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capitulo 6 Típica novela Cliche
Entre coronas, sombras y pánico
Mis pies se movieron antes de que pudiera pensar.
Salí corriendo. Sin mirar atrás. Dejando a la emperatriz, al príncipe Adrian, a las chicas, a los jardines, al escándalo, a todo. Corrí como si algo me persiguiera. Y sí… me perseguía la verdad. Fría. Brutal. Innegable.
Esto no es solo otra vida. No es solo otra época.
Estoy dentro de una novela.
Dentro de Entre Sombras y Coronas.
Me detuve recién cuando llegué a la parte trasera del palacio. Mis pulmones ardían. Mi corazón golpeaba tan fuerte que casi no escuché al cochero cuando habló.
—Disculpe, señorita Dahiana. El visconde ordenó que los carruajes no se muevan hasta que él regrese. No puedo desobedecer.
Lo miré con los ojos en llamas. Pero no dije nada. Solo apreté los puños y di media vuelta.
No puedo estar acá.
No puedo respirar.
Me escondí detrás de una columna de mármol, apoyé la espalda y me dejé caer lentamente hasta quedar sentada. Mis piernas temblaban. Mis pensamientos giraban sin control.
No es posible. No puede ser… ¿en serio reencarné dentro de un libro? ¡De todos los libros, justo este!
La información llegó como un aluvión.
“Entre Sombras y Coronas”, una novela que leía durante mis turnos de noche en el minimarket, escondida entre cajas de snacks o fingiendo estar revisando inventario. Una historia cliché, pero adictiva. El tipo de fantasía romántica que no podés soltar aunque sepas cómo termina.
Recordé todo, como si lo estuviera releyendo ahora mismo.
El emperador, harto de la falta de compromiso de su hijo Adrian, organiza una competencia secreta entre las jóvenes nobles para elegir a la futura emperatriz.
Adrian, frío y distante, ignora a todas. Hasta que aparece la protagonista: Elya, una chica inteligente, amable y con un secreto mágico.
La villana, Sabrina, pelirroja de fuego y ojos como brasas, está obsesionada con él. Celosa. Peligrosa. Intenta destruir a Elya. Incluso, en los capítulos finales, trata de matarla. Pero Adrian y el archiduque la salvan.
Después, Sabrina es descubierta y exiliada junto a toda su familia. Y cuando parece que la paz llega… boom: se une al Reino de Siora y desata una guerra mágica.
Y ahora estoy aquí. Dentro de esa historia.
Y si Adrian está aquí… y Sabrina también…
Tragué saliva. Me sentí helada. Congelada.
¿Entonces Elya también está aquí? ¿Y si… y si ya empezó la competencia?
Miré mis manos. Eran delicadas. Finas. De piel suave. Estas no son mis manos. Este no es mi cuerpo. Este no es mi mundo.
Y sin embargo…
Estoy aquí.
Un cosquilleo subió por mi columna. Mezcla de miedo y emoción. Era demasiado.
—¿Y ahora qué hago? —susurré, con una risa nerviosa que se escapó de mi garganta.
¿Sobrevivo? ¿Me escondo? ¿Cambio la historia? ¿Puedo?
Porque hay una verdad peor que todo lo demás: yo no existía en ese libro. El nombre Dahiana Sherlock nunca apareció en ningún capítulo.
¿Soy un personaje nuevo? ¿Un comodín? ¿Un error?
Si esto fuera solo un sueño, sería hermoso. Pero no lo es. Todo duele, se siente real. Estoy atrapada en una novela que termina en guerra, con traiciones, sangre, y gente que muere por magia.
Ah, sí. Por si fuera poco: acá existe la magia elemental.
Controlar fuego, agua, tierra o aire… y algunos pocos, incluso, combinaciones. Los magos son escasos, pero valiosos. Y peligrosos.
¿Y si yo también tengo magia? ¿Y si eso es parte del motivo por el que estoy aquí?
Me puse de pie lentamente.
No voy a dejar que esto me destruya.
Tal vez no sé qué papel tengo aún en esta historia… pero esta vez, no voy a ser una lectora.
Voy a ser protagonista.