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El Corazón Helado Del Príncipe Omega Y Su Leal Caballero Alfa

El Corazón Helado Del Príncipe Omega Y Su Leal Caballero Alfa

Status: En proceso
Genre:Romance / Yaoi / Hombre lobo / Omegaverse / Amantes del rey
Popularitas:1.6k
Nilai: 5
nombre de autor: Mckasse

En el reino nórdico de Valakay, donde las tradiciones dictan el destino de todos, el joven príncipe omega Leif Bjornsson lleva sobre sus hombros el peso de un futuro predeterminado. Destinado a liderar con sabiduría y fortaleza, su posición lo encierra en un mundo de deberes y apariencias, ocultando los verdaderos deseos de su corazón.

Cuando el imponente y misterioso caballero alfa Einar Sigurdsson se convierte en su guardián tras vencer en el Torneo del Hielo, Leif descubre una chispa de algo prohibido pero irresistible. Einar, leal hasta la médula y marcado por un pasado lleno de secretos, se encuentra dividido entre el deber que juró cumplir y la conexión magnética que comienza a surgir entre él y el príncipe.

En un mundo donde los lazos entre omegas y alfas están regidos por estrictas normas, Leif y Einar desafiarán las barreras de la tradición para encontrar un amor que podría romperlos o unirlos para siempre.

NovelToon tiene autorización de Mckasse para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Familia Alfa y Omega.

El aire se volvió aún más tenso cuando Astrid anunció la llegada de nuestros padres. Sus palabras resonaron como una campanada que marcaba el inicio de algo inevitable. La unión de nuestras familias en un banquete era una tradición que simbolizaba alianzas, pero en este caso, no podía ignorar el verdadero motivo detrás de la reunión.

—Los reyes del norte y la frontera estarán aquí al anochecer —dijo Astrid mientras caminaba por la sala principal, supervisando los preparativos. Su tono era tranquilo, casi neutral, pero sus ojos mostraban la determinación de alguien que ya había tomado una decisión.

Yo me mantenía cerca de Einer, que había permanecido en silencio desde nuestra última conversación. Había algo en su postura que me inquietaba, como si él supiera algo que yo no.

—¿Un banquete? —murmuré, cruzándome de brazos—. ¿Es realmente necesario?

—Por supuesto que lo es —respondió Astrid sin mirarme, ajustando un adorno en la mesa principal—. Es una tradición. Además, esta será la ocasión perfecta para hacer un anuncio importante.

Mis ojos se entrecerraron al escuchar esas palabras.

—¿Qué anuncio?

Astrid se detuvo, girando lentamente hacia mí. Su rostro estaba sereno, pero su mirada contenía una mezcla de desafío y expectativa.

—La ceremonia del ritual entre tú y Einer, realmente estabas en chick cuando te lo comenté porque veo que no me escuchaste. —dijo con firmeza.

El silencio que siguió fue sepulcral. Mi respiración se detuvo por un momento, mientras procesaba lo que acababa de escuchar. Einer, a mi lado, no dijo nada, pero podía sentir la tensión en su cuerpo. ¿Me perdí de algo?

—¿Estás hablando en serio? —pregunté, mi voz apenas en un susurro.

—Por supuesto que sí —respondió Astrid—. Es lo que debe hacerse. No solo por nosotros, sino por los gemelos. Este ritual es esencial para estabilizar el vínculo que compartes con ellos… y con Einer Sino lo verán como un enemigo y tu vida estaría en riesgo de enfermarse de nuevo.

—¿Con Einer? —repetí, incrédulo. Mis ojos se dirigieron hacia él, buscando alguna señal de protesta, pero él solo me miró, sus labios apretados en una línea delgada.

—Es un ritual de equilibrio, Leif —dijo Einer finalmente, con voz grave—. No es algo que puedas evitar. En mi país es común.

—¿Y yo no tengo nada que decir en esto? —pregunté, mi tono subiendo ligeramente recordando su traición con el corazón helado.

Astrid se acercó, colocando una mano en mi brazo. Su toque era suave, pero su expresión estaba cargada de determinación.

—Leif, entiendo que esto es difícil para ti, pero no podemos permitirnos el lujo de ignorar lo que está en juego. Tus padres, mis padres… todos estarán aquí para presenciar este momento. No solo es un deber, es un honor.

Me solté de su agarre, dando un paso atrás. Mi mente estaba llena de preguntas y dudas. ¿Cómo podía considerar esto un honor cuando yo no lo veía más que como una carga?

—Esto no es un honor para mí —dije, mi voz temblando de ira contenida—. Es una sentencia.

Antes de que Astrid pudiera responder, un sonido de trompetas anunció la llegada de los invitados. La puerta principal se abrió, dejando entrar el aire frío del norte, junto con la imponente figura de los padres de Astrid. Su madre, la reina Sigrid, era alta y majestuosa, con un cabello tan blanco como la nieve y ojos azules que parecían atravesarte. Su padre, el rey Halvard, tenía una presencia igualmente poderosa, con una barba espesa y una voz que resonaba como un trueno.

—Astrid —saludó Sigrid, abrazando a su hija brevemente antes de dirigir su mirada hacia mí—. Y tú debes ser Leif.

Incliné la cabeza en un gesto respetuoso, aunque no podía evitar sentirme juzgado bajo su escrutinio.

Su padre Alexis ni siquiera me miró.

Detrás de ellos, mis propios padres entraron, trayendo consigo la calidez y la energía de la frontera. Mi madre, Freya, era una mujer de cabello rojizo y ojos verdes llenos de vida, mientras que mi padre, Rurik, era tan robusto como los hombres de este pais, pero con una sonrisa que podía desarmar a cualquiera. Su melena rubia brilla como el sol de medio día.

—Leif —dijo mi madre, abrazándome con fuerza con su melena chorreando por su espalda—. Qué alegría verte.

—Igualmente, madre —respondí, aunque mi mente estaba lejos de la calidez de su abrazo.

El banquete comenzó poco después, con mesas repletas de platos tradicionales de ambas regiones. Las conversaciones fluían, aunque yo apenas podía concentrarme en lo que se decía. Mis ojos seguían volviendo a Astrid, quien permanecía tranquila y serena, como si todo estuviera saliendo según su plan.

Finalmente, llegó el momento que ella había estado esperando. Se levantó de su asiento, haciendo un gesto para captar la atención de todos.

—Mis queridos padres, y estimados reyes de la frontera —comenzó, su voz resonando con autoridad—, esta noche no solo celebramos la unión de nuestras familias, sino que también tengo el honor de anunciar un evento de gran importancia.

Todos los ojos se volvieron hacia ella, incluida mi propia mirada, llena de incredulidad y aprehensión.

—La ceremonia del ritual entre Leif y Einer se llevará a cabo en tres días —anunció con una sonrisa—. Será un momento de unión, de equilibrio, y de esperanza para nuestro linaje.

Un murmullo recorrió la sala mientras las palabras de Astrid se asentaban en la mente de los presentes. Mi madre me miró con preocupación, mientras mi padre fruncía el ceño ligeramente. Los padres de Astrid, por otro lado, parecían completamente satisfechos con la noticia.

Einer me miró de reojo, su expresión imposible de leer. Yo, por mi parte, sentí que el peso de esa decisión recaía completamente sobre mis hombros, una vez más.

Astrid volvió a sentarse, su mirada fija en mí como si esperara que dijera algo. Pero no lo hice. No podía.

La ceremonia comenzó al caer la noche, bajo un cielo estrellado y un círculo de antorchas que iluminaban el centro del salón principal del castillo de Astrid. Los padres de Leif y Einer, junto con los clanes aliados, estaban reunidos para presenciar el ritual que uniría al Alfa y al Omega en un vínculo ancestral. Astrid se encontraba de pie, presidiendo la ceremonia como líder y testigo, con un aire solemne que acallaba incluso los susurros más discretos entre los invitados.

Einer, vestido con una túnica oscura que representaba su condición de Alfa, se arrodilló frente a mi, quien llevo un manto plateado que simbolizaba mi linaje noble como Omega. Astrid tomó una daga ceremonial con incrustaciones de rubíes y cortó superficialmente la palma de Einer, dejando caer su sangre en un cáliz dorado. Luego hizo lo mismo conmigo.

—Con este acto, los lazos de sangre y voluntad unen a un Alfa y un Omega bajo las leyes de nuestros ancestros. ¿Juras proteger y respetar este vínculo? —preguntó Astrid, dirigiéndose a Einer.

—Juro. —Einer respondió con voz firme, aunque sus ojos permanecieron bajos, sintiendo el peso de mi mirada fría.

—¿Y tú, Leif? ¿Aceptas este vínculo bajo las leyes y dejarte proteger?

Yo sostuve la mirada de Astrid con desdén antes de responder:

—Acepto, bajo mis propios términos.

Aunque mis palabras tensaron la atmósfera, nadie se atrevió a intervenir. Astrid continuó con el ritual, entregándonos el cáliz para que ambos bebieramos. La unión estaba sellada.

Tras el banquete, nosotros fuimos escoltados a una habitación privada decorada con seda y pieles, propia de una pareja recién unida. Pero el aire dentro de la estancia era más gélido que las montañas del norte.

—Arrodíllate, Einer, —ordené con una voz que no dejaba lugar a discusión.

El Alfa obedeció sin dudar, bajando la cabeza mientras su corazón latía con fuerza. Me senté en una silla ornamentada, crucé una pierna sobre la otra y alcé un pie descalzo, señalándolo hacia Einer.

—Lame mis pies, —demandé, mirándolo con desdén.

Einer dudó un segundo, pero la frialdad en los ojos de Leif lo obligó a obedecer. Bajó la cabeza y, con reverencia, comenzó a cumplir la orden.

—Recuerda esto, Einer, —dije con mi tono gélido y cortante—. Siempre estarás por debajo de mí. Soy quien tiene el poder aquí. Y si alguna vez me haces sufrir o traicionas mi confianza, pagarás el precio.

Einer levantó la mirada por un momento, pero el peso de mis palabras lo obligó a asentir.

—Nunca te haré daño, Leif, —susurró con sinceridad, aunque su orgullo estaba hecho pedazos.

Me levanté de la silla y tomé un frasco de vidrio oscuro de una mesa cercana.

—Bebe esto. Es una poción que impedirá que me embaraces. No pienso tener tus hijos… no todavía, al menos.

Einer tomó el frasco con manos temblorosas, sintiendo que cada momento lo ataba más profundamente a mi control. Sin decir nada, bebió el contenido de un trago, dispuesto a aceptar cualquier condición si eso significaba mantener la paz.

Lo miré con frialdad por un instante, antes de acercarme y acariciar su rostro con un gesto calculado.

—Buen chico. Ahora, duerme en el suelo. Ahí es donde perteneces hasta que yo cambie de opinión.

Y así, como Alfa y Omega unidos compartimos nuestra primera noche juntos, con un abismo de poder y resentimiento entre nosotros que solo el tiempo podría resolver... o ampliar. Einer había provocado que yo como su Omega tenga el corazón de hielo por las decisiones que tomó sin mi consentimiento.

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Yoha D' Boliivarr
se que es una historia pero me hace eso y lo mando a mamarse varias caravanas.
Yoha D' Boliivarr
leif es un completo imbecil , me molesta mucho como lo trata , todo lo hizo por un bien mayor , sino lo hacia lo iban a separar de nuevo y hasta podia morir , 😡😡😡
Yoha D' Boliivarr: bueno relativamente no fue violacion , es como decir actualmente un afrodisíaco y el ya esta casado con esta astri , todo lo planeo y dejo entre la espada y la pared , o lo hacia de ese modo y lo alejaban de nuevo y podia morir , se que su actuar no fue el mejor , pero el aun asi , praticamente tubo que ver como leif se acostaba porque el fue que embarazo a astri asi que no sufrio mucho que digamos
Yoha D' Boliivarr: bueno relativamente no fue violacion , es como decir actualmente un afrodisíaco y el ya esta casado con esta astri , todo lo planeo y dejo entre la espada y la pared , o lo hacia de ese modo y lo alejaban de nuevo y podia morir , se que su actuar no fue el mejor , pero el aun asi , praticamente tubo que ver como leif se acostaba porque el fue que embarazo a astri asi que no sufrio mucho que digamos
total 3 replies
Diosa David Torres
🥺🥺🥺😢😢😢
Diosa David Torres
Hermoso inicio
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