Liana, una joven que descubre que es la última descendiente de una antigua línea de guardianes de ángeles. Su vida cambia drásticamente cuando una serie de misteriosos eventos la lleva a ser reclutada por una organización secreta encargada de mantener el equilibrio entre los mundos humanos y celestiales.
A medida que Liana profundiza en su nuevo rol, comienza a desentrañar secretos oscuros sobre su familia y la verdadera naturaleza de su poder. Un ángel caído, caudillo de una rebelión celestial, amenaza con desatar el caos en ambos mundos, y Liana debe enfrentarse a él antes de que sea demasiado tarde.
Mientras navega por traiciones, alianzas inesperadas y su propio conflicto interno, Liana descubre que nada es lo que parece. Cada revelación acerca de su pasado revela un nuevo giro en la trama, desafiando sus creencias y forzándola a confrontar la verdad sobre su identidad y el destino que le espera.b
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Capitulo 5: Encuentro Con Lo Desconocido
La niebla cubría el bosque como un manto pesado, envolviendo a Liana en un silencio sepulcral. Caminaba lentamente, cada crujido bajo sus pies sonaba como un trueno en la quietud del lugar. Habían pasado semanas desde que se unió a la Orden del Velo, y aunque su entrenamiento la había fortalecido, el peso de su nueva realidad la seguía oprimiendo. Esta misión, sin embargo, era diferente. No la habían preparado para lo que estaba a punto de enfrentar.
Eryon había insistido en que Liana debía emprender este viaje sola. “Hay cosas que solo tú puedes ver”, había dicho, sus ojos mostrando un destello de preocupación que Liana no había visto antes. Así que, armada con su colgante y las habilidades recién adquiridas, había seguido la dirección que le dieron, hacia un lugar conocido solo por las leyendas.
El camino se volvía más difícil a medida que avanzaba, con raíces enredadas bajo sus pies y la niebla espesa que parecía intentar detenerla. Pero Liana no se detuvo. Había algo en el aire, una presencia que no podía ignorar. Algo la llamaba, un susurro en su mente que la guiaba hacia lo que sentía que era su destino.
Finalmente, la niebla comenzó a despejarse, revelando un claro en el centro del bosque. El aire aquí era diferente, cargado de una energía que hizo que la piel de Liana se erizara. En el centro del claro, un árbol gigantesco se alzaba sobre todo lo demás, sus ramas extendiéndose como brazos protectores. Era un árbol antiguo, con una corteza tan gruesa y oscura que parecía haber sido testigo de milenios de secretos.
Liana avanzó con cautela, sus ojos fijos en el árbol mientras sentía que algo la observaba desde las sombras. La sensación era intensa, como si el bosque mismo estuviera vivo y consciente de su presencia. No estaba sola, lo sabía, pero quien o lo que estaba con ella se mantenía oculto, esperando el momento adecuado para revelarse.
—Has venido, como estaba destinado —una voz profunda y resonante rompió el silencio, haciendo que Liana diera un paso atrás instintivamente.
Liana giró bruscamente, buscando el origen de la voz, pero no había nadie a la vista. La voz parecía emanar de todas partes y de ninguna a la vez, un eco que reverberaba en su mente.
—¿Quién eres? —preguntó, tratando de mantener su voz firme, aunque sus manos temblaban levemente.
Un susurro de hojas fue la única respuesta mientras el viento comenzaba a agitar las ramas del árbol. Luego, ante sus ojos, la corteza del árbol comenzó a moverse, transformándose, como si las líneas y grietas estuvieran tomando forma. Poco a poco, una figura emergió de la madera, como si el árbol mismo le diera vida.
Era una figura alta, con una apariencia que recordaba a los antiguos guerreros de los cuentos. Su piel parecía estar hecha de la misma corteza que el árbol, y sus ojos, brillantes y dorados, observaban a Liana con una intensidad que la hizo sentirse pequeña e insignificante.
—Soy el Guardián de este bosque, el protector de lo que se oculta en sus entrañas —dijo la figura, su voz más suave ahora, pero aún resonante—. Y tú, Liana, eres la elegida para enfrentarte a lo que viene. Pero antes, debes pasar la prueba de este encuentro.
Liana tragó saliva, sintiendo el peso de las palabras del Guardián. Había enfrentado muchas pruebas desde que descubrió su legado, pero algo en la mirada de esta criatura le decía que lo que estaba por venir era diferente, más peligroso, más personal.
—¿Qué prueba? —preguntó, su voz apenas un susurro.
El Guardián no respondió de inmediato. En cambio, alzó una mano y de las raíces del árbol surgió una pequeña caja, adornada con símbolos que Liana reconoció como antiguos sellos de protección.
—Dentro de esta caja se encuentra un fragmento del poder que buscas, pero también contiene un secreto que podrías no estar preparada para enfrentar. La prueba es simple: ábrela, si tienes el valor, y acepta lo que encuentres.
Liana miró la caja, su corazón acelerándose. Sabía que lo que contenía podría cambiar todo lo que sabía, pero también sabía que no tenía opción. Si quería cumplir su destino, tendría que enfrentar lo desconocido, sin importar el costo.
Con manos temblorosas, extendió sus dedos hacia la caja, sintiendo el poder que emanaba de ella. El Guardián la observaba en silencio, su expresión inescrutable. Finalmente, Liana tocó la tapa y, con un último respiro de determinación, la abrió.
Un destello de luz cegadora llenó el claro, y por un momento, Liana sintió que todo a su alrededor desaparecía, absorbido por la intensidad de lo que había liberado. Luego, la luz se desvaneció, y en su lugar, una voz, diferente a la del Guardián, susurró en su mente.
—Bienvenida, Liana. Has liberado un poder antiguo, y con él, también has desatado los secretos más oscuros de tu propio pasado. Ahora, nada será lo mismo.
Liana cayó de rodillas, abrumada por la revelación. El Guardián se inclinó hacia ella, su expresión finalmente mostrando un destello de compasión.
—Este es solo el comienzo, Liana. Lo desconocido siempre ha estado dentro de ti. Ahora, debes aprender a controlarlo o arriesgarte a ser consumida por él.
Liana levantó la mirada, sus ojos llenos de una nueva determinación. No sabía lo que el futuro le deparaba, pero una cosa era segura: ya no era la misma. Había mirado lo desconocido a los ojos y había sobrevivido. Ahora, era tiempo de seguir adelante, hacia un destino que aún estaba por descubrir.