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Mil Años De Metamorfosis

Mil Años De Metamorfosis

Status: En proceso
Genre:Viaje a un mundo de fantasía / Fantasía épica / Superhombre / Espadas y magia
Popularitas:455
Nilai: 5
nombre de autor: zack storytime

Un soldado de un antiguo reino fue sometido a un experimento para transformarlo en un arma de destrucción masiva mediante alteración genética. Algo salió mal y despertó mil años después, en un mundo mágico lleno de bestias de fantasía. Desorientado, encuentra las ruinas de su reino y un nuevo campo de batalla entre civilizaciones desconocidas. Con habilidades sobrehumanas, debe descubrir su propósito en este nuevo y peligroso mundo.

NovelToon tiene autorización de zack storytime para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 21: Nuevos Vínculos y Búsquedas Infructuosas

Durante la semana siguiente, Zen y el pequeño lobo comenzaron a forjar una conexión inesperada. El cachorro, que ahora estaba mucho más recuperado, se mostraba cada vez más activo y curioso, explorando la cueva y sus alrededores con una energía renovada. Zen, aunque inicialmente había visto al lobo como una posible molestia, comenzó a encontrar en él una especie de compañía inesperada en medio de su solitaria existencia.

Después de varios días de convivencia, Zen decidió que era hora de darle un nombre al pequeño lobo. Mientras el cachorro jugueteaba con una rama cerca de la entrada de la cueva, Zen se agachó y lo observó detenidamente. *Necesitas un nombre digno de tu espíritu resiliente,* pensó, recordando cómo el lobo había sobrevivido a pesar de sus heridas y la adversidad.

—Te llamaré “Skoll,”—dijo finalmente, inspirado por las leyendas que había oído en su infancia sobre el lobo que perseguía al sol. El cachorro levantó la cabeza, como si comprendiera que había sido llamado por su nombre, y corrió hacia Zen, moviendo la cola con entusiasmo. La decisión de adoptar a Skoll no fue tomada a la ligera. Zen entendía que, aunque este pequeño ser no era más que un cachorro, su presencia podría resultar vital en los días venideros.

A lo largo de la semana, Zen continuó su investigación en la zona, buscando cualquier indicio que pudiera explicar los extraños eventos que había presenciado. Recorría el bosque, explorando cada rincón y analizando cada pista que encontraba. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, no lograba obtener resultados concluyentes. Cada camino que seguía parecía llevarlo a un callejón sin salida, y cada teoría que formulaba se desvanecía ante la falta de pruebas concretas.

La frustración comenzaba a asentarse en su mente. *¿Qué es lo que me estoy perdiendo?* se preguntaba una y otra vez mientras revisaba una vez más los mismos terrenos que había recorrido en días anteriores. El maná parecía fluir de manera errática en la zona, y los restos de animales y plantas marchitas seguían siendo un enigma sin resolver. Sin embargo, no lograba encontrar el origen de esta misteriosa alteración.

Mientras Zen reflexionaba sobre su falta de progreso, no pudo evitar compararse con su antiguo compañero, Ethan. *Nunca fui un buen investigador ni espía,* pensó con una mezcla de frustración y nostalgia. En su tiempo como soldado en Mecaget, su función había sido clara: luchar y destruir. Las tareas de inteligencia y espionaje siempre habían recaído en Ethan, su hermano y compañero, quien tenía un talento natural para la observación y el análisis. Ethan había sido la mente detrás de las operaciones, mientras que Zen era la fuerza bruta, el ejecutor implacable.

Zen recordó cómo Ethan solía analizar cada situación con una precisión quirúrgica, desentrañando los misterios más complejos y planificando cada movimiento con una estrategia infalible. En cambio, Zen siempre había preferido la acción directa, la confrontación. Esta diferencia en sus habilidades había creado un equilibrio perfecto en sus misiones, pero ahora, solo y enfrentando un misterio que requería más que fuerza bruta, Zen se sentía fuera de su elemento.

A pesar de la falta de progreso en su investigación, Zen encontraba consuelo en la presencia de Skoll. El pequeño lobo se había convertido en una fuente constante de distracción y alegría. Sus travesuras y su naturaleza juguetona traían un poco de luz a la sombría existencia de Zen. Incluso en medio de la incertidumbre, la relación entre ellos se fortalecía día a día.

Durante esta semana, Zen también dedicó tiempo a trabajar en su nueva mochila. Usando la piel del oso que había abatido, comenzó a confeccionar una resistente mochila que le permitiría llevar sus pertenencias con mayor facilidad. Cada corte y puntada era realizado con meticulosa precisión, asegurándose de que la mochila fuera lo suficientemente fuerte como para soportar los rigores del viaje que aún tenía por delante.

Mientras trabajaba, Skoll observaba con interés, a veces acercándose a oler los materiales y otras veces simplemente tumbándose a su lado, disfrutando de la compañía de su nuevo protector. Zen, con su paciencia renovada, también decidió hacer una cangurera para poder llevar al pequeño lobo de manera más cómoda cuando fuera necesario. La piel del oso era lo suficientemente gruesa y resistente como para garantizar la seguridad de Skoll durante sus viajes.

Zen también reflexionaba sobre el hecho de que, a pesar de haber pasado una semana en la misma zona, los humanos no habían logrado encontrarlo. Esta falta de persecución activa lo sorprendía y preocupaba al mismo tiempo. *¿Por qué no han venido a buscarme?* se preguntaba mientras miraba al horizonte. Sabía que su presencia debía haber sido notada, y se esperaba que las fuerzas humanas hubieran intentado rastrearlo. Sin embargo, no había señales de caza ni de exploración humana en la zona.

**Una Semana de Intriga y Tranquilidad**

A lo largo de la semana, Zen y Skoll desarrollaron una rutina que les permitía mantener una semblanza de normalidad en medio de la incertidumbre. Por las mañanas, exploraban los alrededores en busca de pistas o cualquier señal de lo que pudiera estar causando las alteraciones en el maná y la vida del bosque. Skoll se mostraba incansable, corriendo y saltando entre los árboles, su energía y vitalidad eran contagiosas.

Por las tardes, regresaban a la cueva para descansar y trabajar en sus proyectos. Zen continuaba perfeccionando su mochila y la cangurera para Skoll, asegurándose de que cada detalle estuviera bien cuidado. La cueva se había convertido en un refugio seguro y acogedor, un lugar donde podían descansar y recuperarse de las jornadas de exploración.

A pesar de la tranquilidad aparente, Zen no podía evitar sentirse inquieto por la falta de actividad humana en la zona. Se preguntaba si los humanos habían abandonado su búsqueda o si estaban tramando algo más grande. La incertidumbre lo mantenía alerta, siempre esperando el siguiente movimiento de sus perseguidores.

**La Conexión con Skoll**

La relación entre Zen y Skoll continuaba profundizándose. Zen se había acostumbrado a la presencia del pequeño lobo, y Skoll parecía haberse adaptado perfectamente a su nuevo entorno y a la compañía de Zen. Había momentos en los que Zen se encontraba hablando con Skoll, compartiendo sus pensamientos y preocupaciones, como si el pequeño lobo pudiera entender cada palabra. Skoll, con su mirada curiosa y sus orejas siempre alerta, escuchaba atentamente, como si realmente comprendiera las palabras de Zen.

Un día, mientras descansaban a la sombra de un gran árbol, Zen observó a Skoll correr tras una mariposa, sus movimientos eran ágiles y llenos de vida. En ese momento, Zen sintió una conexión profunda con el pequeño lobo, una conexión que le recordó la importancia de la vida y la compañía en un mundo que a menudo se sentía frío y solitario.

**Reflexiones y Preparativos**

Zen no solo estaba ocupado con sus proyectos manuales, sino que también reflexionaba profundamente sobre su situación y los eventos recientes. Sabía que debía estar preparado para cualquier eventualidad. La falta de respuestas sobre los extraños eventos en el bosque seguía siendo una espina en su costado, pero también le daba una razón para seguir adelante, buscando respuestas y soluciones.

Con la mochila y la cangurera finalmente terminadas, Zen se sintió un poco más preparado para lo que viniera. La mochila era robusta y espaciosa, diseñada para soportar el peso de sus pertenencias y las duras condiciones del viaje. La cangurera para Skoll, hecha con el mismo cuidado y detalle, aseguraría que el pequeño lobo estuviera a salvo y cómodo durante sus travesías.

A pesar de la falta de progreso en su investigación, Zen no se desanimaba. Sabía que la paciencia y la perseverancia eran clave en su búsqueda de respuestas. Mientras Skoll dormía tranquilamente a su lado, Zen se prometió a sí mismo que no se rendiría. Continuaría buscando, explorando y aprendiendo, con la esperanza de que algún día encontraría las respuestas que tanto anhelaba.

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