Las verdades de su primer amor distorcionaron su mente por un engañó y ella lo mató. Su hermano menor busca justicia sin saber que después de un tiempo empieza a enamorarse de la asesina de su hermano.
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Proyecto
Cuando Enzo me vio sentada con Ethan, sintió celos, cerró la palma de su mano para controlarse, jamás imaginó encontrarme ahí, me veía más hermosa que nunca, desde que estaba lejos de él mi aspecto, no era el mismo. Se preguntaba que hacía una y otra vez como su cliente. Después de unos segundos finalmente otra vez estábamos frente a frente.
—Enzo, te presento a Aurora— dijo Ethan.
—No hace falta que nos presentes Ethan, ya nos conocemos— dije sin quitarle la mirada a mi esposo, no quería mentir.
—Es verdad— respondió Enzo algo asombrado por las circunstancias.
—Bueno si ya se conocen, nos sentemos por favor—dijo Ethan amablemente.
Enzo se sentó frente a mí, no dejaba de mirarme, Ethan capto la tensión que había en el ambiente.
—¿Todo bien?, ¿Hay algo que yo debería saber?—Ethan se dirigió hacia los dos.
Ninguno de los respondió nada.
—Ethan, disculpa por el momento incómodo, pero, si debes saber algo, Enzo y yo estamos casados— respondí después de un rato.
—Ahora entiendo la situación— dijo Ethan.
—Pero yo no quiero mezclar negocios y asuntos personales— dije.
—Tampoco yo—respondió Enzo.
— Entonces comencemos— dijo Ethan sacando los proyectos.
Enzo empezó a revisar los términos y las cláusulas del proyecto, Ethan preguntaba si tenía alguna duda, yo les explicaba de que consistía las franquicias.
Después de un buen rato de debatir, Ethan firmo el proyecto.
—No sabía que eras muy buena con esto— dijo Ethan regalándome una sonrisa.
—Todo me lo enseñó mi padre, siempre me vino preparando para esto, pero creía que era muy joven para asumir con esa responsabilidad, pero ahora me tocó—le respondí con otra sonrisa.
—Me gustaría celebrar la apertura del proyecto— mencionó Ethan mirándonos a ambos.
—Estoy de acuerdo— respondí.
—Me gusta la idea—dijo Enzo.
—Con esto doy terminada esta reunión, estamos en contacto—dijo Ethan despidiéndose de ambos.
Estaba por tomar mi bolso para irme.
—Aurora, ¿Podemos hablar por favor?— dijo mi esposo antes de que de un paso adelante.
Mi corazón perdió el ritmo de su latido, tenerlo cerca me hacía mal, no toleraba respirar el mismo aire, ya no podía escapar más de él, era momento de enfrentarlo. Por más que intente huir, siempre habría algo que nos unía, y era el hecho de ser su esposa.
—¿De que quieres hablar?
—De Darío.
—¿Qué quieres saber?
—¿Por qué callaste todo lo que hacía?
—Por miedo.
—¿Por eso lo mataste?
—Yo no lo maté.
—¿Y quién lo mató?
—No lo sé.
Ya no confiaba más en él, por eso se lo negué, de todos modos pruebas no había, ya me había arruinado una vez, esta vez no lo dejaría.
—Aurora por favor, necesito saber más.
—No quiero volver a hablar más del asunto Enzo. Quiero el divorció.
—¡Aurora por favor escúchame!
—Escúchame vos, ya hablé con un abogado para iniciar el papeleo del divorcio, no te niegues a firmarlo por favor. Si ya sabes quien era tu hermano, libérame de una vez por todas del pasado. Estoy convencida que aún hay bondad en tu corazón.
Enzo sintió la frialdad con la que me dirigí a él, por dentro su corazón sentía dolor, después de tanto razonar los últimos días acepto que me amaba y que me quería a su lado, se arrepentía por todas las cosas que me había hecho y dicho.
—No quiero el divorció mi amor.
—¿Ahora soy tu amor?, ¿desde cuándo lo soy, que nunca me enteré?
—Perdóname por ser tan ciego y darme cuenta tan tarde de que te amo de verdad.
— No te creo nada Enzo, sí en algún momento te quise, ahora ya no. Te quiero fuera de mi vida, fuera de todo, ya no puedo tolerarte más— dije y luego me fui.
A toda prisa me marche de su lado, cruce la calle sin respetar el semáforo, cuando estaba del otro lado un golpe, también escuche rechinar a una auto, y otros que bocinaban, me di la vuelta para ver que es lo que estaba pasando, descubrí a mi esposo tirado en el suelo, lleno de sangre, corrí hacia él. Le tomé de la cara, su cuerpo estaba inmóvil, pero sus ojos aún se movían, me miraba con mucha tristeza. Siempre supo como protegerse, pero ahora se veía indefenso.
Llame a la ambulancia lo más rápido que pude. Él intentaba tomarme de la mano.
—No te muevas por favor, ahora vendrán los médicos— le dije tomando de su mano para que dejara de esforzarse.
—Mi amor, perdóname por ser un animal—dijo con los ojos humedecidos.
—¡Shhh!— le dije con el dedo.
Yo ya estaba acostumbra a sufrir, pero él se veía tan frágil, recostado en el asfalto de la calle bañado de sangre, jamás le desearía el mal. Los dos en medio de la multitud sufriendo los males de la vida.
Enzo de a poco estaba cerrando los ojos.
—¡No!, Enzo por favor quédate conmigo, no vayas a cerrar los ojos—le decía llorando de la desesperación.
Pero Enzo ya no me escuchaba.
—¡Mi amor, abre los ojos por favor!—insistía para qué despertará.
Lloraba sin compasión en medio de cuerpo.
—¡Tranquila!, nosotros nos encargaremos— me dijo el médico, tomándome de los brazos para ayudarme a pararme.
Me subí a la ambulancia, no quería ningún segundo apartarme de mi esposo. Cuando llegamos al Hospital, le metieron a la sala de quirófano, ahí terminó mi recorrido, me quede en el pasillo, con el corazón hecho pedazos.