Lyra, una joven de origen humilde, jamás imaginó que su vida daría un vuelco tan radical. A bordo del lujoso crucero llamado Temple, un mundo de opulencia y glamour se abrió ante ella. Entre camarotes dorados y fiestas deslumbrantes, Lyra se encontró trabajando como camarera, lejos de su sencilla existencia. Allí, cruzó su mirada con la del enigmático capitán, Kael. Un hombre de belleza imponente y carácter indómito, cuya mirada helaba hasta los huesos de los más osados. Sin embargo, Lyra, con su inocencia y espíritu indomable, logró derretir poco a poco el frío hielo que rodeaba a Kael, descubriendo un alma atormentada bajo esa fachada de dureza.
NovelToon tiene autorización de Foxtrot01 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
La Danza de las Sombras
El sol se filtraba a través del dosel de hojas, creando un mosaico de luz y sombra que danzaba sobre la espesura de la jungla. Lyra y Kael, cubiertos de barro y empapados por la lluvia torrencial que había azotado la isla durante la noche, avanzaban con cautela entre la vegetación. El río que los había separado de su barco parecía interminable, y el terreno, accidentado y hostil, no ofrecía ninguna pista sobre su ubicación. "Lyra, creo que nos estamos adentrando más en la isla", dijo Kael, con un tono de preocupación. "Deberíamos volver al río, tal vez podamos seguirlo hasta la costa." Lyra asintió, sintiendo que el miedo comenzaba a invadirla. Habían estado caminando durante horas, sin encontrar ningún signo de civilización. Solo la jungla hostil y la sombra de los árboles los rodeaban. "Sí, tienes razón," respondió Lyra. "Deberíamos volver al río." Se dieron la vuelta y comenzaron a retroceder, con la esperanza de encontrar el camino de regreso. De repente, escucharon un ruido extraño que provenía de la profundidad de la jungla. Era un sonido grave y sordo, como el rumbo de un tambor lejano. "Kael, ¿qué es ese ruido?" preguntó Lyra, con un tono de miedo. "No lo sé," respondió Kael, con un tono cauto. "Pero no me gusta." Se detuvieron en seco, con la mirada fijamente en la profundidad de la jungla. "Deberíamos irnos," dijo Lyra, sintiendo que la piel se le ponía de gallina. "No es seguro estar aquí." "Sí, tienes razón," respondió Kael. "Vamos a retroceder con cuidado." Comenzaron a retroceder, con la mirada fijamente en el camino que habían recorrido. Pero el ruido se intensificó, y se acercó cada vez más. "Tenemos que escondernos," dijo Kael, con un tono apremiante. "Hay un árbol grande ahí adelante," dijo Lyra, señalando un árbol gigante con raíces que se extendían hasta el suelo como tentáculos gigantescos. "Vamos a escondernos detrás de él," dijo Kael. Corrieron hacia el árbol y se escondieron detrás de sus raíces, sintiendo que el ruido se acercaba con rapidez. El ruido era cada vez más fuerte, y de repente un grupo de hombres salió de la jungla, gritando y agitando sus armas. Los hombres tenían la cara pintada con colores oscuros y terribles, y sus ojos brillaban con una luz maligna. Lyra y Kael se quedaron en silencio, observando a los hombres con el corazón en la garganta. Los hombres eran altísimos, con cuerpos musculosos y vestidos con pieles de animales feroces.Sus rostros estaban cubiertos de tatuajes de formas geométricas complejas y sus ojos ardían con una intensidad aterradora. En sus manos, empuñaban armas de madera tallada con formas inusuales que recordaban garras o colmillos. Lyra sintió un escalofrío recorrerle la espina dorsal. No eran los habitantes de la cabaña de la playa. Estos hombres emanaban un aura de violencia y salvajismo que la llenaba de un miedo instintivo. "Kael, ¿quiénes son estos?" susurró Lyra, sintiendo que la voz le temblaba. "No lo sé," respondió Kael, con un tono de preocupación. "Pero no se ven amigables." Los hombres se detuvieron a unos metros de donde estaban escondidos, observando la jungla con una mirada agresiva. "Debemos marcharnos de aquí," dijo Kael, con un tono firme. "No podemos quedarnos escondidos para siempre." Lyra asintió con la cabeza, sintiendo que el miedo la consumía. "Pero ¿cómo?" preguntó Lyra, con un tono desesperado. "Nos rodean. " Kael miró a su alrededor, buscando una posible vía de escape. "Hay un camino que lleva a la parte trasera de la jungla," dijo Kael, señalando un camino estrecho que se extendía entre los árboles. "Vamos a intentarlo," dijo Kael, con un tono resuelto. Se levantaron de su escondite y comenzaron a correr por el camino, con los hombres armados a sus talones. El camino era estrecho y tortuoso, lleno de raíces y troncos que les obstaculizaban el paso. Los hombres armados les ganaban terreno con rapidez."Tenemos que separarnos," dijo Kael, con un tono apremiante. "Si nos quedamos juntos, nos capturarán." Lyra sintió un nudo en el estómago. La idea de separarse de Kael la llenaba de pánico, pero comprendía la necesidad de actuar con estrategia. "Está bien," dijo Lyra, con un tono firme, a pesar del miedo que la invadía. "Yo tomaré el camino de la izquierda. Tú el de la derecha. Nos encontraremos en el río si sobrevivimos." Kael asintió con la cabeza. "Que la fortuna esté contigo, Lyra." Y sin más palabras, se separaron y se adentraron en la jungla, esquivando troncos y raíces con la mayor rapidez posible. Lyra se movía con agilidad entre los árboles, sintiendo que el miedo la impulsaba hacia adelante. La jungla era un laberinto de sombras y misterios. Los árboles se alzaban como gigantes esqueléticos que la observaban con sus ramas nudosas. Los animales se escondían entre las hojas, y los insectos zumbaban a su alrededor, creando un ambiente de suspense y de incertidumbre. Lyra corrió sin detenerse, sintiendo que el respiro se le cortaba en el pecho. Sabía que los hombres armados la seguían de cerca, pero no se atrevió a mirar hacia atrás. En ese momento, sintió que algo se movía a su derecha. Se detuvo en seco y miró hacia la sombra. Un grupo de hombres con la cara pintada y con armas de madera salieron de los árboles, rodeándola completamente. Lyra sintió que el miedo la invadía con fuerza. Sabía que no tenía ninguna posibilidad de escapar. "No te muevas," dijo uno de los hombres, con un tono grave y amenazante. Lyra se quedó petrificada del miedo, sintiendo que el cuerpo le temblaba de manera incontrolable. Los hombres se acercaron a ella, con una mirada hostil y salvaje. "Quién eres tú?" preguntó uno de los hombres, con un tono rude y desagradable. Lyra tragó saliva, sintiendo que la garganta se le cerraba. "Soy una viajera," respondió Lyra, con un tono débil. "He venido a esta isla en busca de aventura." Los hombres se rieron con una risa aguda y grosera."Esta isla no es un lugar para viajeros," dijo uno de los hombres, con un tono amenazante. "Esta isla es un lugar sagrado. " Lyra sintió que el miedo la invadia con fuerza. No entendía lo que decían, pero sentía que estaban en peligro. "No quiero hacer ningún mal," dijo Lyra, con un tono suplicante. "Solo quiero volver a casa." Los hombres se miraron entre sí, con una mirada hostil y desconfiada. "No hay ningún camino a casa para los intrusos," dijo uno de los hombres, con un tono frío y cruel. Lyra sintió que la esperanza se le escapaba de las manos. No tenía ninguna posibilidad de escapar. De repente, escuchó un ruido proveniente de la jungla. Un ruido fuerte y extraño que les hizo a todos voltear la mirada. Un grupo de hombres salieron de la jungla, gritando y agitando sus armas. Eran más altísimos que los primeros, con cuerpos musculosos y vestidos con pieles de animales feroces. Sus rostros estaban cubiertos de pintura de colores oscuros, y sus ojos brillaban con un aire de ferocidad y brutalidad. Los hombres se detuvieron frente a los primeros, y comenzaron a gritar en un idioma desconocido, agitando sus armas y amenazando con un aire de violencia y de rabia. Lyra se quedó petrificada del miedo, observando la escena con un sentimiento de horror y de desesperación. No sabía quiénes eran esos hombres, pero sentía que estaban en un grave peligro. De repente, uno de los hombres del grupo más alto se acercó a ella, con un tono amenazante en su voz. "No deberías estar aquí," dijo el hombre, con un tono grave y desagradable. "Esta isla es un lugar sagrado. No es un lugar para intrusos." Lyra tragó saliva, sintiendo que la garganta se le cerraba. No entendía lo que decía, pero sentía que estaban en peligro. "No quiero hacer ningún mal," dijo Lyra, con un tono suplicante. "Solo quiero volver a casa." El hombre la miró con una expresión fía y cruel. "No hay ningún camino a casa para los intrusos," dijo el hombre, con un tono frío y despiadado. Lyra sintió que la esperanza se le escapaba de las manos. No tenía ninguna posibilidad de escapar.En ese momento, el aire se llenó de un sonido extraño y aterrador. Un sonido profundo y resonante, como un eco de los tiempos antiguos, que parecía provenir de las entrañas de la tierra. Era un sonido que sacudía los huesos y llenaba el corazón de un miedo primitivo. Los hombres del grupo más alto se detuvieron en seco, con la mirada fijamente en la dirección de donde provenía el sonido. Sus rostros, antes impresionantes por su ferocidad, se llenaron de un temor repentino. Los hombres del grupo más pequeño, aquellos que habían capturado a Lyra, se arrodillaron en el suelo con un gesto de sumisión, cubriéndose el rostro con las manos. Lyra, desconcertada por la situación, intentó identificar la fuente del sonido. No era el ruido de un animal, ni el trueno de una tormenta. Era algo más profundo, más antiguo, más temible. Un grueso humo negro comenzó a elevarse desde el bosque, arrastrando con él un olor a azufre y a tierra quemada. El sonido que se expandía se intensificó, y las hojas de los árboles temblaban con violencia. Los hombres que se habían arrojado al suelo comenzaron a susurrar palabras incomprensibles, repiteindo frases en un idioma antiguo que resonaba con un tono de pánico y de adoración. De repente, una figura gigantesca emergió de la neblina, con un rugido que sacudió los árboles y llenó la jungla de una atmósfera de terror. La figura era un gigante de piel bronceada y musculosa, cubierta de tatuajes y cicatrices que parecían brillar con luz propia. Sus ojos, de un color rojo intenso, brillaban con una luz maligna, y sus manos agarraban un arma de piedra tallada con formas de serpientes y cráneos. Los hombres que se habían arrojado al suelo se levantaron y comenzaron a arrodillarse frente al gigante, cantando una canción sin palabras que resonaba con un tono de adoración y de sumisión. Lyra, petrificada del miedo, sintió que el corazón se le salía del pecho. No podía comprender lo que estaba viendo, pero sabía que esa figura era algo terrible, algo que sobrepasaba cualquier cosa que hubiera imaginado antes. El gigante, con una voz grave y desagradable, comenzó a hablar. Hablaba en un idioma antiguo que Lyra no comprendía, pero sus palabras emanaban una fuerza y una energía que la llenaron de un miedo primitivo.
El gigante señaló con su arma de piedra a los hombres que se habían arrojado a sus pies. Luego, levantó la vista y sus ojos rojos se posaron sobre Lyra. La mirada del gigante era penetrante y aterradora. Lyra sintió que un escalofrío le recorría la espina dorsal.
En ese momento, el gigante señaló con su arma a Lyra y comenzó a hablar de nuevo, pero esta vez sus palabras tenían un tono diferente. Las palabras eran más lentas, más meditativas, como si estuviera hablando con un espíritu.
Lyra no comprendía el idioma del gigante, pero sentía que sus palabras estaban dirigidas a ella. Sentía que el gigante la estaba observando con un interés especial.
De repente, el gigante se acercó a ella, con un paso pesado y amenazante. Lyra se quedó petrificada del miedo, sintiendo que el cuerpo le temblaba de manera incontrolable.
El gigante se agachó frente a ella, y la miró a los ojos con una expresión intensa y enigmática. Lyra no podía apartar la mirada. Era como si estuviera hipnotizada por la fuerza del gigante.
El gigante tocó su rostro con un dedo grueso y áspero. Lyra sintió un escalofrío recorrerle la piel.
"¿Quién eres tú?" dijo el gigante, con una voz grave y profunda que parecía venir de las entrañas de la tierra.
Lyra tragó saliva, sintiendo que la garganta se le cerraba. No sabía qué decir.
"Yo... soy Lyra," respondió, con un tono débil y tembloroso.
El gigante asintió con la cabeza, y comenzó a hablar de nuevo en su idioma antiguo. Lyra no entendía las palabras, pero sentía que el gigante le estaba hablando de algo importante, de algo que la conectaba con un pasado lejano y desconocido.
El gigante señaló con su arma de piedra a las alturas de la isla, como indicando una dirección. Luego, se volvió hacia los hombres que se habían arrojado a sus pies y les dio una orden con un tono autoritario.
Los hombres asintieron con la cabeza y comenzaron a moverse, haciendo un camino entre la jungla.
El gigante se volvió a mirar a Lyra, y le hizo un gesto para que lo siguiera.
Lyra, sintiendo una mezcla de miedo y fascinación, comenzó a seguirlo. No sabía a dónde la llevaba, pero sentía que debía confiar en él.
Caminaron por la jungla en silencio. El gigante avanzaba con pasos firmes y poderosos, y Lyra lo seguía con cuidado, tratando de no perderlo de vista. El ambiente era opresivo, lleno de una energía extraña que la hacía sentir insegura. Los árboles se alzaban como gigantes esqueléticos que los observaban con sus ramas nudosas. La luz del sol apenas podía penetrar el dosel de hojas, creando un ambiente de penumbra y misterio. A lo lejos, Lyra escuchó el sonido de un río. El agua caía en cascada desde una altura considerable, creando un espectáculo de luz y movimiento. El gigante se detuvo en seco frente a la cascada. Lyra se quedó mirándolo con curiosidad. "¿Qué es este lugar?" preguntó Lyra, con un tono tembloroso. El gigante no respondió. Solo se quedó mirándola con sus ojos rojos intensos, como si estuviera tratando de penetrar en su alma. Luego, el gigante levantó su arma de piedra y la señaló a la cascada. "Esta es la entrada," dijo el gigante, con una voz grave y profunda que parecía venir de las entrañas de la tierra. Lyra se quedó mirándolo con incredulidad. No entendía lo que quería decir. "La entrada a qué?" preguntó Lyra, con un tono de confusión. El gigante no respondió. Solo se quedó mirándola con sus ojos rojos intensos, como si estuviera esperando que ella entendiera. Lyra miró a la cascada con curiosidad. La cascada era hermosa, pero no podía ver ninguna entrada. De repente, el gigante dio un paso hacia la cascada y comenzó a golpearla con su arma de piedra. Lyra sintió un escalofrío recorrerle la espina dorsal. Las piedras de la cascada comenzaron a temblar, y un sonido profundo y resonante se extendió por la jungla. Lyra observó con asombro cómo la cascada comenzaba a abrirse, como si la piedra se hubiera convertido en un telón que se descorría para revelar un camino oculto. El gigante señaló la entrada con su arma de piedra, como indicando a Lyra que entrara. Lyra sintió un escalofrío recorrerle la espina dorsal. No sabía a dónde la llevaba ese camino, pero sentía que debía seguirlo. Con un corazón lleno de miedo y de curiosidad, Lyra entró en la cascada. El gigante la siguió de cerca, con sus ojos rojos intensos fijados en ella.A medida que se adentraban en la cascada, Lyra se dio cuenta de que la entrada era más grande de lo que parecía. No era una simple grieta en la roca, sino un pasaje amplio y oscuro que se extendía hacia el interior de la montaña. Las paredes del pasaje estaban cubiertas de una humedad persistente y de un musgo verde fosforescente que emitió una luz irreal al reflejar la luz de la cascada. El aire se llenó de un olor a tierra húmeda y a algo más antiguo, más misterioso. Era un olor que le recordaba a Lyra las profundas cuevas que había explorado en su infancia, pero con un toque de magia y de peligro. El gigante se movió con un paso firme y silencioso por el pasaje, y Lyra lo siguió con cuidado, tratando de no perderlo de vista. A medida que avanzaban, el pasaje se estrechó y el ambiente se hizo más frío y húmedo. El sonido de la cascada se fue amortiguando hasta desaparecer, y Lyra se dio cuenta de que había perdido el contacto con el mundo exterior.De repente, el pasaje se abrió en una gran cámara subterránea. La cámara estaba iluminada por una luz fosforescente que emanaba de las paredes y del techo.La luz creaba un ambiente irreal y misterioso, lleno de sombras que dan zaban sobre las paredes de la cámara. Lyra se quedó mirando con asombro la cámara. Era un lugar maravilloso y misterioso. Las paredes estaban cubiertas de grabados antiguos que representaban figuras humanas, animales fantásticos y símbolos incomprensibles. En el centro de la cámara, se alzaba un altar de piedra negro que emanaba una energía extraña y misteriosa. El gigante se detuvo frente al altar y señaló con su arma de piedra a Lyra. "Este es el lugar," dijo el gigante, con una voz grave y profunda que parecía venir de las entrañas de la tierra. Lyra se quedó mirándolo con curiosidad. No entendía lo que quería decir. "¿Este es el lugar de qué?" preguntó Lyra, con un tono de confusión. El gigante no respondió. Solo se quedó mirándola con sus ojos rojos intensos, como si estuviera esperando que ella entendiera. De repente, el gigante comenzó a recitar un canto en un idioma antiguo que Lyra no comprendía. El canto era profundo y resonante, como si estuviera llamando a un espíritu antiguo. Lyra sintió un escalofrío recorrerle la espina dorsal. No sabía qué estaba pasando, pero sentía que algo extraño e impredecible estaba a punto de suceder. Las paredes de la cámara comenzaron a temblar con violencia, y la luz fosforescente que emanaba de ellas se intensificó. El altar de piedra negro comenzó a brillar con una luz roja intensa, y un sonido profundo y resonante se extendió por la cámara. De repente, el altar se abrió como si fuera una boca gigantesca, y de su interior emanó un torrente de energía roja que se extendió por la cámara. Lyra cerró los ojos con fuerza, sintiendo que la energía la envolvía completamente. Sintió un escalofrío recorrerle la espina dorsal, y un sentimiento de vértigo y de desorientación la invadió. Cuando abrió los ojos de nuevo, se dio cuenta de que estaba en un lugar diferente. No estaba en la cámara subterránea, sino en un lugar abierto y luminoso. Era un lugar de belleza extraordinaria, un lugar que parecía pertenecer a un mundo diferente. Era un jardín secreto, lleno de plantas exóticas y de flores de colores vibrantes. El aire era dulce y perfumado, y el sol brillaba con un brillo cálido y reconfortante.Lyra sintió un sentimiento de paz y de tranquilidad invadirla. El miedo que la había acompañado durante su aventura en la isla desapareció como por arte de magia. Se sentía libre, feliz y en armonía con el mundo. Miró a su alrededor y vio que el gigante la observaba con una sonrisa amable y compasiva. Era una sonrisa que le recuerdo a Lyra la sonrisa de su abuela, una sonrisa llena de amor y de sabiduría. El gigante se acercó a ella y le extendió la mano. "Bienvenido a la Isla de los Sueños," dijo el gigante, con una voz suave y dulce que le parecía familiar a Lyra. Lyra tomó la mano del gigante y sintió una corriente de energía recorrerle el cuerpo. Era una energía positiva y reconfortante que la llenó de un sentimiento de esperanza. "¿Qué es este lugar?" preguntó Lyra, con un tono de curiosidad. "Este es un lugar de paz y de armonía," respondió el gigante, con una sonrisa amable. "Un lugar donde los sueños se hacen realidad." Lyra miró a su alrededor y se dio cuenta de que el jardín secreto estaba lleno de belleza y de magia. Las plantas se mecía suavemente al viento, las flores despedían un aroma dulce y perfumado, y el sol brillaba con un brillo cálido y reconfortante. Era un lugar donde el tiempo parecía haberse detenido, un lugar donde los sueños y la realidad se fundían en un solo y maravilloso universo. Lyra sintió que había llegado a un lugar especial, un lugar donde podía encontrar la paz interior que tanto anhelaba. Y en ese momento, Lyra se dio cuenta de que su aventura no había terminado, sino que había comenzado un nuevo capítulo, un capítulo lleno de misterio, de magia y de esperanza. El gigante la miró con una sonrisa amable, y Lyra sintió que podía confiar en él. "Bienvenida a casa," dijo el gigante, con un tono suave y dulce. Lyra asintió con la cabeza, sintiendo que había llegado a un lugar donde podía encontrar la paz interior que tanto anhelaba.