Una tragedia marca la vida de Isabella Moretti. Años más tarde el amor vuelve a ponerla a prueba.
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CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 13.
Por Valentino.
Desperté en la cama de mi hermano luego de una larga noche. Miré la hora. Las 7 a.m. Diablos, me quedé dormido. Llamé a Matías para avisarle que pasaría por algunos documentos y trabajaría desde casa hasta que Issi se mejore. Olvidé ponerlo al tanto de los últimos sucesos. Matías estaba muy preocupado. Había olvidado por completo que es amigo de Issi. En ese momento se me ocurrió algo.
-Matías. ¿Tú sabías que Issi fue la novia de Ezequiel?
Se hizo un silencio al otro lado de la línea y entonces lo supe… Todo el mundo lo sabía, excepto nosotros dos.
-Valen… Estoy con Julia. Iremos para allá.
Matías colgó el teléfono y yo me dirigí a darme una ducha. Solté un suspiro. Antes de salir del cuarto volví a dejar todo en su lugar. Arreglé la cama de mi hermano para que quede intacta. Luego de ducharme, me dirigí al armario. Decidí vestirme de manera casual, después de todo hoy trabajaría desde casa. Elegí unos jeans, una remera Blanca y mi chaqueta. Tome el casco. Decidí que ocuparía la moto de Ezequiel.
Cuando bajaba las escaleras vi a Issi y a mi madre platicando. Issi lucia muy bella. Estaba preparada para ir a la oficina. A lo que me negué rotundamente. No la dejare ir al trabajo hasta asegurarme de que está bien. Había hablado con mi padre y mi madre para pedirles que cierren un negocio debido a que no podía dejarla sola y no podía arriesgarme a llevarla de viaje conmigo. Mis padres aceptaron, también estaban preocupados por la salud de Isabella. Sin embargo, los veía extraños. Hablaré con ellos a su regreso, estoy seguro de que saben algo sobre todo esto. Mientras hablaba con Issi, golpearon la puerta. Sabía perfectamente quiénes eran. Decidí abrirles; sin embargo, no me esperaba que Julia reaccionara de esa manera. Entró gritando y acusándome. Matías estaba avergonzado. Decidí dejar que saluden a Issi, pero luego los acompañé a la salida siguiéndolos con la excusa de que iría al trabajo. Le dije a Matías que luego hablaría con él. Me dirigí a la cochera, le di arranque a la motocicleta y salí de casa. Hacía tiempo que no la usaba. Trato de utilizarla de vez en cuando para mantenerla en buen estado. Ezequiel amaba su motocicleta. Y en casa aún conservamos sus pertenencias, incluida su moto.
Al llegar a la oficina, deje la motocicleta en el parqueadero e ingresé a la oficina mirando algunos mails en mi teléfono. Me encargaría de responderlos antes de ir a casa. Ingrese al noveno piso acomodando mi pelo despeinado, las empleadas me observaban con insinuación. Como cada día. Me era indiferente. De pronto Mariana se acercó a mí.
-Valen. ¿Cómo está mi amiga?
-Bien, la dejé sola en casa. Oye, Mariana. Necesito que me acompañes a mi oficina un momento.
Mariana asintió y me siguió algo confundida. Entré a mi oficina y comencé a juntar lo que necesito para trabajar desde casa.
-¿Y bien?, ¿qué ocurre? ¿Pasó algo con Issi?.- pregunto.
-No, claro que no. Oye. Necesito preguntarte algo. Siéntate por favor. -Dije señalando el futón.
-Claro que sí. -Dime.
Tomé asiento a su lado y luego de un momento hablé:
-Mariana… ¿Qué opinas de Julia?
-Julia es nuestra mejor amiga. Estuvimos juntas toda la vida. ¿Por qué lo dices?
-No lo sé Mariana. Hay algo en ella que… Quiero decir… Nunca apoyamos su relación con Matías. Siempre tuvimos dudas sobre ella.
-“Tuvimos”. ¿Quiénes?
-Ezequiel, Felipe y yo. No me malinterpretes. Es que… Es algo extraña.
-No entiendo.
-Ezequiel me ha dicho en varias oportunidades que ella intentaba seducirlo. Pero “su novia”, es decir, Issi creía que era una idea suya. Digo… Es su mejor amiga después de todo.
-Entiendo pero Valentino… ¿A qué quieres llegar?
-A nada. Lo siento.
-No… Quiero que me digas que ocurre. AHORA.
-No lo se Mari. -Dije poniéndome de pie y parándome frente a ella. -Hay algo extraño en esa mujer. Quiero decir… Si vieras como entro esta mañana a la mansión. Fue muy prepotente y por momentos sentí que nos amenazaba con decirle la verdad a Issi. Ni siquiera me anime a dejarla sola con ella. Le dije que se fuera.
-Que te digo… Somos amigas desde pequeñas. Yo… No logro entender bien esto, pero… Puedes contar conmigo.
-Gracias Mari. ¿Hablaremos en otro momento, vale? Ahora debo irme a la casa. Recuerda que puedes ir cuando quieras.
Ella asintió y me despedí con un beso en la mejilla y un leve abrazo de amistad.
Cuando iba de salida, me giré. Mire a Mariana y dije:
-Arriésgate con Felipe. No te arrepentirás. Soy bueno dando consejos. -Dije guiñándole un ojo.
Ella río y asintió. Salí sonriendo. Mariana es una buena chica y mi amigo está loco por ella. Encontré a Matías de camino y le pedí que me siguiera a la casa para hablar sin que las paredes escuchen. Monte la moto y regrese a la mansión lo más rápido que pude. Al entrar escuché voces provenientes de la cocina. Eran Issi y Esmeralda charlando sobre los viñedos. Sin embargo, Esmeralda casi habla de más. Tuve que decirle a Issi que se refería a mis hermanos. Pero intentaba ocultar que Ezequiel es mi hermano. Le hablaré de ella en otro momento. Por ahora solo quería conformarla y que no haga más preguntas. Luego de saludarla y de convencerla para que descanse y decirle que me encanta tenerla aquí en la casa, me dirigí a mi despacho esperando a Matías, quien ingresó casi detrás de mí.
-Vine lo más rápido que pude. -Exclamó.
-Matías. Ayer me reuní con Francisco Guevara. Tiene pruebas para creer que mi hermano fue asesinado…
-¿De qué hablas? ¿Quién podría querer hacerle daño a Ezequiel?
-¡No lo se Matías! No lo se. De lo único que estoy seguro es que haré pagar a quien lo hizo. Por lo que le hicieron a mi hermano y a mi familia, a mí y a todos. Esto no quedará así.
-Y te apoyaré Valen. Pero tienes que calmarte. Llegaremos al fondo de esto. Además… Es necesario que le cuentes la verdad.
-Lo se. -exclamo. -Solo estoy esperando el momento adecuado, no puedo permitir que se desmorone nuevamente.
Intente calmarme mientras seguí conversando con Matías sobre ese asunto. Al rato Julia lo llamó y tuvo que irse. Amo a mi amigo, pero detesto que sea tan perrito faldero. Decidí ir a ver que hace Isabella. Quizá invitarla a dar un paseo por el jardín. Cuando llegue a la planta alta, note que la puerta de la habitación de Ezequiel estaba abierta.
-Oh, no.- Dije para mí mismo.
Ingrese a la habitación y al verla a ella en ese estado sentí que mi corazón se rompía en mil pedazos.
-Issi… -Llamé con mi voz baja.
-No, no. ¿DESDE CUÁNDO LO SABES? ¡¿DESDE CUÁNDO SABES QUE YO ERA SU NOVIA?! ¡CONTESTA! -Gritó.
-Lo supe ayer. Te explicaré todo Issi, escúchame.
-NO, NO TE ESCUCHARÉ. ¡NO QUIERO VERTE!
Ella estaba demasiado alterada y yo la entendí. La tomé por los brazos y la abracé fuerte para retenerla. No la dejaría escapar. Tenía terror de que cometa otra locura. Ella golpeaba mi pecho mientras yo me aferraba más a ella.
-Desahógate. Llora, llora Issi.
-¿Por qué me lo ocultaste?, ¿por qué?
-No lo sabía Isabella. No lo sabía hasta ayer. Créeme que a mí también se me partió el corazón cuando lo supe.
-Esto no puede ser. No puede estar pasando.
-Ven, ven aquí. -Dije mientras la llevaba lentamente hacia la cama. Me recosté con ella en mis brazos intentando calmarla. La deje llorar todo lo que pudo. Deje que llore hasta exprimir todas sus lágrimas. No la soltaría nunca. Esta mujer me está volviendo loco y aunque traicione la memoria de mi hermano ya no puedo negar lo mucho que me gusta. Mis lágrimas no tardaron en aparecer. Todo esto es demasiado para ambos. No hemos creado un vínculo más allá de la amistad. Al menos por ahora. Pero la historia que nos une es más fuerte que cualquier otra. Ambos nos refugiamos en los brazos del otro. Así hasta quedarnos profundamente dormidos.