Keres Jabbar Elrryan tiene su primer banquete de cumpleaños como hijo menor del Emperador del Imperio Kardext. En el banquete, su padre y hermano mayor le dan dos obsequios que todo el mundo sabe, no es mas que para dejar en claro que Keres es su leal mascota.
Keres es consciente de ello y a pesar de eso acepta los dos obsequios: el título de "Conde" junto a sus deterioradas tierras y un sangriento matrimonio con la Princesa que rechazó a su hermano mayor hace algunos años, ordenando a Keres destruir todo el Reino de Elentia y capturar a la familia Real.
Claramente sabe que el matrimonio es una clase de castigo para ambos y estaba preparado para recibir el desprecio de su esposa.
Pero, ella repetir hasta el cansancio que "lo ama", está intrigado del por qué su esposa se comporta de esa manera cuando se supone debe odiarlo. Y queda más intrigado cuando todo el mundo le dice: "Tú esposa es un demonio, una villana".
«¿...? ¿...?» [Pero si mí esposa es increíblemente adorable]
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TÚ AROMA
Cuando el carruaje imperial y los caballeros imperiales ya no estaban. Keres soltó un resoplido y desenfundó su espada para finalmente cortar la cuerda que tenía Dylan en sus muñecas.
Ni bien tuvo las manos libres, se quitó el paño en su boca para empezar a quejarse.
«¿Quién se cree que es ese maldito idiota? ¡Será el príncipe o lo que sea, pero no puede ordenar amordazar a todas las personas ni bien las ve!, ¡¡Es un maldito hipócrita de mierd-»
«Dylan»
Dylan, que se había desatado los pies, se paró y desenfundó su espada con un...
«No me detengas, lo voy a matar. ¡¡¿Para lo único que vino es para insultarme e insultar todo?!!, ¡¡¡No quiero vacaciones, quiero cortarle la lengua!!!»
«¡Dylan!»
«¡¿Qué?!»
«¿El boticario?»
«No se preocupe, ordené esconderlo. Y todos los soldados se anticiparon a la llegada del príncipe, por lo que no creo que hayan dicho algo que llamara su atención»
«Ya veo. Por ahora ocúpate del resto y vigila a Glen»
«¿No me estás dando mucho trabajo?»
Keres le lanzó la pequeña bolsa con 4 monedas de oro.
«Bueno, entonces ten un pago extra»
Dylan atrapó la bolsa, pero luego la lanzó al bosque con cara de asco.
«No gracias, no quiero tocar nada de lo que venga de ese estúpido tipo»
Keres lo ignoró y miró a los soldados alrededor de la tienda. Era tan notoria el estado de alerta que tenían...
«Gracias, ya pueden romper la formación y retirarse »
«¡Sí, general!»
Los soldados se marcharon junto con Dylan, cuando estuvieron lo suficientemente lejos, Keres volvió a entrar a la tienda. Pero su esposa ya no estaba sobre la cama.
«¿Oona?» [No creo que se haya escapado ¿O si?]
Se paró en medio de la tienda con la lámpara de aceite en su mano, buscándola con la mirada.
«Oona»
Aunque, no tardó en notar un montículo de ropa que nunca debió estar allí, en el fondo de la tienda, sobre todo porque toda la ropa del montículo era suya.
«Oona»
Caminó hacia el montículo de ropa al ver mechones de cabello dorado saliendo por entre las prendas. Al llegar, se sentó frente al montículo, dejó la lámpara a un lado y levantó una de sus camisas con gentileza, descubriendo el rostro lleno de miedo de su esposa.
«Oona, ...¿Qué pretendes al enterrarte bajo toda mí ropa?»
«Y-yo, Sniff-hic, escuché su voz y e-entré en pánico»
«¡!»
«Qu-uería a mí esposo, pero... no estabas, Sniff»
Oona se derrumbó, empezando a llorar con un ruido mínimo, agarrando con fuerza la ropa en la que se había enterrado.
«E-el aroma de tu capa me consoló , ... Sniff-hic-pe-pero no era suficiente. Así que me escondí aquí»
«...»
«Porque aquí, todo huele a tí»
Keres frunció los labios y acarició la mejilla de su asustada esposa. Verla temblando de miedo y llorando...
[Davor, ¿Qué demonios le hiciste para que te tenga tanto miedo?]
Suponer las múltiples respuestas que había para esa pregunta hizo que empezara a notar que un sentimiento extraño nacía dentro de su cuerpo. Tal vez: Indignación.
Pero al mismo tiempo, esto le hizo darse cuenta que su esposa no le tenía miedo, porque, desde que se la trajo nunca huyó de su mirada o su toque. Pensar en que alguien podría entrar en tanto pánico solo por oír una voz, mientras que a él lo abrazaba y suplicaba por cariño.
Eso calmó el sentimiento oscuro que parecía querer surgir desde el interior.
Tomó aire para suavizar el sonido de su voz mientras limpiaba las lágrimas de Oona con la manga de su camisa.
«Oye, tranquila, mírame a los ojos»
Oona hizo lo que le dijo y mordió sus labios cuando Keres le dijo:
«Shh, no llores, no tengas miedo, desde esa noche que interrumpiste en mi tienda a mitad de la noche y ví tus ojos. Aunque no escuchaste, te lo prometí, daría mi vida para protegerte. Eres mi esposa, y mi vida entera está comprometida a resguardarte»
Las pupilas rojas de Oona se dilataron y cerraron otra vez para al final salir de aquel montículo para abrazar a su esposo.
Keres ya no le dijo nada, no la regañó, solo le devolvió el abrazo a su esposa y besó arriba de su cabeza para consolarla, dejándola llorar para que se desahogara.
La abrazó hasta que ella se calmó y quedó agotada por el llanto. Limpió su cara con un pañuelo blanco y la cargó con delicadeza entre sus brazos.
[Ella es demasiado frágil y sensible. Es muy obvio que está rota por dentro, ...pero me pregunto, ¿Qué tan rota y triste estás ahora?]
Oscureció su semblante.
[Quiero preguntarte, pero temo que sea demasiado doloroso para recordar, o quizá, no te atrevas a contarme todo. Será mejor, averiguarlo por mi cuenta. Así que empecemos por las máscaras de piel que mencionaste]
Dejó a Oona dentro de la cama, la cubrió con mantas para finalmente recorrer su cabello con una suave caricia hasta llegar a las puntas y así tomar firmemente un mechón de su cabello.
[Para obtener información de las máscaras de piel, de la cuál no se sabe casi nada, tengo que ir al bajo mundo. Pero yo nunca me he metido ahí, tampoco conozco a nadie por ahí... Excepto...]
Expulsó un largo suspiro de desgano al pensar en "esa persona", su mente le hizo la jugada de recordar el sello de una carta: Una preciosa serpiente alrededor de un escudo.
[No creo que tenga otra opción si es que se trata del bajo mundo]
***
Al anochecer, de ese mismo día. Davor había vuelto al palacio imperial.
En la entrada no lo esperaba nada más que un mayordomo joven, con cabello azul a quién el llamaba:
«Darios»
El mayordomo se inclinó.
«Majestad»
«¿Ocurrió algo mientras no estaba?»
«Nada en absoluto, todo como de costumbre. Sólo, su madre, la Emperatriz ordenó verlo en sus aposentos»
Davor suspiró agotado, como si ya supiera lo que venía. Cerró los ojos y los volvió a abrir como si estuviera dándose valor para hacer algo.
«Bien, iré de inmediato. Dile a Levana que volveré mañana en la mañana. Solo si pregunta»
«Como ordenes, su alteza»
Davor ya no dijo nada y entró al interior del palacio, caminó por fríos pasillos que eran iluminados por las lámparas.
Llegó hasta una pared donde yacía la pintura de un cuervo picoteando migajas. Levantó su mano y empujó el cuadro, lo que activó un mecanismo.
Él, inclinó la cabeza un poco a la derecha, justo para esquivar la flecha trampa desde adentro. No le prestó atención al arma y entró dentro, llegando a un pasillo iluminado con antorchas.
Caminó y caminó hasta llegar a una puerta de acero que resguardaba una criatura pequeña y deforme, tan deforme que Davor no pudo evitar poner una expresión de asco.
«Abre la puerta Igort»
La criatura deforme caminó pesada y empujó la puerta de acero lo más rápido que podía con un...
«Sí... mi señor»
Cuando por fin , un lado de la puerta fue abierta, Davor entró, un pasillo corto, con varias jaulas adornando los lados. Con las personas encerradas siguiendo sus pasos.
Antes de llegar a la habitación principal, su pie derecho se hundió un poco y otro mecanismo se accionó, disparando las ballestas en la pared.
Davor esquivó dando vueltas para atrás y al momento de parar pensó:
[Está molesta]