Entre El Amor Y El Odio

Sergio observaba a Ariana mientras la llevaba al restaurante. La elegancia del lugar, escondido en un jardín secreto en el corazón de la ciudad, era el escenario perfecto para la ocasión. Ese día era especial, y no solo porque celebraban su unión. Era el momento de demostrarle que ella era completamente suya, en cuerpo y alma.

Ariana se había arreglado con esmero. Aunque era una prenda económica ella llevaba un vestido que resaltaba su figura delicada, su cabello caía en suaves ondas sobre sus hombros y su sonrisa, aunque tímida, iluminaba el día. A pesar de su nerviosismo, había algo en su mirada que le daba fuerza, un brillo que hablaba de esperanza y amor.

Al llegar, un camarero los guio a una mesa situada en el centro del jardín, rodeada de flores exóticas y luces tenues. El aroma de las plantas se mezclaba con el de la comida, creando una atmósfera mágica. Sergio tomó la mano de Ariana y la miró a los ojos, dispuesto a hacer de esa noche algo inolvidable.

—Este lugar es hermoso, Sergio. —Ariana rompió el silencio, admirando el entorno, jamás en su vida había ido a un lugar así, era tan costoso y apenas con su vestido de oferta ella sintió que no encaja en el lugar.

—No tanto como tú —respondió él, acariciando su mano con ternura—. Quería que este día fuera especial, para que sepas cuánto significas para mí—

Ariana sonrió, dejando que la calidez de sus palabras la envolviera. Sintió que su corazón latía con fuerza, ansioso por lo que estaba por venir. Había decidido dejar su vergüenza atrás y ser sincera con él, expresar lo que sentía y lo que deseaba.

El desayuno transcurrió entre risas y conversaciones profundas. Hablaron de sus sueños, de sus miedos y de cómo imaginaban su futuro juntos. Sergio, siempre atento, escuchaba cada palabra de Ariana como si fuera la melodía más dulce. Había algo en su voz que lo hipnotizaba, algo que le hacía desearla aún más.

—Sergio, hay algo que quiero decirte —dijo ella, tomando aire antes de continuar—. Sé que estamos casados, pero siento que hay mucho que aún no sabemos el uno del otro. Me gustaría que empezáramos un noviazgo formal, para conocernos más a fondo. Mi corazón ya te ha aceptado, pero quiero que mi mente y mi alma lo hagan también— sus ojos brillaron y es que ella ya se entregó en cuerpo a él, pronto hasta su alma sería de su primer hombre.

Sergio la miró sorprendido, pero también emocionado. Su propuesta era más de lo que había esperado, pero era justo lo que deseaba. Asintió lentamente, apretando su mano con más fuerza.

—Ariana, no sabes cuánto significa para mí escuchar eso. Te prometo que haré todo lo posible para que te sientas amada y segura a mi lado. Vamos a conocernos, a explorar cada rincón de nuestras almas y a construir algo que vaya más allá de un simple papel, pero yo también quiero hacerte una propuesta— El miro fijamente a esos ojos estrellados que estaban llenos de amor.

Las palabras de Sergio resonaron en el corazón de Ariana, llenándola de una felicidad que nunca había experimentado. Sentía que estaba dando el primer paso hacia una vida llena de amor y complicidad, y eso la emocionaba, pero también quiere escuchar su propuesta.

—Dime, estoy abierta a escucharte— dijo ella mientras se sostienen de las manos.

—Quiero que te vayas a vivir conmigo, quiero ofrecerte una mejor vida, además ahora que estamos juntos por que los deseamos, mi vida debe volver al trabajo, y solo podré hacerlo si se que te encontraré en casa cuando yo llegue— Esa propuesta iba cargada de un doble sentido y ella no se dio cuenta.

Ariana no quiere abandonar la casa en donde vivió con su padre, pero tampoco quiere cerrarse a la idea de vivir una vida mejor al lado del hombre que le gusta —Solo hagamos como hemos hecho estos meses, dame tiempo para pensar— Sergio asintió.

Su día continuó con un paseo por el jardín. El sol los ilumina mientras hablaban de sus anhelos y compartían sus sueños más íntimos. Sergio aprovechó cada momento para demostrarle a Ariana cuánto la deseaba, no solo con palabras, sino con acciones que revelaban su naturaleza posesiva.

Cuando llegaron a una fuente rodeada de rosas, Sergio la detuvo y la abrazó por detrás, susurrándole al oído.

—Eres mía, Ariana. Tu cuerpo y tu alma me pertenecen, y voy a demostrarte cuánto te quiero—

Ariana se giró para mirarlo a los ojos. Podía ver la intensidad de sus sentimientos, y eso la hacía sentir más segura. Sin decir nada, se acercó y lo besó con una pasión que nacía de lo más profundo de su ser. Ese beso sellaba un pacto, una promesa de amor eterno.

Al separarse, Sergio tomó su mano y la llevó hacia una pequeña mesa ubicada junto a la fuente. Había una botella de vino esperándolos, el día aún era joven. Se sentaron y brindaron por su futuro, saboreando cada sorbo como si fuera un elixir de amor.

—Ariana, quiero que sepas que cada día a tu lado es un regalo. Me haces sentir vivo, y no puedo esperar a descubrir todo lo que nos depara el destino. —Sergio levantó su copa, mirándola con adoración.

—Yo también, Sergio. Estoy lista para este viaje contigo, para explorar cada momento y cada emoción. —Ariana sonrió, sintiendo que su corazón estaba en el lugar correcto.

El desayuno continuó entre risas, caricias y promesas. Cada momento que pasaban juntos fortalecía su vínculo, creando recuerdos que atesorarían para siempre. Ariana se sentía amada y segura, y Sergio estaba dispuesto a hacer todo lo posible para que esa sensación núnca desapareciera.

Al final del desayuno, mientras caminaban de regreso al coche, Sergio se detuvo una vez más. La miró a los ojos y, con una voz llena de emoción, le dijo:

—Te quiero, Ariana. Eres mi todo, y voy a demostrarte cada día cuánto significas para mí.

Ariana sintió que sus palabras resonaban en su alma, llenándola de una felicidad indescriptible. Se abrazaron, sabiendo que ese era solo el comienzo de una historia de amor que durarían por siempre.

Juntos, regresaron al coche, Sergio la llevaría hasta el restaurante en donde ella debe de trabajar como cada día, ella seguirá con su independencia, o eso era lo que ella pensaba.