La Camarera Y El Capitán
Lyra
Kael
El sonido del despertador rasgó la quietud de la habitación. Lyra bostezó y se frotó los ojos, aún adormilada. Otro día más en la pequeña ciudad costera. Se levantó de la cama y se dirigió a la ventana. La brisa marina acarició su rostro mientras observaba el horizonte. Suspiró, anhelando algo más.
Esa mañana, mientras desayunaba un trozo de pan duro y una taza de té, su mirada se posó en el periódico local. Entre los anuncios de empleo, uno captó su atención: se buscaba personal para un lujoso crucero que zarparía en pocos días. Sin dudarlo, Lyra se dirigiría a la agencia de empleo;
Lyra caminaba por la calle principal de su pequeño pueblo, el viento marino despeinando su cabello. El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados. Se detuvo frente a una pequeña agencia de empleo, un edificio de ladrillo con un cartel descolorido. Respiró hondo y empujó la puerta.
El interior era pequeño y acogedor, con un mostrador de madera y unas pocas sillas a su alrededor. Detrás del mostrador, una mujer de mediana edad con el cabello recogido en un moño la miró con curiosidad.
—Buenos días —saludó Lyra con una sonrisa nerviosa.
—Buenos días, jovencita. ¿En qué puedo ayudarla? —preguntó la mujer.
Lyra explicó que buscaba trabajo y que había visto el anuncio del crucero en el periódico. La mujer revisó su computadora y asintió.
—Sí, tenemos varias vacantes disponibles a bordo del Temple. Es un crucero de lujo, así que el trabajo es bastante exigente. ¿Tiene experiencia en servicio al cliente?
Lyra dudó un momento. Había trabajado en el pequeño restaurante de su pueblo, pero no tenía una experiencia formal. Sin embargo, necesitaba este trabajo más que nunca.
—No mucha experiencia, pero soy muy trabajadora y aprendo rápido —respondió con determinación.
La mujer la miró con atención. —Bueno, la experiencia se adquiere trabajando. ¿Está dispuesta a mudarse a otro país? El crucero hace escalas en diferentes destinos.
Lyra no lo había pensado, pero la idea de viajar a diferentes lugares la emocionaba. —Sí, por supuesto. Estoy dispuesta a ir donde sea.
La mujer sonrió. —Muy bien. Rellene esta solicitud y le llamaré en cuanto tenga noticias.
Lyra se sintió aliviada. Había dado el primer paso para cambiar su vida. Mientras caminaba de regreso a casa, no pudo evitar soñar con las aventuras que la esperaban a bordo del Temple.
Unos días más tarde, con el corazón palpitando de emoción y nerviosismo, Lyra se encontraba en el puerto, frente al imponente crucero Temple. La embarcación, con su elegante diseño y su brillante pintura blanca, parecía un sueño hecho realidad.
Se acercó al empleado que controlaba el embarque, un hombre de mediana edad con un uniforme impecable.
—Disculpe, soy Lyra, la nueva camarera. Tengo una reserva.
El hombre buscó su nombre en una lista y asintió. "Sí, aquí está. Por aquí, por favor."
Lyra lo siguió a través de una pasarela que conectaba el muelle con el crucero. Al cruzar la puerta de entrada, se encontró con un vestíbulo amplio y luminoso, decorado con muebles de lujo y plantas exóticas. El aroma a mar salado y a comida gourmet llenaba el aire.
Un mayordomo la recibió y la condujo a la zona de personal, donde se reunió con el resto de la tripulación. Allí, recibió su uniforme y una breve orientación sobre sus tareas.
La primera noche a bordo fue un torbellino de nuevas experiencias. Lyra se sintió pequeña e insignificante entre tanta gente y tanta opulencia. Sin embargo, estaba decidida a dar lo mejor de sí misma.
Mientras servía bebidas en el bar, observó a los pasajeros disfrutar de la velada. Algunos conversaban animadamente, otros bailaban al ritmo de la música, y algunos simplemente contemplaban el mar desde las amplias ventanas. Era un mundo completamente diferente al que había conocido, y Lyra se sentía fascinada.
Su primer día a bordo fue una avalancha de nuevas sensaciones. El olor a mar salado se mezclaba con el aroma de las comidas exóticas que preparaban los chefs. La música suave y relajante inundaba los espacios comunes. Y entre toda esa belleza, Lyra se encontró trabajando incansablemente como camarera. Sirvió cócteles a pasajeros adinerados, recogió platos sucios y escuchó las conversaciones más extravagantes.
A bordo del Temple, todo era nuevo y fascinante. Los camarotes dorados, las alfombras mullidas y las obras de arte que adornaban las paredes eran un mundo completamente ajeno a Lyra. Se sentía pequeña e insignificante en medio de tanta opulencia. Sin embargo, la emoción de la aventura la impulsaba a seguir adelante.
Fue durante una cena en el comedor principal cuando sus ojos se cruzaron con los de Kael, el capitán del barco. Era un hombre imponente, de mirada penetrante y un aura de misterio que lo rodeaba. Lyra sintió una extraña conexión con él, a pesar de la evidente diferencia social.
Kael, por su parte, observaba a Lyra con curiosidad. La joven camarera, con su sonrisa tímida y su mirada llena de esperanza, destacaba entre el resto de la tripulación. Algo en ella lo intrigaba, algo que lo hacía sentir una conexión inexplicable.
Esa noche, mientras Lyra se dirigía a su camarote, se detuvo en el pasillo para admirar la vista del mar. La luna iluminaba las olas, creando un espectáculo mágico. De repente, sintió una presencia a su lado. Era Kael.
—Buenas noches—saludó el capitán con voz suave.
Lyra se sobresaltó, pero rápidamente recuperó la compostura. —Buenas noches, capitán —respondió, sintiendo que sus mejillas se coloreaban.
—Cual es su nombre señorita? —Dijo el capitán
—Mi nombre es Lyra—Respondió, con el latir de su corazón fuertemente
—Tranquila Lyra— Dijo Kael, yo solo estoy haciendo una caminata antes de dormir, mirar el mar me relaja
—Disfruta de la vista —dijo Kael, señalando el mar.
Lyra asintió, sintiendo que su corazón latía con fuerza. En ese momento, se dio cuenta de que su vida había cambiado para siempre.
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