Después de haber sufrido a manos de su padre, Cyra cayó bajo los engaños del dios Daotan, lastimando a miles de inocentes, pero sobre todo, lastimando a las únicas personas que en verdad la amaban y que ella amaba, ahora el dios Kaayo le dio una nueva oportunidad, pero ¿Qué pasa si Cyra no puede dejar atrás su pasado?
Cyra se siente indigna de esa segunda oportunidad, pero nuevas personas en su vida le harán ver que la única manera de vencer a aquellos que le hicieron tanto daño es ser feliz.
Esta historia está relacionada con la tetralogía de los 4 Guerrero de los Elementos, la cual está compuesta por:
1. El Guerrero de la Tierra
2. La Guerrera del Aire
3. La Guerrera del Agua y
4. El Guerrero del Fuego
Todas estas historias ya se encuentran terminadas y disponibles en la aplicación, si aún no las han leído, los invito a buscarlas en mi perfil.
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Capítulo 21
Ya es súper tarde, despierten, nos quedamos dormidos – comenzó a gritarles Raúl a su esposa e hija, quienes aún dormían profundamente, al ver que no despertaban, comenzó a cernirlas.
- Ya estoy despierta – dice Mara, aún adormilada.
- ¿Qué pasa, pa?, ¿Por qué gritas? – le pregunta Cyra, quien solo quería seguir durmiendo.
- Ya son las 10 – les dice Raúl a su esposa e hija, despajándolas de inmediato.
- ¿Qué?, ¿cómo pudimos quedarnos dormidas? – dice Cyra, quien ya había perdido sus primeras clases.
Sin perder el tiempo, padre e hija se levantan, y Cyra rápidamente comienza a buscar sus pantuflas para irse a su cuarto, pero con las prisas no las encuentra, mientras tanto Mara aún estaba procesando las palabras de su esposo.
- Nos quedamos dormidos, no puede ser, nos quedamos dormidos – dice Mara, quien se levanta y, tomando por sorpresa a su hija, la abraza.
- Ma, ¿por qué esa sonrisa? – le pregunta Cyra muy confundida, a la vez que le corresponde el abrazo, al fin y al cabo, un abrazo es un abrazo.
- Cyra, mi amor, no tuviste pesadillas – le dice la mujer, a lo que Raúl y su hija quedan estáticos, ya que ninguno de los dos lo había pensado.
- No puedes ser, mi niña, no tuviste pesadillas – le dice Raúl, mientras ahora es el que toma a su pequeña en brazos.
Cyra por su parte no podía creer lo que oía, pero era verdad, anoche ella no había soñado nada de nada, su mente había sido una pantalla negra toda la noche.
- No tuve pesadillas – dijo Cyra mientras sus ojos se llenaban de lágrimas de alivio.
El proceso había sido largo, 6 meses en los que sus padres y su novio apenas habían dormido por cuidarla, y al fin las cosas comenzaron a mejorar, porque Cyra sabía que esta sería la primera de muchas noches pacíficas.
Después del gran descubrimiento, la madre de Cyra insistió en hacer un desayuno especial para celebrar, por lo que ambos llamaron a sus asistentes para que se encargaran de la pastelería hasta pasada medio día, y también se disculparon por su falta, por su parte, Cyra le mando un mensaje a Elena para pedirle que le pasara las notas de las clases a las que había faltado.
Cyra, aunque sabía que César ya estaba en la universidad, no pudo evitar llamarle para darle la buena noticia.
- Dime que no es una broma – le dijo César, quien no podía estar más feliz.
- No es una broma, hoy no hubo pesadillas – le dice Cyra, muy emocionada.
- Amor, voy para allá, esto tiene que celebrarse – le dijo César y sin darle tiempo de hablar, César colgó, y se fue de la universidad, no sin antes pedirle a uno de sus compañeros que le pasara las notas del resto de las clases.
César llegó rápidamente a la casa de su novia, con un regalo en mano, y fue recibido por Raúl.
- ¿Un regalo? – le preguntó Raúl al ver la caja en manos de César.
- Sí, este momento lo amerita – le dice César entrando a la casa.
El joven al ver a Cyra, deja el regalo a un lado y no duda en tomar a su novia entre sus brazos, y la levanta para dar de vueltas con ella.
- Felicidades, sabía que lo lograrías – le dice César, quien al bajarla le deja un ligero beso en los labios.
- No habría podido hacerlo sin ti, ni sin mis padres, son los mejores – le dice Cyra, quien les sonríe con infinita gratitud.
- Tú también eres increíble, nunca lo dudes, ahora, el regalo – dice César, quien va hacia la caja y se la entrega a Cyra.
- No tenías que traer nada – le dice Cyra, algo cohibida.
- Si tenía, este momento lo amerita, así que ábrelo.
Ante las palabras de su novio, Cyra abre la caja, sacando lo que hay en su interior, y al verlo sus ojos se llenan de lágrimas.
- César, es hermoso – dice Cyra quien estrecha el regalo contra su pecho.
- Es para que recuerdes que aunque no estemos a tu lado, siempre estaremos contigo, además de que está hecho para que puedas dormir con él, así podrás tenerlo a tu lado por las noches – le dice César, feliz del que regalo le haya gustado.
El regalo en cuestión consistía en un cuadro, en el cual, estaban Cyra, sus padres, César, Ember y Cole, todos en una forma caricaturizada, el cuadro era una especia de almohada bordada, por lo que Cyra podría dormir con el sin riesgo a maltratarlo.
Los padres de Cyra se acercaron a verlo y se sorprendieron al ver a las personas que César había incluido, ya que había incluido a aquellas que habían sido la familia de Cyra en su otra vida.
- Gracias, gracias, lo atesoraré por siempre – le dice Cyra a César, mientras aprieta aún más el cuadro, el cual, a pesar de haberlo tenido desde hace solo unos instantes, ya se había convertido en una posesión muy valiosa para ella.
Ese día Cyra ya no fue a la universidad, y César tampoco volvió a clases, sino que ambos salieron a celebrar el momento, mientras tanto los padres de Cyra si fueron a trabajar, pero solo se limitaron a dar instrucciones y se unieron a su hija y a su pareja para celebrar, y al verse rodeada de sus seres queridos, Cyra solo pudo agradecerle al dios Kaayo por esta segunda oportunidad.