**"EL Eco Del Pasado"** es una novela de romance contemporáneo que sigue la historia de Dante y Emilia, dos almas marcadas por un oscuro pasado y un matrimonio forzado. A medida que enfrentan peligros, traiciones y fantasmas de su historia, descubren que el verdadero amor puede florecer incluso en los momentos más difíciles. Juntos, emprenden un viaje hacia la redención y la paz, buscando dejar atrás las sombras y construir una vida llena de esperanza y nuevos comienzos. Es una historia sobre la fuerza del amor para sanar, perdonar y renacer.
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Capítulo 3: Sombras del Pasado
El primer amanecer en la mansión Moretti encontró a Emilia despierta, sentada en el amplio balcón de su nueva habitación. Desde allí, podía ver los extensos jardines que se extendían más allá de lo que la vista alcanzaba. Las rosas, las mismas que había percibido el día anterior, se desplegaban en una sinfonía de colores. Sin embargo, su belleza no lograba calmar la inquietud que sentía en su interior.
La noche había sido larga y solitaria. Después de la recepción, Dante se había retirado a su estudio, dejándola sola en su nueva habitación, una estancia grandiosa, pero desprovista de calidez. Las paredes estaban adornadas con retratos de antiguos miembros de la familia Moretti, todos con la misma expresión seria y orgullosa que había visto en su esposo. Esa galería de rostros desconocidos solo había intensificado su sensación de aislamiento.
Los pensamientos de Emilia se vieron interrumpidos por un suave golpe en la puerta. Se volvió y, al abrirla, encontró a una mujer mayor con una expresión amable, vestida con el uniforme de las sirvientas de la casa.
"Buenos días, señora. Soy Anna, la encargada de la casa. Estoy aquí para ayudarla con lo que necesite", dijo la mujer con una sonrisa sincera, la primera que Emilia había visto desde que llegó a la mansión.
"Gracias, Anna", respondió Emilia, agradecida por la compañía. "Es mi primera mañana aquí, y... bueno, no sé muy bien cómo funcionan las cosas en esta casa."
"No se preocupe, señora. Estaré a su disposición para guiarla en lo que necesite", aseguró Anna. "¿Le gustaría tomar el desayuno en el comedor o prefiere que se lo traiga aquí?"
Emilia dudó un momento. No quería enfrentarse a la inmensidad de la mansión sola, pero sabía que debía comenzar a adaptarse a su nueva vida. "Iré al comedor, gracias", decidió finalmente, intentando sonar más segura de lo que se sentía.
Anna asintió y la guió a través de los pasillos adornados con tapices y muebles antiguos. A medida que caminaban, Emilia no pudo evitar notar el silencio que reinaba en la casa, un silencio que parecía envolver cada rincón. Era como si las paredes guardaran secretos, historias no contadas de generaciones pasadas.
Al llegar al comedor, encontró a Dante ya sentado, con un periódico en mano y una taza de café humeante frente a él. Al verla entrar, dejó el periódico a un lado y la miró con una expresión neutral, como si aún estuviera evaluando su presencia.
"Buenos días", saludó Emilia, tomando asiento frente a él.
"Buenos días", respondió Dante, con la misma formalidad de la noche anterior. "Espero que hayas dormido bien."
Emilia forzó una sonrisa. "Sí, gracias."
El silencio volvió a caer entre ellos, solo interrumpido por el sonido de los cubiertos cuando el desayuno fue servido. Emilia se sintió atrapada en la incomodidad de la situación, deseando encontrar las palabras adecuadas para romper el hielo que los separaba.
Finalmente, fue Dante quien habló, dejando a un lado la taza de café. "Sé que esto no es fácil para ninguno de los dos, Emilia. Estamos aquí por obligación, no por elección, pero... creo que ambos merecemos al menos intentar hacer que esto funcione."
Emilia lo miró, sorprendida por su franqueza. Había esperado que Dante mantuviera la distancia, que continuara con la fachada fría y distante. Sin embargo, en sus palabras, percibió una chispa de vulnerabilidad, algo que la hizo sentir que no estaba tan sola como creía.
"Estoy de acuerdo", respondió con suavidad. "Sé que no será fácil, pero... si ambos ponemos de nuestra parte, tal vez podamos encontrar un camino que funcione para los dos."
Dante asintió, sus ojos encontrando los de Emilia por un momento antes de desviarse. "Tienes razón. Y quiero que sepas que, aunque este matrimonio fue arreglado, no tengo la intención de forzarte a nada. Quiero que te sientas cómoda en esta casa, y... espero que con el tiempo, podamos llegar a conocernos mejor."
Emilia sintió una mezcla de alivio y aprehensión. Las palabras de Dante eran un paso en la dirección correcta, pero también traían consigo la incertidumbre de lo que significaba realmente "conocerse mejor". ¿Podría realmente confiar en él? ¿Podría él abrirse lo suficiente para que ambos encontraran una forma de coexistir en este matrimonio impuesto?
Mientras el desayuno continuaba en silencio, Emilia decidió que, por primera vez, intentaría ver más allá de la fachada de Dante, más allá de la formalidad que los mantenía a ambos a distancia. Quizás, si ambos estaban dispuestos, podrían encontrar algo más en su unión que simples deberes y obligaciones.