**Alexa** es una joven soñadora, inquieta y de alma libre, siempre anhelando encontrar el verdadero amor. Para ella, ese amor es como una burbuja que flota en los cielos, un refugio que le brinda seguridad y confianza, un lazo tan fuerte que no permite distancias entre almas gemelas. Sin embargo, su mundo idílico se ve sacudido por la llegada de **Sergio Méndez**, un hombre misterioso y arrogante que desconfía del amor y desafía todas sus creencias. A medida que Alexa se adentra en este torbellino emocional, comenzará a cuestionar la existencia del amor verdadero. ¿Logrará Alexa mantener su fe en los sueños del corazón, o se dejará arrastrar por la dura realidad que Sergio representa? La batalla entre el idealismo y el escepticismo está a punto de comenzar.
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Capitulo IV Día libre
Después del incidente con Sergio en el baño él no volvió a molestar a Alexa; ella continuo disfrutando de su noche junto a sus amigas. Avanzada la noche decidieron ir a la casa de Irene. Aunque Alexa quería descansar, sus amigas tenían otros planes. En la comodidad de la habitación de Irene, las jóvenes empezaron a interrogar a su amiga.
"Ahora sí, nos dirás quien es ese hombre tan guapo que rechazaste", empezó Lucia con cara cómplice.
"No es nadie; simplemente no me gusta que los extraños nos molesten", respondió Alexa rodando los ojos.
"A mí me pareció que no era tan extraño para ti. Ya cuenta: ¿de dónde lo conoces?", intervino Irene sonriendo.
"Ok, ok, pero después me dejan descansar; estoy muriendo de sueño", contesto Alexa haciendo muecas de fastidio.
"Ja, ja, ja, si el chisme está bueno ni pienses en dormir", agrego Irene riendo.
"No hay mucho que contar; ese hombre es Sergio Méndez, el sujeto más idiota que en su conocerán en su vida", dijo Alexa pasando de estar sonriente a una expresión de seriedad.
"¿De qué hablas, amiga?", pregunto Lucia viendo a su amiga inquieta.
"Él es el hijo de los Méndez, Sergio Méndez. Una persona odiosa y sin sentimientos. Toda la vida me tocó presenciar como trataba a mis padres y a los demás empleados con desden. No lo soporto y lo peor que me pudo pasar fue volver a esa casa y convivir con él.", terminó de explicar Alexa con una tristeza profunda en sus ojos.
"Lo sentimos amiga; no sabíamos que era la misma persona que odias tanto", respondió Irene abrazando a Alexa.
"Verás que pronto podrás sacar a tus padres de esa casa. Nuestro proyecto está casi listo y una vez lo pongamos en funcionamiento, seremos imparables", comento Irene con optimismo.
Las chicas fueron a descansar después de aquella conversación. No fue sino hasta pasadas las diez de la mañana que las tres se despertaron. Se habían quedado dormidas en la cama de Irene; está era lo suficientemente grande para que las tres estuvieran cómodas. La familia de Irene gozaba de buena posición social al igual que la de Lucia y aunque Alexa no pertenecía a ese círculo social, no se sentía menos que ellas ni que nadie, pues su inteligencia no le permitía sentimientos de inferioridad.
"Chicas me tengo que ir", expreso, Alexa lista para salir.
"No seas aguafiestas, vayamos al centro comercial", dijo Lucia animada.
"Lo siento muchachas, pero este día lo pasaré con mis padres, nos vemos mañana para empezar nuestros planes", respondió Alexa saliendo de la casa.
Una hora después, se encontró con sus padres en la imponente mansión Méndez. Aunque el corazón le latía con fuerza al verlos después de tantos años, una sombra de incomodidad se cernía sobre ella al cruzar el umbral de aquella casa. Las paredes, que alguna vez habían sido testigos de su infancia, ahora parecían susurrar secretos dolorosos.
Recordó aquellos días en los que Sergio, hizo de su vida un verdadero tormento. Desde aquel incidente cuando apenas tenía diez años, él se había convertido en su verdugo personal. Con una sonrisa cruel y palabras afiladas como cuchillos, la molestaba sin piedad, burlándose de ella por su condición social. Para cuando cumplió quince, Sergio ya había alcanzado los veinte, y ella había albergado la esperanza de que la madurez lo transformara. Sin embargo, lo que encontró fue aún más desolador; sus desprecios se intensificaron, como si la crueldad se hubiera arraigado en su ser.
El aire en la mansión estaba impregnado de recuerdos amargos, y a pesar del cariño que sentía por sus padres, cada rincón de esa casa parecía recordarle las cicatrices que aún llevaba en el alma.
"Gusto verte Alexa", Ágata recibió a la joven con una gran sonrisa.
"Gracias señora Ágata", respondió Alexa gentilmente al saludo.
"En un momento salen tus padres, pero a tres de que te vayas me gustaría conversar contigo", dijo la mujer cambiando su expresión a una más seria.
"Si, claro, ¿pasa algo?", pregunto Alexa con preocupación.
"No querida no te asustes, es solo que me gustaría saber sobre tus planes, ¿qué piensas hacer ahora que regresaste?", pregunto Ágata con mucho interés.
"Bueno primero buscaré un trabajo, y después ya veremos que resulta", dijo Alexa sin contar mucho sobre sus planes y es que no confiaba en Ágata, ella tenía algo que no terminaba de convencer a Alexa.
"Me parece muy bien que pienses en trabajar. Sé que estudiaste diseño de modas y sería un honor para nosotros que trabajarás en nuestra empresa", dijo Ágata con una sonrisa.
Cuando Alexa estaba a punto de responder, sus padres llegaron, listos para salir. Era su día libre y estaban decididos a aprovecharlo al máximo junto a su hija. La emoción de la familia Suárez era palpable; Miranda e Ismael sonreían abiertamente, reflejando el profundo amor que sentían por Alexa. Por su parte, Alexa se sentía feliz de poder compartir tiempo con ellos. Durante el tiempo que estuvo lejos, no podía evitar preocuparse por sus padres; ya no eran tan jóvenes y los trabajos en la casa de los Méndez no eran fáciles. Fue un día increíble, en un primer lugar fueron al parque, sentados bajo la sombra de un árbol se pusieron al día con lo vivido en ese tiempo que estuvieron separados, al medio día Alexa los invito a almorzar en un pequeño restaurante, donde disfrutaron de un delicioso almuerzo y ya para terminar el día, fueron al centro comercial y pasaron la tarde caminando y viendo algunas cosas. Alexa no se sentía muy cómoda al ver tantas cosas que quería comprarle a sus padres y que al final no tenía el dinero para hacerlo.
"Algún día les podré comprar todo lo que ustedes quieran", comento Alexa con su mirada triste.
"A nosotros lo que nos hace feliz, es que estés aquí con nosotros", respondió Ismael consolando a su hija.
"Ustedes han hecho tanto por mí, que ahora lo único que quiero es poder consentirlos", dijo Alexa con una media sonrisa.
"No te apures hija, todo llega a su tiempo", dijo Miranda abrazando a Alexa
Después del emotivo momento, llegó la hora de regresar a la mansión Méndez, esa noche Alexa se quedaría en esa casa, hasta que consiguiera un trabajo y pudiera irse junto a sus padres.