Soy Dulce tengo 27 años de edad, abogada de profesión. vivo una vida tranquila para mí, no soy de salir, de tener mil amigos. Soy de estar en mi casa y enfocada en mis cosas.
Lo malo fue haber defendido a una persona en un divorcio, que no salió también para mi victimario pero si para mi defendido. Y AHORA ESTOY AQUI QUERIENDO SER FELIZ.
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Capitulo 1
Hola, ustedes tal vez no me conocen. Pero les voy a contar el cambio tan radical que tuvo mi vida y lo agradecida que estoy por ser feliz en mi dos vidas pese a lo ocurrido.
Dulce Camargo, a sus 27 años, lleva una vida que podría parecer simple a primera vista, pero que en realidad está llena de matices y profundidad. Desde su casa en el centro de la ciudad, compartido con sus padres, Dulce se embarca cada día en un viaje que combina la tranquilidad del hogar con la exigencia de su profesión.
Dulce siempre había sido una joven decidida y dedicada para cumplir con sus sueños. Desde temprana edad, se destacó por su agudeza intelectual y su capacidad para resolver problemas. Cuando llegó el momento de elegir una carrera, no fue una sorpresa para nadie que se inclinara por el derecho. Sus padres, Luis y Carmen, siempre habían apoyado sus decisiones, y a pesar de que eran personas de una vida modesta, se enorgullecían inmensamente de los logros de su hija.
La decisión de vivir con ellos en lugar de mudarse sola no fue una cuestión de falta de independencia, sino una elección consciente, sus padres eran su vida. Para Dulce, el hogar familiar era un refugio de estabilidad, un lugar donde podía concentrarse en sus proyectos sin distracciones innecesarias. Además, el ambiente de apoyo y amor que ofrecían sus padres le daba una base sólida sobre la cual construir su carrera.
Dulce trabajaba en una firma de abogados reconocida en la ciudad. Su papel, aunque aún en ascenso, era crucial dentro de la empresa. Era conocida por su dedicación y por su capacidad para abordar casos complejos con una combinación de rigor legal y empatía. Sus colegas la admiraban por su capacidad para escuchar y por su meticulosa atención al detalle. La mayoría de los días comenzaba temprano y se quedaba hasta tarde en la oficina, trabajando en casos que iban desde la asesoría a clientes corporativos hasta la defensa de personas en situaciones vulnerables.
Una de las partes más gratificantes de su trabajo era el asesoramiento pro bono que ofrecía a las personas con bajos recursos. Aunque el trabajo no siempre era remunerado, Dulce encontraba en él un profundo sentido de propósito. A menudo se encontraba en situaciones difíciles, tratando de encontrar soluciones legales para problemas que iban más allá de los aspectos legales y tocaban fibras emocionales profundas. Era en estos momentos que realmente sentía el peso de su responsabilidad como abogada.
Además de su trabajo en la firma, Dulce estaba involucrada en varios proyectos paralelos. Era miembro activo de una organización local que promovía la educación legal entre jóvenes desfavorecidos, quería brindar apoyo a aquellos que deseaban como ella estudiar. Cada semana, organizaba talleres y charlas en colegios y comunidades para ayudar a los estudiantes a entender sus derechos y las oportunidades disponibles para ellos. Para Dulce, esta labor educativa era tan importante como su trabajo en la firma, y le permitía contribuir de una manera significativa al desarrollo de su comunidad.
En casa, Dulce tenía una rutina estable que le permitía equilibrar su vida profesional y personal. Mantenía una agenda detallada en la que anotaba tanto sus responsabilidades laborales como sus compromisos personales. Cada mañana, después de un desayuno tranquilo con sus padres, salía hacia la oficina con una sonrisa en el rostro. La calidez de los momentos compartidos con Luis y Carmen le daba energía para enfrentar el día.
Luis, su padre, era un hombre de pocas palabras pero de gran sabiduría. Trabajó durante muchos años como técnico en una fábrica local antes de retirarse, y aunque su trabajo no estaba relacionado con el campo legal, siempre había mostrado un interés genuino en la carrera de su hija. Carmen, su madre, era una mujer amable y atenta, que encontraba alegría en las pequeñas cosas de la vida. Su apoyo incondicional y sus consejos prácticos eran fundamentales para Dulce.
Las noches en casa solían ser momentos de tranquilidad y reflexión. Después de regresar de la oficina, Dulce solía pasar un rato en el comedor con sus padres, hablando sobre su día y compartiendo historias. Aunque a veces estaban cansados, los momentos juntos eran valiosos para ella. Después de la cena, Dulce se retiraba a su oficina en casa, un pequeño espacio lleno de libros y documentos legales. Allí, trabajaba en sus proyectos personales y preparaba sus clases para los talleres que ofrecía a la comunidad.
A pesar de su apretada agenda, Dulce también se tomaba el tiempo para cuidar de sí misma. Practicaba yoga en las mañanas, defensa personal en las tardes cuando salía temprano de su trabajo y disfrutaba de paseos en el parque cercano durante los fines de semana. Estos momentos de autocuidado eran esenciales para mantener su equilibrio emocional y físico.
Una de las historias que más valoraba en su vida era la de su primer gran caso, que había llegado a su despacho apenas un año después de comenzar en la firma. Se trataba de un caso de derechos laborales en el que la empresa demandada había despedido a un empleado de manera injusta. Dulce se dedicó con pasión al caso, investigando minuciosamente cada detalle y presentando argumentos sólidos en la corte. Ganar ese caso no solo había sido un triunfo profesional, sino también una confirmación de que estaba en el camino correcto.
En la vida de Dulce, cada día era una combinación de desafíos y satisfacciones. Su dedicación al trabajo, su compromiso con la comunidad y el amor por sus padres formaban un equilibrio perfecto. A pesar de las largas horas y las responsabilidades que conllevaba su profesión, Dulce encontraba satisfacción en saber que estaba haciendo una diferencia en la vida de las personas.
Mirando hacia el futuro, Dulce tenía grandes planes. Aspiraba a abrir su propia firma de abogados algún día, con un enfoque en la justicia social y el apoyo a los más necesitados. Sus sueños incluían expandir sus proyectos comunitarios y seguir creciendo tanto en lo profesional como en lo personal. Con el apoyo de su familia y su inquebrantable determinación, estaba segura de que podía lograrlo.
Dulce Camargo, en su esencia, era una joven que encontraba la belleza en la rutina diaria y en los pequeños momentos. Su vida, aunque llena de trabajo y responsabilidades, estaba también llena de propósito y amor. En su tranquila existencia junto a sus padres y su dedicación a sus proyectos, Dulce seguía construyendo una vida rica en significado y en logros.
gracias por tan hermosa novela
hay que más viene en la historia , esta buena 👍