En el lujoso mundo de los negocios, donde el poder y la codicia son la regla, surge una historia de amor llena de traiciones, celos y secretos ocultos. "Sombras de Pasión" narra la vida de Sofía Valente, una joven mujer independiente y decidida, que lucha por cumplir sus sueños en un mundo controlado por hombres de hierro. A lo largo de la novela, su vida se entrelazará con la de Gabriel Ríos, un empresario frío, calculador y exitoso, cuya única pasión parece ser el dinero y el control.
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Capítulo 21 - Entre el Amor y el Poder
El ambiente en la oficina de Gabriel Ríos era espeso, cargado de una tensión palpable que amenazaba con estallar en cualquier momento. Desde su ventana, el imponente skyline de la ciudad se extendía como un recordatorio del poder que había acumulado a lo largo de los años. Pero esta mañana, su mente no estaba en los negocios, sino en una sola persona: Sofía Valente.
Gabriel apretó los puños mientras releía el informe sobre las maniobras recientes de Victoria. La mujer estaba jugando con fuego, y si algo le irritaba más que la traición, era la falta de control sobre las situaciones. Pero más allá de su imperio, lo que realmente le inquietaba era cómo esto afectaría a Sofía. Se había prometido protegerla, no solo del mundo que los rodeaba, sino también de él mismo. Sin embargo, cada vez que la veía, el deseo de controlarla y poseerla se intensificaba. Sabía que su amor por ella era real, pero también sabía que la línea entre protección y posesión se volvía cada vez más borrosa.
—Señor Ríos, la señorita Valente está aquí —anunció su asistente por el intercomunicador.
El corazón de Gabriel dio un vuelco. La llegada de Sofía siempre generaba esa mezcla de adrenalina y anticipación en él. Cuando ella entró a la sala, su presencia lo invadió por completo. Con su porte elegante y decidido, Sofía irradiaba una fuerza que lo fascinaba y desafiaba al mismo tiempo.
—¿Qué es lo que Victoria ha hecho ahora? —preguntó Sofía, sin rodeos. Sabía que Gabriel estaba manejando algo delicado, y su intuición le decía que tenía que ver con la amenaza que recibieron días atrás.
—Victoria está jugando a desestabilizarnos, como era de esperarse. Pero no solo es ella, Sofía. Lucas también está moviendo piezas. —Gabriel se inclinó hacia adelante, su tono grave y controlado, pero la tensión en sus hombros era evidente.
Sofía sintió un nudo en el estómago al escuchar el nombre de Lucas. Sabía que su antiguo socio había sido desenmascarado, pero no estaba preparada para enfrentar la idea de que aún pudiera estar conspirando en su contra. Había confiado en él durante años, y la traición seguía siendo una herida abierta.
—¿Qué más están planeando? —su voz era firme, pero Gabriel notó el ligero temblor en ella.
—Han estado manipulando los contratos que firmamos juntos. Quieren hacerte parecer débil en la industria y aislarte. Están jugando con fuego, pero no lo permitiré. —Su tono se volvió más duro, más dominante.
Sofía lo miró a los ojos, desafiándolo con su propia fortaleza. No iba a ser una víctima, ni de Victoria ni de Lucas. Y mucho menos iba a permitir que Gabriel la viera como alguien que necesitaba ser protegida constantemente. Era una mujer empoderada, y si había algo que odiaba, era la sensación de que su éxito dependía de alguien más.
—No necesito que me protejas, Gabriel —dijo, alzando la barbilla—. Sé enfrentarme a mis enemigos.
El rostro de Gabriel se oscureció. Admiraba su fuerza, pero su naturaleza posesiva no podía evitar sentir la necesidad de controlarla, de asegurarse de que ella estuviera a salvo, incluso de sí misma. Se acercó a ella, imponente, y la tomó suavemente por los brazos.
—Lo sé, Sofía. Pero entiéndelo, no estoy acostumbrado a ceder el control. No cuando se trata de ti.
Ella se soltó de su agarre, con una chispa de desafío en sus ojos. Se había enfrentado a hombres poderosos antes, y Gabriel, por mucho que la atrajera, no iba a ser una excepción.
—No puedes controlarme, Gabriel. Si vamos a estar juntos en esto, tiene que ser como iguales.
Las palabras de Sofía lo golpearon como una ola de frío. Ella no era como ninguna otra mujer que había conocido, y esa era precisamente la razón por la que se sentía tan atraído por ella. Pero su mundo estaba construido sobre el poder, sobre ser el hombre dominante en todas las situaciones. Y aunque estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por ella, la idea de ceder el control le era insoportable.
—Lo que tenemos no es un juego, Sofía —respondió, acercándose aún más, su voz baja y peligrosa—. No voy a perderte por culpa de Lucas o Victoria. Si tengo que aplastarlos para protegerte, lo haré.
El corazón de Sofía latía con fuerza, y no solo por la intensidad de las palabras de Gabriel, sino por el hecho de que, en el fondo, sabía que él haría exactamente lo que estaba diciendo. Pero no quería ser otra pieza en su tablero de ajedrez, un peón que él moviera a su antojo. Ella tenía sus propias ambiciones, su propia vida. Y, aunque lo amaba, no iba a perderse en la sombra de su poder.
—No soy una pieza que puedas mover a tu conveniencia, Gabriel. Si vamos a luchar contra ellos, lo haremos juntos, o no lo haremos en absoluto.
Los ojos de Gabriel ardieron de celos y frustración. No podía soportar la idea de perder el control, pero al mismo tiempo, sabía que Sofía era diferente. Ella no era como las mujeres que había conocido antes, aquellas que buscaban su dinero o su poder. Ella era su igual, y esa idea lo aterrorizaba y lo fascinaba al mismo tiempo.
—Está bien —dijo finalmente, con una sonrisa oscura en los labios—. Juguemos juntos, entonces. Pero recuerda, Sofía, en mi mundo, las traiciones no se perdonan.
Ella lo miró directamente a los ojos, sin pestañear. Sabía que Gabriel estaba lidiando con sus propios demonios, pero también sabía que juntos podían enfrentar cualquier cosa.
—No planeo traicionarte, Gabriel —respondió, con una determinación inquebrantable—. Pero tampoco voy a traicionarme a mí misma.
Gabriel la tomó por la cintura, acercándola más hacia él. Sus labios se encontraron en un beso cargado de pasión, deseo y una promesa silenciosa de que, sin importar cuántas sombras se interpusieran en su camino, seguirían luchando. Juntos.
Sin embargo, ambos sabían que el verdadero reto aún no había comenzado. Victoria y Lucas no iban a ceder fácilmente, y las heridas del pasado aún estaban abiertas. Pero, por primera vez, tanto Gabriel como Sofía estaban dispuestos a enfrentarlo todo, porque sabían que lo que sentían el uno por el otro era más fuerte que cualquier traición.
Mientras la mañana avanzaba y el sol iluminaba la ciudad, el juego de poder y amor apenas comenzaba. Pero ya no había marcha atrás.