Un mundo fantástico, lleno de seres que jamás creíste poder ver, a excepción de los libros, las películas y relatos. Ahora has llegado a este sitio, donde no solo puedes verlos, tocarlos y hablar con ellos, sino que estás dentro del cuerpo de uno de ellos.
Mi nombre es Dagny y está es mi historia. Entré al cuerpo de un ser místico y mágico, nunca entendí por qué, pero no pude tener mejor suerte que esta, al amar todo tipo de historias de fantasía, intentaré vivir bien y vivir feliz.
¿Podré hacerlo?, ¿Tendré dificultades como en el pasado?, ¿Deberé cambiar mi forma de ser para que me acepten?
Sigue mi historia y entérate del final.
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Stilletto
—Por cierto alteza, no me permitió presentarme correctamente. Mi nombre es Neferet Stilletto, conocida como la gran sabia, es un placer— hizo una reverencia.
—¿Acaso ustedes son…?— estaba confundida, pero su conclusión no podría estar más herrada.
—Justo como piensa, el anciano y yo, somos familia— se estaba aguantando las ganas de reírse.
—Yo… lo lamento, no sabía. Trataré de recuperarme pronto, los dejaré estar nuevamente juntos y en paz— sus bellos ojos, se habían cristalizado por completo.
Dagny podía entender que quizás, al renacer, Hope ya estaba casado y aunque quisiera no podría separarse de esa bella mujer, después de todo, también era importante y muy buena.
—Ya basta Neferet, si pasa algo no te lo voy a perdonar— Hope se había molestado y por eso levantó un poco la voz.
—Está bien excelencia, no quiero que discutan por mi culpa, de hecho preferiría cenar a solas si me lo permiten— casi suplicaba para que la dejaran sola y así poder desahogarse en paz.
—Ella es mi hermana mayor— concluyó antes de salir de la habitación.
—Eso nos convierte en familia hermanito— la tenía que ir jalando para que saliera también, pero se burlaba de ambos.
Cuando Dagny se había quedado sola, soltó las lágrimas sostenidas, pero también ardía de la vergüenza por todo lo que había pasado en su mente, simplemente se sintió tonta en ese momento.
—»¿Cómo pudiste pensar que eran pareja?«— se preguntaba, reprendiendo su manera de pensar.
En una sala, estaban los Stilletto, debatiendo quién tenía razón.
—Deberías pensarlo mejor, ella es hermosa no lo voy a negar, pero entiende que es una recién llegada y además hija de los reyes. No te imagino a ti poniéndote frente a la reina para decirle que te gusta su pequeña hija— se reía del pobre Hope.
—El amor no tiene edad, solo creo que ella debe decidir y nadie más se puede involucrar— aún tenía el recuerdo de lo que dijo Dagny, ella pensaba acercarse al príncipe.
—Espero y no la encierren en la torre más alta del castillo, solo para que no se puedan ver, pues su amor es algo prohibido— no paraba de burlarse de su hermano.
—Basta por favor. Sabes que nunca puse mis ojos en nadie, eso debe contar para los reyes. La princesa es alguien diferente, esto pasó sin planearlo.—
Si lo pensaba seriamente, Neferet tenía razón, estar junto a Dagny no sería nada fácil, tendrían que pasar muchos obstáculos, tal vez el primero de ellos serían los reyes, tomando en cuenta que era su hija adoptiva y también que era muy joven comparada con él.
Después de una larga discusión sobre lo que pasaría en un futuro, los hermanos se fueron a descansar, pues no llegarían a ningún lado si seguían en su discusión sin sentido. El futuro era algo incierto y tal vez nada de lo que imaginaban se llevaría a cabo.
Por su parte, Dagny no podía descansar, se sentía diferente, era normal ya que su cuerpo había tenido algunos cambios, pero no era solo eso, algo la molestaba de verdad.
—»Es mi memoria la que te está llegando, debes aguantar un poco. Esto es importante si quieres compartir mi magia, le explicó Perl.
Si bien era cierto que Dagny ya formaba parte de los dragones, aún le faltaba acoplarse con éxito a su nueva compañera de vida.
—Lamento todo lo que tuviste que vivir, yo no puedo creer que te hayan hecho eso— comenzaba a ver cada uno de los recuerdos de la dragona, era difícil poder mirar esas imágenes en su mente, incluso a ella que solo recordaba, le dolía todo lo que Perl había vivido.
—»Tranquila, eso ya es pasado«— suspiró lentamente y sonrió, algo que hizo erizar la piel de Dagny.
Perl pensó en dejar su rencor atrás, ahora estaba frente a su compañera de corazón, eso implicaba que pasarían cada momento, triste o feliz, juntas. No es que tuviera de dónde elegir, aún así, agradecía que fuera justamente Dagny, la nueva portadora de su corazón, pues con ella lograba sentir esa paz y tranquilidad que jamás tuvo al ser una simple dragona.
—Descansemos quieres, mañana será un día pesado para ambas, debemos comenzar un entrenamiento para el acoplo— le pidió
Ya estando acostumbrada a que alguien más se durmiera con ella, Dagny aceptó que Perl durmiera a su lado, en la misma cama, no se preocupó por el tamaño, ya que las dos cabían a la perfección.
A la mañana siguiente, una doncella del templo fue a buscar a Dagny para informarle que el desayuno estaba listo, los hermanos Stilletto la esperaban en el comedor.
Un poco nerviosa, caminó por los pasillos, admirando todo lo que estaba a su paso, obras de arte, pinturas, estatuas y mucho más, era tanta su impresión que no se dio cuenta cuando había llegado al comedor.
—Buen día alteza, espero haya podido descansar— saludó la del pelo plateado, con una linda sonrisa.
Sacando de sus pensamientos a Dagny, ésta respondió amablemente. —Así fue, agradezco mucho su hospitalidad y me disculpo por los problemas causados— sabía que después de todo, Neferet tendría reprimendas con los reyes.
—Nosotros nos encargaremos, no debe preocuparse por ello— reafirmó Hope, estaba justo a lado de su hermana, su sonrisa no disimulaba lo feliz que estaba por ver a Dagny.
—Excelencias, les agradezco todo lo que han hecho por mi— hizo una reverencia y pasó a sentarse.
Los tres desayunaron en silencio, la comida era un deleite para el paladar de Dagny, si bien en el castillo la trataban de maravilla, al parecer todas las comidas eran diferentes.
—Tengo entendido que aún debe adiestrar a su dragona— comentó Neferet, era el siguiente paso para el acoplo final.
—Así parece ser, espero no haya problema en que me quede aquí un par de semanas, necesito avanzar lo más que se pueda para ser de utilidad en la batalla que se aproxima— lo dicho dejó perturbados a los hermanos.
Era entendible que Dagny quisiera estar con los dragones y ponerse de su lado, pero incluso para la persona más fuerte de mente y corazón, sería muy difícil afrontar una guerra donde morirían sus padres biológicos.
Ninguno de los dos dijo nada, aunque no hizo falta, Dagny pudo adivinar al ver en sus miradas la reacción que tuvieron.
—Entiendo que puede ser difícil, eso lo contemplé ante cada una de las decisiones que he tomado— terminó por fin sus alimentos. —Si me lo permiten, quedé en encontrarme con Perl en el jardín trasero, ahí estaré entrenando el acoplamiento— se levantó de la silla y se retiró, no sin antes agradecer por la comida y hacer una leve reverencia.