El Desafio Del Alfa

Profecía, segunda parte.

—Este libro es de mi madre, Larissa —dijo Vlad, sosteniéndolo con un cuidado inusual, casi reverencial—. Lo tomé prestado de su biblioteca. Y si se entera... soy un híbrido muerto.

Nos lanzó una sonrisa sarcástica, pero su tono estaba teñido de verdad. Amber y yo intercambiamos una mirada, conscientes de que las cosas que pertenecían a la familia de Vlad no eran simples reliquias: eran piezas de un legado peligroso y poderoso.

—Aquí se cuenta la profecía de la “Diosa Híbrida”. —continuó, abriendo el libro con calma—. Aunque... no hay información clara sobre las habilidades exactas que tendría o sobre por qué las diosas decidieron convertir a una mujer en el arma más peligrosa que jamás haya existido.

Vlad levantó la mirada, asegurándose de que todos estuviéramos prestando atención.

—¿Quieren escucharla? —preguntó, aunque su tono sugería que no iba a esperar una respuesta.

Comenzó a leer, su voz grave llenando la sala con una mezcla de solemnidad y algo más, algo que hacía que mi piel se erizara:

"En el tiempo en que la luz y la oscuridad eran fuerzas separadas, cuando la Luna gobernaba a las bestias y Lilith reinaba en las sombras, las diosas hicieron un pacto. El pacto era una tregua, un delicado equilibrio para mantener la paz entre vampiros y hombres lobo, que luchaban por el dominio de la noche. Pero sabían que ese equilibrio era frágil. Una chispa, una simple traición, podría sumir al mundo en un caos del que nunca se recuperaría."

Vlad se detuvo, alzando la vista para observar nuestras reacciones. El silencio en la sala era denso, pesado. Logan estaba sentado en el sillón, su cuerpo tenso como una cuerda a punto de romperse.

—Continúa —dijo, su voz baja pero cargada de autoridad.

Vlad asintió y siguió leyendo:

"Fue entonces que las diosas tomaron una decisión. Crearon un arma viviente, un híbrido nacido de ambas. Su sangre sería mitad Luna y mitad Oscuridad, uniendo lo mejor y lo peor de ambas deidades. Este híbrido tendría el poder de controlar a vampiros y hombres lobo, forzando la paz o desatando la destrucción definitiva. Pero el costo sería alto: su existencia significaría el inicio de un cambio irreversible."

—¿Qué tipo de cambio? —pregunté, incapaz de contenerme.

Vlad me miró con una expresión seria.

—Eso viene ahora, cariño.

Pasó una página y continuó:

"El híbrido marcará el fin de la era de las diosas individuales. La Luna y Lilith se fusionarán, y de ellas nacerá una nueva deidad: una Diosa Suprema. Este ser regirá no solo a los vampiros y lobos, sino también a todas las razas: hadas, brujas, demonios e incluso humanos. Los descendientes del híbrido serán los herederos del inframundo, una línea de sangre destinada a gobernar sobre todos. Pero no será un reinado de paz. Las guerras cesarán no por reconciliación, sino por la total sumisión de los vencidos. Todo aquel que no se arrodille ante la nueva deidad será consumido por las llamas de su poder."

Amber dejó escapar un jadeo, llevándose una mano a la boca.

—Esto es... —empezó, pero Vlad la interrumpió.

—Oscuro. Lo sé. Pero hay más.

Sus ojos brillaron con una intensidad que me recordó que Vlad, por muy bromista que fuera, era una criatura peligrosa, tanto como el contenido de ese libro.

"El híbrido estará destinado a dividirse entre dos mundos: su sangre la llamará al poder, pero su corazón estará atado a los suyos. La diosa Suprema será despiadada, pero también necesitará amor para sobrevivir, un amor que la equilibre. Sin ese vínculo, su poder se desatará sin control, arrasando con todo lo que toca, incluido aquello que más aprecia."

Mi corazón se detuvo por un instante. Esa última frase resonó dentro de mí como una sentencia que no podía ignorar.

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— ¿Eso es todo? —preguntó Logan, su voz grave y profunda desgarrando el momento de silencio que había caído en la habitación. El aire parecía volverse más denso, como si su tono fuera capaz de alterar la presión a su alrededor.

Podía sentir su aura de alfa desbordándose, extendiéndose por el espacio como una sombra amenazante que provocaba un escalofrío en mi columna. Incluso Vlad, que rara vez se inmutaba, levantó la vista del libro con una ceja arqueada. Logan no solo estaba molesto; Estaba al borde de perder el control, y el poder latente en su interior parecía advertirnos a todos.

Vlad cerró el libro con calma deliberada, sus dedos moviéndose con precisión, como si no tuviera intención de apresurarse, aunque claramente percibía la tormenta que se avecinaba. Su actitud contrastaba con la rigidez que había comenzado a adueñarse de mis músculos.

-No. Esto es solo el inicio —respondió Vlad, sin perder ese tono controlado que a menudo me irritaba y fascinaba al mismo tiempo—. Si quieres respuestas completas, tendremos que buscar más allá de este libro. Pero una cosa es clara.

Logan dio un paso adelante, y el suelo bajo sus botas resonó como una advertencia sorda. Su postura era rígida, los hombros tensos y la mandíbula apretada. Pude notar cómo su respiración se volvía más pesada, casi animal, mientras contenía lo que parecía ser un rugido.

— ¿Qué cosa? —pregunté, mi voz apenas más fuerte que un susurro, pero lo suficientemente firme como para cortar la atención hacia mí.

Los ojos de Vlad se encontraron con los míos, y por primera vez en mucho tiempo, vi una gravedad en su expresión que me resultó profundamente inquietante. Era el tipo de mirada que te hacía cuestionar si querías escuchar la respuesta.

—Tú, querida Karin, no solo eres el arma más peligrosa —dijo Vlad, dejando que las palabras cayeran con un peso casi tangible—. Eres la clave del cambio. Si no aprendes a controlar lo que eres, no habrá un futuro para nadie.

—¡¿Qué demonios significa eso?! —espetó Logan, su voz reverberando como un trueno.

El aura a su alrededor se intensificó, aplastante, y por un momento sentí que el aire en mis pulmones se volvía insuficiente. Amber, que estaba sentada a un lado con su bebé en brazos, lo miraba de reojo, nerviosa, mientras Luke colocaba una mano protectora sobre su hombro.

—Logan, cálmate —dije, intentando sonar tranquila mientras mi interior estaba en pleno caos. Sabía que enfrentarlo no era la solución; era como arrojar más leña a un fuego ya descontrolado. — Por favor, siéntate junto a mí.

El silencio se había vuelto casi insoportable, denso como una tormenta que se acerca, pero aún no descarga su furia. Vlad no se movió de su lugar, sosteniendo el libro cerrado en su regazo, mientras todos observábamos a Logan expectantes. Vlad, sus ojos, normalmente brillantes y llenos de sarcasmo, ahora estaban oscuros, como si lo que estaba a punto de decir cargara el peso de siglos de secretos.

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—Hay algo más —dijo finalmente Vlad, y su tono fue como un cuchillo frío perforando el aire. Mis entrañas se revolvieron, anticipando algo que no quería escuchar.

— ¿Qué más podría haber? —gruñó Logan, la impaciencia clara en su voz mientras su mandíbula se tensaba tanto que parecía que podría romperse. Su mirada alternaba entre Vlad y yo, exigiendo respuestas con una intensidad casi aplastante.

—Esto no es solo una profecía, querido alfa —continuó Vlad, con una calma calculada que parecía irritar aún más a Logan—. Es una advertencia.

Amber, que había permanecido en silencio hasta ahora, alzó la vista desde donde sostenía a su bebé. Su expresión estaba tensa, sus cejas fruncidas, reflejando la creciente incomodidad que llenaba la sala.

— ¿Una advertencia? ¿De qué tipo? —preguntó, su voz más tranquila de lo que esperaba, pero con un matiz de preocupación evidente.

Vlad tomó aire lentamente, cada movimiento suyo cargado de deliberación, como si estuviera eligiendo cada palabra con extrema precaución.

—La Diosa Suprema necesita equilibrio, eso ya lo saben. Su poder, aunque infinito, será inestable. Está diseñado para fluir entre la luz y la oscuridad, para armonizar lo que nunca antes pudo coexistir.

El aire se volvió más pesado, como si las mismas paredes absorbieran las palabras de Vlad y las transformaran en una amenaza palpable. Sentí un escalofrío recorriendo mi columna mientras escuchaba.

—Pero aquí está el problema —continuó Vlad, su mirada clavada en mí, haciendo que mi garganta se secara—: sin ese equilibrio, sin algo —o alguien— que la ancle, ese poder no solo se descontrolará, sino que la destruirá desde adentro.

Mis ojos se abrieron de par en par. Mi respiración se volvió irregular, y mi corazón comenzó a latir con tal fuerza que sentía que todos en la sala podían oírlo.

— ¿Destruirme? —murmuré, con la voz apenas más alta que un susurro.

—Exacto —confirmó Vlad, su tono frío pero firme—. Si pierdes el equilibrio, Karin, no solo perderás el control. El poder comenzar a consumir tu cuerpo, tu mente, todo lo que eres. Y cuando eso suceda, el caos que desates será imparable. Ni siquiera los descendientes de las diosas podrían detenerte.

Un gruñido bajo y gutural salió del pecho de Logan, como un trueno que anunciaba una tormenta inminente. Su cuerpo entero parecía irradiar tensión, como si estuviera manteniendo a duras penas su naturaleza más salvaje.

—Entonces, ¿qué necesita para mantener ese equilibrio? —preguntó Logan, con una voz grave y cargada de peligro.

Vlad no apartó la mirada, enfrentándolo con una serenidad que era casi provocativa.

—A ti. Y… a su otra pareja.

Las palabras cayeron como una bomba en la sala, el impacto resonando en cada rincón.

—¿Qué? —pregunté, mi voz quebrándose mientras mi corazón latía con una fuerza que me aturdía—. ¿Qué quieres decir con eso?

Logan dio un paso adelante, su aura alfa expandiéndose como una onda de choque, y la sensación de peligro en el aire se volvió casi asfixiante. Su mandíbula se apretó tanto que pensé que podría crujir, y sus ojos brillaban con un destello de furia contenida.

— ¿Otra pareja? —rugió, su voz vibrando con una mezcla de incredulidad y rabia—. ¿Pretende decirme que tengo que compartirla con alguien más?

Amber se encogió ligeramente en su lugar, apretando a su bebé contra su pecho mientras Luke colocaba una mano firme sobre su hombro, su postura rígida, claramente preparada para intervenir si las cosas se salían de control.

—Logan, cálmate —dije rápidamente, levantando las manos en un intento de apaciguarlo. Mi propia voz temblaba, pero intenté sonar lo suficientemente firme como para atravesar la ira que lo dominaba—. Esto no tiene que ser así... Podemos encontrar otra solución.

— ¿Otra solución? —espetó Logan, girando hacia mí con una mirada que parecía capaz de atravesarme—. ¿Estás bromeando? ¿De verdad esperas que acepte algo así?

—No es una cuestión de aceptar o no, Logan —intervino Vlad, su tono frío como el hielo—. Es una cuestión de lo que se necesita. Sin ese equilibrio, Karin no sobrevivirá, y si eso ocurre, todo lo que conoces será arrasado. ¿Es eso lo que prefieres?

Logan lanzó un rugido bajo, dando un paso hacia Vlad, su fuerza latente emanando en oleadas tan potentes que casi me hizo retroceder.

—¡Basta! —grité, colocando una mano en su pecho, aunque sabía que era como intentar detener a una fuerza de la naturaleza con un simple gesto. Mis dedos apenas hicieron presión, pero mis ojos buscaron los suyos, rogándole que me escuchara—. Logan, por favor. Esto no es algo que yo haya elegido. Es lo que es, y necesitamos tiempo para entenderlo.

Su mirada ardía en la mía, una mezcla de ira, dolor y algo que no podía descifrar del todo. Por un momento, pensé que podría calmarse, pero la tensión en su cuerpo seguía ahí, latente, como un volcán al borde de la erupción.

Vlad suspiro desde su lugar, pasándose una mano por el cabello, como si ya estuviera acostumbrado a lidiar con explosiones como esta. Pero yo sabía que esto era solo el principio. Si no encontrábamos una forma de manejarlo, esta tensión podría terminar consumiéndonos a todos.

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—Esto es lo que hace que todo sea más complicado. Karin no es solo una híbrida destinada a unir dos razas. Es la encarnación de dos fuerzas opuestas: Shayde, su demonio, representa el lado oscuro, mientras que Lina, su loba, representa la luz. Estas dos fuerzas son tan poderosas como contradictorias, y necesitan un punto de conexión para mantenerse en equilibrio. Tú, Logan, eres el ancla de Lina, su luz, su calma. Y su otra pareja... él es el vínculo de Shayde, su oscuridad, su fuerza.

Logan se levantó de golpe, el sillón rechinando bajo su peso. Las miradas en la sala se enfocaron en él como si el sonido hubiera sido un disparo en medio de un silencio sepulcral.

— ¿Quieres decir que necesita a los dos o va a morir? —preguntó con el ceño fruncido, su voz cargada de incredulidad.

Vlad respondió lentamente, su expresión se tornó grave, una sombra oscura cubriendo sus facciones. El murmullo suave que había llenado la sala se apagó de inmediato, dejando el aire cargado de tensión.

—Así es —dijo con calma, pero su tono era inquebrantable, como si las palabras estuvieran cinceladas en piedra—. La conexión con ambos no es opcional. Es irreversible. Por eso el vínculo entre ustedes no pudo romperse, Logan. Porque tu presencia, junto con la de “él”, es lo que mantendrán a Karin estable. Sin ti, Lina se desequilibraría, y sin la otra pareja, de quien aún no sabemos nada, Shayde haría lo mismo. Ambos son necesarios para que ella pueda controlar su poder.

El peso de sus palabras cayó sobre mí como una pérdida. Mis manos comenzaron a temblar, el frío invadiendo mis dedos mientras trataba de lo mismo que estaba escuchando. Observe a mi alrededor. El bebé Alec estaba en brazos de su madre, con sus enormes ojos curiosos observando a cada uno en la habitación. Parecía ajeno a la tensión que llenaba el ambiente, como si la inocencia de su corta vida lo protegiera del caos.

´Vladimir