para ser inoportuna, además la mujer no cabía con su frustración y esa chica era quien estaba más cerca, ella se había dado cuenta del momento de humillación y quizás iría después a contarlo a sus amigas, no podía permitirse ser la burla de unas jovencitas.
—Adelante Dani —Fátima escuchó a Gael dirigirse de forma cariñosa a esa alumna y eso la intrigó pero antes de que pudiera escuchar algo más la puerta se cerró tras ella.