Mis Tres Vidas

En las redes sociales Elizabeth se muestra reservada, casi no sube fotos de ella excepto con su perro. No figura que tiene relación alguna con nadie. Sigo investigando y doy con su dirección, es relativamente cerca de aquí. Al día siguiente como es fin de semana tengo planificado ir por allí sin ser visto, quiero espiar un poco su entorno para ver por dónde puedo comenzar a entablar un vínculo más cercano que de alumno profesor.

Acá vivo con mi madre Paula y mi padre Juan. Ambos son obreros en una fábrica de ropa, no son ricos pero tenemos lo justo para vivir. Ellos me dan mi espacio en tema relaciones. Mi madre va a mi habitación para indicarme que ya esta la cena y obedezco. Voy a reunirme con ellos, pero en mi mente sigo maquinando un plan para lograr mi objetivo.

Todo el tiempo tengo en mi mente el rostro de Elizabeth, su mirada perdida, el dolor de ver que no me reconoce, ese sentimiento de querer contarle todo para que me recordara y no poder hacerlo. Ahora entiendo todo lo que paso ella en las pruebas anteriores. Me prometo esforzarme al máximo y lograrlo, igual como ella lo hizo.

Amanece, me arreglo un poco, todo casual, unos jeans, gorra y un pullover. Entonces voy hasta su vecindario. Al llegar a su edificio me quedo estático mirando y como soy algo torpe, no me percato que ella está justo detrás de mí.

- ¿ Arón que haces por acá? Me dice en un tono sospechoso.

- Buenos días, respondo.

Intento poner mi voz firme ya que me tiembla un poco por la impresión de verla, eso no estaba en mis planes.

- Quería ver entre sus posibilidades de que pudiera darme clases privadas, pagaría claro.

Fue lo primero que se me ocurrió decirle.

- Está bien, cuando empezamos, dijo, sin poner peros.

Quedé más que sorprendido ante tan poca resistencia.

- Mañana si se puede, dije.

- Ok, mañana.

- Pasa y nos ponemos de acuerdo en precio.

La seguí.

Elizabeth vivía en la segunda planta de un edificio multifamiliar. Al ingresar en su apartamento noté un hermoso cuadro de una elfa, , sonreí sin darme cuenta.

- Te gusta, dijo.

- Si, contesté.

- Soy fan del señor de los anillos y sobre todo de los elfos del bosque, me explicó como justificando tan pintoresco cuadro.

Automáticamente pensé que tal vez ella tenía ese gusto por los elfos ya que era un reflejo de que en el fondo supiera o recordara lo que era ella en el pasado. Solo faltaba que me recordara a mí.

- Me gusta igual, contesté.

Nos sentamos y me explico su honorario. Veinte dólares la hora. Sentí un poco de angustia ya que nosotros no teníamos dinero de sobra, así que debía trabajar para poder costearme estas clases. Planificamos una sola sección semanal de dos horas. Ella fue muy respetuosa conmigo y noté que no recordaba aún nada sobre nosotros.

Regresé a casa y comencé a buscar postales viejas que había almacenado para vender a los coleccionistas, luego la publique en internet y enseguida tuve éxito. Una persona se quedó con todas por cuarenta dólares. Ya tenía el dinero de mi primera clase. Hice los ajustes para entregarlas personalmente y cobrar.

La semana transcurrió rápido, aunque para mí no tanto. Conseguí un pequeño trabajo paseando perros por un costo de cincuenta dólares a la semana. Del dinero obtenido lo repartía en casa y ahorraba un poco para futuras clases, aunque no era mucho lo que sobraba solo diez dólares. Llegó el sábado y fuí a su casa. Ella estaba muy hermosa con su cabellera suelta.

No llevaba maquillaje y se veía toda una diosa. Me contuve para no besarla y hechar a perder mis planes de conquista. Fuimos al comedor para utilizar la mesa para las clases. Su casa era muy acogedora, de una calidez absoluta. Ella me comentó que luego de las clases en la escuela impartía clases privadas a algunos estudiantes para poder ayudar a sus padres con los gastos, los cuales vivían en otro país.