El Rey Y La Duquesa

-Esto es tu culpa, ¿por qué yo tenía que quedarme?, vuelvo a marcar su número y vuelvo a gruñir cuándo no contesta.

-Te veía un poco estresado, y como mi colega siempre lleva a sus mujeres a todos lados, creí que te haría bien –frunzo el ceño y lo miro. Es una suerte que ese tipo ya se fue, si no seria testigo de la posible paliza que le daré.

-Jacob, estoy casado.

-No verdaderamente –levanta una ceja –. Al menos que de verdad te guste la peli negra. –Bufo y me rindo. Maldición, sabía que no iban a durar tres horas juntas.

-Esto no lo hiciste por mí –lo miro –lo hiciste para darle celos a Evangeline.

-Ella no me interesa –se encoge de hombros suspiro.

-¿Ni siquiera dónde está ahora? –mantiene la mirada en el suelo unos segundos. Maldice y toma su teléfono, observó como intenta llamarla, pero no contesta.

-De seguro se fue de fiesta –murmura.

-Si, y se llevó a Bayolett. O tal vez Bayolett se la llevó a ella –frunzo el ceño –. Ella era la que estaba más enojada.

-¿Qué insinúas? –me acercó.

-Insinúo que tu esposa diabólica convenció a Evangeline de algo, de seguro de hacer una macumba –frunzo más el ceño.

-¿Diabólica?, los únicos diabólicos son Evangeline y tú –lo señalo. –Tú por secuestrarla y ella por actuar como si no lo estuviera –empuja mi pecho.

-Tú organizaste un matrimonio falso y ella también actúa como si nada –gruñe.

-Al menos yo no soy un mafioso –lo empujo de vuelta.

-No soy un mafioso –hace todo por golpearme pero nuestros teléfonos suenan.Nos miramos al mismo tiempo, lo tomo.

Abro el mensaje de número desconocido, siento la tensión en mi cuerpo al ver una invitación de fiesta. Junto a la ubicación.

Miró a Jacob, aprieta su mandíbula y me mira. Nos giramos al mismo tiempo y salimos de la casa.

-Te lo dije, Bayolett se la llevó a una fiesta.

-O Evangeline. –Aunque no me sorprendería que fuera Bayolett, sé cuánto les gustan las fiestas. Y asistió a varias, ¿por qué esta me enojaría?. Tal vez por qué esta vez no tenía a Evangeline con ella.

-¿Por qué luces nervioso?

-No estoy nervioso –lo miro –tú luces nervioso.

-No es cierto –frunce el ceño, acelerando más el auto suspiro. No creo que haga algo como eso, besar a alguien frente mío. Ella misma aclaró que eso es lo que no quería. Aunque después de verme con esa mujer. Pero no tuve tiempo de explicarle. Ella misma se sentó en mis piernas, aún qué no la aparte. Pero Bayolett tenía que haber venido a las doce, yo pude haber hecho lo que sea mientras ella no vea, lo que

Ella quería, ¿no? Pero vino antes. Miró hacia la ventana cuándo el auto se detiene. Frunzo el ceño al ver como las luces salen de una casa, pero sin nadie afuera.

-¿De quién demonios es esa casa? –salgo del auto.

- Es mia responde, lo miro avanzar hacia ella. Fue una pregunta retórica. ¿Cuantas casas tienes? –Camino más rápido cuando el empieza a hacerlo, levanto mi mirada hacia los dos

Hombres que están en la puerta. Nos detenemos cuándo se interponen en la puerta, uno saca una lista.

-¿Nombres?

-¿Nombres?, esta es mi maldita casa –avanza un paso hacia ellos.

-Eros y Jacob Wild –detengo a Jacob. Lo ultimo que hay que hacer es actuar con agresividad, es lo que ellas quieren

El hombre baja la vista a la lista.

-Eros Wild, tú nombre no esta en la lista de Evangeline –aprieto mi mandíbula.

-Te dije que era obra de ella –murmuro hacia Jacob, me mira de reojo, también apretando su mandíbula.

-Está en la lista de Bayolett –miramos al otro hombre cuando habla. Mi boca se mantiene abierta, mientras las palabras se traban en ella. Siento la mirada de Jacob pero lo ignoro.

-Pueden pasar –se hacen paso y abren la puerta, avanzo yo primero. Parpadeo un par de veces en la oscuridad, tratando de ver entre las luces y el vapor. Ya me esta dando cólera.

Miró a Jacob cuando lo escucho reír, mira a su alrededor y luego me mira, aún sonriendo.

-Voy a matarla.

Rápidamente, miro hacia todos lados, buscándola. Me detengo al observar bien. ¿Qué mierda?, son todos hombres. Siento la ira absorberme al imaginar a Bayolett, con cualquiera de estos tipos. Busco esta vez a Jacob, lo encuentro detrás de mí y me acerco a él. Esto es tu culpa lo señalo.

-¡Cállate y búscalas!! –Suspiro mientras lo veo avanzar, empiezo a seguirlo. Tratamos de pasar entre la cantidad de hombres, con increíble incomodidad. Me sobresalto cuándo uno me toma el brazo, lo miro mal.

-Suéltame si quieres vivir –hablo alto. Frunzo más el ceño cuando ríe.

-Vengan, los están buscando. Miro a Jacob, se acerca a mí mientras también toman su brazo. Empiezan a llevarnos.

-Yo sé como caminar –me ignora y sigue tomándome. Tomo una profunda respiración y hago todo lo posible para no golpearlo Pero Jacob parece no hacer lo mismo, giro mi cabeza cuando escucho el sonido del golpe. Miro al hombre en el suelo y luego a Jacob. Bueno, ya que. Me giro y golpeó el rostro del hombre, enseguida cae al suelo, mientras el área

empieza a despejarse. Muevo mis hombros, mientras lo observo quejarse. Eso se sintió bien. Miro a Jacob y luego hacia un hombre, nos señala una puerta roja. Nos hace seña

Para que entremos. Me acerco junto a Jacob.

-¿Qué hay en esta habitación? –pregunto.

-Mi oficina –responde, mirándome unos segundos. Suspira y abre la puerta, se adentra primero. Lo hago después, mientras miro alrededor. Mi malhumor crece al ver dos filas de

Hombres, con camisas desabrochadas y pantalones.

¿De dónde sacaron a todos estos hombres?

Los miro mal a cada uno y luego estiro mi mirada hacia adelante. Las veo a las dos, sentadas en unos sillones individuales. Nos sonríen, para luego hacer seña en los

Sillones del frente.

-Evangeline –se sienta mientras la señala. Hago lo mismo, mientras observo a Bayolett. Se limita a mirarme –No sé como carajos conoces esta casa, ni quienes son estas personas. Pero esto no se compara...

-Shh –lo calla, cerrando unos segundos los ojos. Jacob lo hace mientras suspira, lo veo tirar su espalda hacia atrás. Nos miran unos segundos más y luego lamen sus labios, mientras cruzan sus piernas al mismo tiempo. Eso dio miedo.

-Evangeline y yo llegamos a una conclusión –habla Bayolett –. Nos dimos cuenta de que nos surgía esta estúpida rivalidad entre nosotras. Mientras ustedes reían como niños en una juguetería. Y lo peor, nosotras somos los juguetes.

-Eso no es... levanto la voz.

-Shh –me interrumpe, aprieto mi mandíbula –. Entonces, claramente nos cansamos de ser los juguetes. Nos gustaría ser algo más que a las mujeres que eligieron por capricho.

-No sean ridículas. Primero, Evangeline no esta aquí por capricho. Esta aquí para pagar las deudas de su padre. Y segundo, si esto es para vengarse de lo de la casa,

Se están sobrepasando.

-Exacto, Jacob –miro a Evangeline –Ustedes tiran la moneda, nosotras el billete.

-Sonríe

-Yo no tire nada. Él fue quién trajo a todas esas mujeres.

-Jacob me mira mal

-Te recuerdo, Eros –miro a Bayolett –. Que te especifique que quería quedarme en casa, pero me trajiste de todos modos. Igual como fue con California, o ir a visitar a tu madre –niego con la cabeza, entrecerrando los ojos. Bien que disfrutó el último viaje.

-En fin. Esto es simple –vuelve a hablar Evangeline –. Queremos nuestra paga por todos los malos tratos –frunzo más el ceño.

-¿Malos tratos?, te bañas en el jacuzzi todos los días, Evangeline –Jacob se inclina hacia ella.

-Yo quiero el jacuzzi de mi casa.¿Pero que paso?, alguien me arrastro hacia una casa desconocida. Yo, me baño en tu jacuzzi, en tu piscina, paseo por toda la casa y incluso a veces me escapo.

-¿Qué tú que? –se inclina más

-Todo lo hago para demostrarte que no te tengo miedo, no por gusto –lo mira seria.

-Demostramos que no tenemos miedo, y que no nos dejamos intimidar -Bayolett me mira al terminar. Froto mi rostro, mientras siento mis dientes rechinan.

-Solo digan lo que quieren –gruño. Sonríen al mismo tiempo y comparten una mirada.

-Tomaremos las decisiones por una semana –parpadeo.

-¿Qué? –hablamos al mismo tiempo.

-Durante nuestra estadía aquí –miro a Bayolett –nosotras seremos las que estemos en control. Para que vean como se sienten. Y un contrato no me detendrá –sostiene mi mirada, muevo mi mandíbula.

-Ni el estar secuestrada –habla Evangeline –Y como ustedes dicen, no fue una propuesta, es un hecho –sonríen.

-¿Qué les hace pensar que dejaremos que tomen el control? –habla Jacob, me cruzo de brazos. Lo dicen tan seguras, ¿acaso no reflexionaron en nuestra resistencia?. Vuelven a compartir una mirada.

-¿Qué pensaría todo el mundo, al ver que dos grandes figuras públicas, entraron a una fiesta gay? –Bayolett ladea la cabeza, aún sonriendo. Miro lentamente a Jacob. Esto no fue una fiesta para contraatacar y ligarse a todos estos. Fue una trampa.

-Oye, fue una gran idea –vuelvo a mirarlas, Evangeline la mira con una sonrisa.

-Gracias. La idea de tomar el control fue vitalle devuelve el halago, froto mis ojos lo se. Esto será un infierno.

Me cruzo de brazos, mientras las veo nadar en la piscina. –Suspiro pesadamente.

-¿Haz visto mi teléfono? –Jacob se acerca-. Es uno blanco mirá y luego a ellas.

-¿Acaso no es obvio?, nos lo quitaron –murmuro, mientras muevo mi pie. Es una suerte que esté en vacaciones y en la oficina no llaman. Pero, ¿qué tal si lo hacen?, ¿qué tal si hay una emergencia?, estoy empezando a perder la paciencia.

-¿Qué?, con todo lo que tengo ahí –empieza a caminar hacia ellas. Se inclina a la piscina y le grita algo a Evangeline. Ella le hace seña a uno de los hombres, este se acerca y lo empuja, tirándolo a la piscina. Escucho sus risas. También nos hicieron decirles a los hombres que las obedezcan a ellas. Antes quería que la semana pase lento, ahora quiero que pase rápido. Salen de la piscina cuando Jacob se acerca a Evangeline. Corren hacia la reposeras y esta vez le hacen seña a mas hombres. Las rodean y le impiden el paso a Jacob.

Suspiro y miro a Bayolett, mientras comienzo a idear un plan.

La miro mientras come sus papas, mirando hacia todo el lugar.

-Sabes, empiezo a pensar que estás planeando mi muerte, no dejas de mirarme –me mira.

-Algo parecido. –suspira y vuelve a mirar hacia adelante.

-Sabes que mereces un castigo como este, Eros. ¿O prefieres nalgadas?

-Tú pareces estar buscando unas –frunce el ceño y se detiene, me mira.

-No la miro de arriba abajo, su vestido blanco ajusta perfecto su cintura, y el escote de sus pechos atraen mi imaginación.

-Lindo vestido –me acerco y acaricio su cintura. – Puede estar enojada todo lo que quiera, pero no puede ocultar el deseo hacía a mí, ni mi efecto en ella.

-Detente –mira hacia otro lado, mientras se aleja –Recuérdalo, sin tocar –me señala. Muevo mi mandibula y me alejo. Pronto me dirás lo contrario.

Iré a comprarme un helado. Ten, comete las papas las deja en mi pecho, las tomo mientras se aleja. Suspiro cuando se acerca al del helado, sonriéndole y inclinándose sobre el.

Entrecierro los ojos, mientras empiezo a comer las papas.

Tal vez me este sacando de mis casillas, enloquece mi mente y mi cuerpo. Aún así, no me arrepiento de elegirla. Finalmente esta dejando a la luz quién realmente es.