Ellas eran muy buenas amigas, ambas se conocieron en un set, ellas querían llegar a ser actrices de telenovelas, y ¿por qué no?, actuar en alguna película.
Pero el destino les tenía preparada una jugarreta, que nadie se esperaba. Esta historia es completamente sacada de mi imaginación, de modo que todos los personajes, pasajes y nombres, son totalmente ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
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Sorpresa...
Esa noche Noé no llegó, Kimberly despertó varias veces en la noche solo para comprobar que su esposo no estaba.
Gruesas lágrimas de dolor empañaban sus ojos. Se daba cuenta que su amor no era suficiente para tener a su esposo contento.
Estaba segura que tenía otra mujer, casi lo podría asegurar.
Pero estaba decidida a afrontar todo lo que fuera, incluso hablar con la mujer que le estaba robando a su esposo.
El sueño llegó misericordioso. Kimberly durmió bien el resto de la noche. Al día siguiente ya se había duchado y arreglado, para irse a trabajar.
Noé entró como tromba, fue directo a la cocina donde Kimberly ya se había preparado el desayuno.
Amor, perdóname, no pude llegar anoche porque había mucho tráfico, y me tuve que quedar a dormir en un hotel. Pero ya estoy aquí.
Kimberly no dijo nada, siguió comiendo su pan tostado con mermelada.
Por favor, no me ignores, sé que debí haberte avisado, pero mi celular se quedó sin batería.
Entonces, Kimberly se levantó, aventó el plato con los panes, y dijo:
¿Acaso en el hotel había mujeres amorosas?
¿Por qué lo dices?, te juro que somo me quedé dormido.
Fue entonces cuando Kimberly le señaló el cuello de su camisa. Al menos hubieras limpiado eso, dijo señalando su cuello.
Ah, esto, una de las socias cumplió años, yo creo que en el abrazo me manchó. Qué descuidado soy, iré a bañarme y cambiarme, la llevaré a la tintorería.
Ya me voy, mi programa ya va a empezar.
Kimberly salió y no le dio el beso, iba enfocada en ese beso que tenía en el cuello de la camisa.
Itatí ya estaba ahí cuando Kimberly llegó.
Hola amiga, qué bueno que llegaste, el programa ya casi empieza, y no quería entrar sola.
No te preocupes, ya estoy aquí.
Pronto fueron llamadas a escena.
El resto de la mañana pasó sin pena ni gloria. Kimberly ya estaba más tranquila.
De pronto alguien entró y le alegró el día.
¡Elena!, Kimberly la abrazó y sintió como si todas sus penas se esfumaran.
Amiga, te extrañé mucho. He venido para llevarte a comer.
Sí, vamos, tengo muchas cosas que contarte... Nos vemos Itatí.
¿No me vas a invitar a ir con ustedes?
Lo siento, solo hay lugar para dos, ella y yo, bye.
Itatí se quedó echando chispas por los ojos.
.
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Cuéntame, amiga, ¿cómo te fue de gira?, me hubieras dicho que venías, hubiera ido por ti.
Lo bueno es que ya estoy aquí, hubieras visto con qué entusiasmo nos recibieron. Tuvimos mucho éxito.
Ay, Elena, qué gusto me da por ti. Y en eso Kimberly no pudo evitarlo y gruesas lágrimas rodaron por su rostro.
¿Qué te pasa, amiga?
Creo que mi esposo me engaña, he visto muchas señales de que es así.
No digas eso, para todo hay explicación.
No, casi podría jurarlo. Anoche no llegó a dormir, y esta mañana llegó con el cuello de la camisa manchado de bilé.
A veces las amigas son muy efusivas y cuando te dan el beso manchan todo. Eso debió haber sido. No te lo tomes tan a pecho.
¿De verdad lo crees, Elena?
Elena no estaba muy convencida, pero tenía que darle ánimos a su amiga. La veía tan desmejorada y frágil, que sintió una profunda tristeza por ella.
Sí, creo que sí. Pero no lo atosigues con preguntas y acusaciones, si no quieres perderlo de verdad. Ándale, amiga, anímate.
Las palabras de Elena tuvieron el poder de llenarla de esperanza. Se sintió mucho mejor.
Al poco rato ambas mujeres platicaban animadamente.
Amiga, cuando llegues a tu casa, le preparas su comida favorita, y lo recibes con un beso. Nada de portarse tóxica, eso no les gusta, y puede ser peligroso para tu relación.
Sí, amiga, haré lo que dices, espero que tengas razón.
.
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Elena regresó a sus actividades, como su programa estaba en el gusto del público le dieron media hora más. Y, por supuesto ganaba más de lo que hubiera deseado.
El mal sabor de boca que tenía Kimberly se había ido, Noé le daba muchas muestras de amor. Estaba muy cambiado.
Pero ella seguía teniendo sus dudas al respecto. Sabía que algo no marchaba bien.
Y estaba dispuesta a investigar hasta sus últimas consecuencias.
Una semana después se presentó la oportunidad, ese día su esposo se estaba duchando cuando su celular estaba vibrando en la mesita. Kimberly, ajena a todo, lo tomó, para ver que era Itatí la que llamaba.
Fue cuando le entró la curiosidad y desbloqueó el celular, su esposo había olvidado cambiarle la contraseña; Kimberly empezó a leer los mensajes, con gran sorpresa vio que Itatí le hablaba como una novia amorosa.
Le decía que la dejara, y que la tratara mal, que no soportaba que la quisiera más que a ella misma.
También le preguntaba que cuándo le pediría el divorcio, que ella deseaba que ya estuvieran juntos.
Noé le pedía que tuviera paciencia, que ella estaba enferma y que no creía que durara mucho.
Kimberly se armó de valor y con un esfuerzo sobrehumano le mandó un mensaje a Itatí, citándola en media hora en un lugar privado, quería darle las "buenas nuevas". Después borró el mensaje.
Dejó el celular en el mismo sitio de donde lo había tomado, y le dijo a Noé que iría a ver a sus hijas y a su madre.
¿Quieres que te lleve?
No, gracias, ya viene el taxi.
Bueno, cuídate.
Kimberly ya no se cubría la cabeza, no le importaba que la gente la viera "pelona".
Llegó al restaurante donde se supone que Itatí estaría esperando.
En efecto, ella ya estaba ahí cuando Kimberly llegó.
Se fue caminando despacio, no quería que ella notara su presencia antes de llegar ahí.
Cuando estuvo enfrente, Itatí se levantó un poco asustada, como si hubiera sido descubierta en una falta.
¡Kimberly!, ¿qué haces aquí?
¿Te extraña?, ahora mismo vamos a aclarar ciertas cosas.
ya ni ganas de seguir leyendo