Alex Borisov es un Don de la mafia rusa. Tenía un acuerdo de matrimonio cerrado con la italiana Caterina Colombo, cuando él alcanzaba la mayoría de edad y ella era apenas una adolescente. Una de las cláusulas de ese acuerdo era esperar a que Caterina cumpliera dieciocho años, y que ella solo supiera que tenía un prometido el día de la boda.
Los años pasaron, y Alex fue víctima de una trampa, obligándolo a casarse con la joven, con quien tuvo una hija. Fueron meses viviendo amargados, recordando que no deseaba ese matrimonio. Él, que siempre había sido serio, se cerró a todo, como una piedra inaccesible. Hasta que, misteriosamente, su esposa es asesinada.
Cuando queda viudo, decide ir en busca de su verdadera prometida en Italia. Caterina llega a la vida de Alex con toda su intensidad y persuasión, dispuesta a sacudir su mundo y, con su insistencia, promete romper la piedra que él puso en lugar de su corazón.
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Capítulo 16
Caterina
Cuando salí, Alex ya no estaba en la habitación. Ni en la mesa para el almuerzo. Pregunté y me dijeron que se había ido.
El día pasó. Ya estaba creando una rutina con Alice, así que siempre pasaba un tiempo con ella. Hoy me quedé toda la tarde, para que Odete pudiera descansar más.
Ya estaba anocheciendo, esperaba que Odete viniera para quedarse con ella, y yo arreglarme.
Estaba ansiosa, sintiendo un cosquilleo en el estómago. Alex y yo no peleamos hoy, él estaba más tranquilo y me invitó a cenar, es una buena señal, ¿no?
Cambiaba el pañal de Alice de espaldas a la puerta, cuando oigo los pasos, sé que debe ser Odete que vino a quedarse con la pequeña.
—Qué bien que ya viniste Dete, voy a arreglarme para la cena con... —aún estaba de espaldas y antes de terminar la frase me extrañó, porque sentía a alguien en la habitación, pero no parecía la niñera.
Me giré y casi me asusté, al ver a esa tal Selena, parada mirándome con aire de burla.
—¿Cena con... el Don? —preguntó chasqueando la lengua con ironía.
—Con mi marido, ¿quién más sería? —mi voluntad era solo ignorarla.
Ella se acercó a mí y yo apreté a Alice en mis brazos, fue automático, como si quisiera protegerla de algún mal. No conocía a Selena, pero no me gustó.
—¿El Don te invitó a cenar? ¿Y dónde está él ahora que no lo estoy viendo?
—¡Eso no es asunto tuyo!
Ella rió y yo la miré seria.
—Estás toda engreída, ¿porque crees que eres especial? A Alex no le importas, vaca.
—¿Cómo me llamaste?
Parpadeé sin creer en su audacia. Que sonrió pareciendo divertirse.
—Para ti es Don y no Alex, si oigo que llamas a mi marido por el primer nombre de nuevo, te arranco la lengua, y llámame señora.
—Te crees, ¿verdad? Pobre.
—Si sigues así, voy a contarle todo a mi marido. ¿Estás lista para las consecuencias?
Ella rió incrédula. Era descarada y eso me estaba irritando. Ganas de darle un puñetazo en la cara.
—¿De verdad crees que él va a creerte? A Alex no le importa, se preocupa mucho más por mí que por ti.
—¿Y quién eres tú? ¡¡Yo soy su esposa!!
—Oh querida, estás llegando ahora, no sabes nada. Alex y yo crecimos juntos, yo lo salvé de un atentado y él hace cualquier cosa que yo le pida, todo por la gratitud que tiene. Puedes decir lo que quieras, él no va a creer.
—Vamos a ver entonces. —dije determinada.
—Voy a mostrarte hoy, que Alex se preocupa por mí y no por ti.
Ella camina hasta la puerta y siento mi sangre hervir. Quería responder, pero déjala, no vale la pena.
—Ah y otra cosa... —ella se detiene antes de pasar por la puerta. —Cuidado para no tener el mismo destino de la difunta.
Ella habla y sale. ¿Esta descarada me está amenazando? Respiro hondo para controlar mi rabia, y vuelvo a arreglar a Alice.
Después de algunos minutos, Odete viene y yo me despido de mi pequeña. Voy a la habitación y así que entro, recuerdo que mi madre aún no mandó mi ropa, no tengo una lo suficientemente bonita para ir.
Recuerdo lo que Odete dijo, que Alex no quiso nada de la difunta mujer después de que ella murió. Pienso en la posibilidad... ¿será que esta ropa es realmente para mí?
Entro en el clóset y observo la ropa, peor que siendo o no, voy a tener que usar una de esas. Miro cada una, y mis ojos brillan cuando veo un vestido todo dorado, es lindo y muy elegante. Tiene tirante de un lado solo, dejando un lado palabra de honor mostrando el hombro y otro cubierto.
Va a ser este.
Cuando lo cojo veo que está con la etiqueta, menos mal, al menos si no son para mí, este nadie lo ha usado aún.
Tomo un baño demorado, seco y modelo mi cabello, cojo la pequeña maleta de maquillaje que traje y hago un maquillaje un poco más intenso, no obstante, no es llamativo. Me pongo el vestido y cuando me miro en el espejo, ¡guau! Me sorprendo.
Me pongo un tacón y salgo de la habitación, camino hasta el borde de la escalera. No veo a nadie. Estoy nerviosa, ¿será que espero por él en la sala? Aún faltan algunos minutos para la hora que él combinó.
Veo a Selena apareciendo y pongo los ojos en blanco. Quería poder pedirle a Alex que no deje que ella entre aquí nunca más, no obstante no sé si puedo.
Ella sube las escaleras y viene para cerca de mí.
—¿Qué quieres? —pregunto ya sin paciencia.
—Hasta que estás bonita. Pena que no va a haber cena ninguna hoy.
—No sabes nada. Alex ya está llegando.
Así que hablo, escucho la movimentación de coches allá afuera, me siento aliviada. Él recordó y llegó. Selena ríe y yo me quedo sin entender, ¿qué está tramando ella?
Oigo los pasos acercándose y de la nada, Selena se tira de la escalera, bajando dando vueltas y gritando. Todo sucede tan rápido que no consigo ni racionar. Cuando ella se detiene allá abajo, Alex aparece, él me mira a mí en la cima de la escalera y mira a Selena caída en el suelo.
—Ay... ¡yo no te hice nada! ¿Por qué me tiraste? —Selena dijo y comenzó a llorar.
Me quedé chocada, ¿cómo pudo hacer eso? Bajé las escaleras, Alex estaba parado serio, intentando entender.
—¡Mentirosa! —espeté.
—Estaba intentando hacerme amiga de ella, pero ella dijo que no le gusté. También habló para que no me acercara a ti, y simplemente me empujó de la escalera.
—¡Es mentira! Yo no...
—¿Por qué hiciste eso? —Alex me interrumpió. —No puedes empujar a las personas de una escalera. Si no te gusta alguien cercano a mí, habla conmigo y no resuelvas con tus propias manos.
Cuando él terminó de hablar, mi cuerpo entero se congeló.
—Alex, no estoy mintiendo, ni siquiera la toqué. —mi voz salió un poco fallida, sentí ganas de llorar. Él ni siquiera me dio el beneficio de la duda, simplemente no creyó en mí.
Cuando recuerdo lo que Selena habló más temprano, parece que el suelo huye de mis pies. Ella tenía razón. A Alex no le importo. ¿Qué me hizo pensar, que por él invitarme a cenar, algo iba a cambiar?