En una sociedad machista nuestra protagonista, Johanna Mendieta deberá elegir entre el amor y cumplir las expectativas de la sociedad. Conocerá a un hombre que le demostrará qué para el amor no hay edad.
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Capítulo 23
Respiro profundamente antes de responder.
📲 Dime, Enrique.
📲 Hubo un problema y Mariela se fue de mi apartamento muy molesta. ¿Ya está en casa contigo?
📲 Yo no estoy en la casa y no se ha comunicado conmigo- respondo preocupada- ¿Luisito está contigo?
📲 Sí, él está aquí conmigo. ¿Tú dónde estás y por qué no estás en la casa?
📲 No comiences, Enrique. Lo primordial es encontrar a nuestra hija. Ya salgo para la casa.
📲 Te veo ahí en un rato.
📲 ¿Ya llamaste a Regina? ¿Puede ser que esté con ella?
📲 No tengo su número.
📲 Tienes el celular de Mariela, Enrique. ¿O ya se lo devolviste?
📲 Aún lo tengo, pero no pensé en eso.
📲 Ya la llamo yo.
Antonio ya está vestido para cuando termino la llamada.
- Vamos, bonita. Vístete.Te llevo a tu casa.
- Primero necesito llamar a Regina para saber si tiene noticias de mi hija.
- Tranquila, amor. Todo va a estar bien- me abraza con ternura y comienzo a vestirme.
Llamo a Regina, más no tiene noticias de Mariela, confío en que este esperándome en casa.
El trayecto me parece eterno, por fin llegamos e ingreso apresurada. Estoy tan ansiosa qué dejo atrás a Antonio.
- Mariela, ¿estás aquí, hija?
Escucho pasos bajando las escaleras y efectivamente es ella.
- Mamá- corre hacia mí llorando.
- Cariño, ¿estás bien? ¿Por qué no me llamaste al celular cuando llegaste a casa? Estaba muerta de la angustia.
- Lo siento, mamá. Supuse que no tardarías en llegar de la cafetería.
- ¿Qué sucedió, Mariela?
- ¿Ese hombre viene contigo?- señalando a Antonio qué nos observa desde la puerta.
- Sí, cariño. Antonio me hizo favor de traerme.
La expresión de mi hija muestra desconfianza y algo de enfado.
- Las dejo, Johanna. Qué bueno que estás bien Mariela.
- Gracias, Antonio. Buenas noches.
Lo veo caminar rumbo a la salida y escucho el motor de un auto. Seguro es Enrique y no quiero que arme un escándalo. Camino a paso apresurado y escucho qué comienza a provocar a Antonio.
- ¿Tú qué demonios haces aquí?
Antes de que Antonio puede responder intervengo.
- Puedes dejarte de tonterías, Enrique. Ahora lo importante es que me expliques el motivo por el cual Mariela salió huyendo de tu apartamento. Luisito, cariño. Sube a tu habitación por favor.
- ¿Vas a estar bien, Johanna? ¿O prefieres que me quede?
- Estoy bien, Antonio. Gracias.
Puedo ver a Enrique cerrar los puños furioso.
- Si necesitas algo, no dudes en llamarme.
- Te dijo que no necesita nada. ¿Acaso eres sordo?
Afortunadamente, Antonio tiene la sensatez suficiente para ignorar el comentario.
- Buenas noches, Antonio.
Por fin sube a su auto y nosotros ingresamos en la casa. En cuanto Mariela ve a su padre hace una mueca.
- Estoy esperando a que ambos me expliquen lo que sucedió.
- Que te cuente mi papá, después de todo fue su culpa.
- Enrique.
- Hoy por la tarde llegó Ana a mi casa y dijo cosas que para nada son ciertas.
- ¿Tú sabías de esa tal Ana, mamá?
- Recientemente, hija. Sin embargo ese es un tema que no les compete a ustedes. Su padre tiene derecho a tener una nueva relación.
- El problema es que no es nueva, esa mujer me dejó muy claro que tiene muchos años con mi papá y no puedo creer que estés tomando tan a la ligera su engaño.
- Hija, no es lo que crees- intenta escudarse Enrique.
- A ver Mariela, tu papá y yo ya estamos divorciados y fue precisamente porque teníamos problemas. Ustedes como hijos no tienen derecho a juzgarnos, somos humanos y nos equivocamos. De ahora en adelante cada uno de nosotros decidirá lo que es mejor en su vida y si queremos tener una nueva relación somos libres de hacerlo.
- Y en tu caso seguro te refieres a ese hombre que te acompañaba. De los dos no se hace uno, bueno, tú por lo menos esperaste a estar divorciada.
- Basta, Mariela. Yo me equivoqué, amo a tu madre y le hice daño, pero prometo compensar esto y que volvamos a ser una familia.
- Enrique, por favor. No mientas, nosotros jamás volveremos a estar juntos como pareja. Nuestra labor es educar en conjunto a nuestros hijos y nada más.
- Yo tampoco quiero que mamá vuelva contigo.
- Concentrémonos en lo que es importante. ¿Vas a volver a casa de tu papá?
- No, quiero estar contigo y si papá va a estar con esa mujer que no la involucre con nosotros.
- Hija, yo te prometo que no tengo nada con ella.
- ¿Ya puedo irme a mi habitación?
- Sí, hija.
Esperamos a que se marche para hablar.
- No hagas promesas que no podrás cumplir, Enrique.
- Estoy hablando con la verdad. No quiero una relación con Ana, te quiero de vuelta Johanna. No me importa si ya tuviste algo que ver con ese tipo, yo te perdono.
- Jajaja, que cínico eres. No tienes nada que perdonarme porque yo no te fallé y lo que haga ahora no es de tu incumbencia. Ahora vete y hazme favor de traer las cosas de Mariela o de decirme cuando podemos pasar por ellas.
- Te juro que voy a recuperarte y a mis hijos también- asegura antes de marcharse.
Hago oídos sordos a sus palabras y subo para hablar con mis hijos. Me gusta tenerlos de vuelta, pero no me agrada lo que sucedió con su padre y sé que están afectados.
Después de una larga charla en la que debo de resolver dudas y situaciones que hasta yo misma desconozco se quedan tranquilos.
Les deseo buenas noches y voy directo a mi habitación. Necesito darme una ducha, me siento agotada. Suspiro pensando que está noche podría haberla pasado al lado de Antonio.
Sacudo mi cabeza para sacar esas ideas de mi mente, no debo perder la perspectiva. Mis hijos son y serán siempre lo primero.
📩 Hola, bonita. ¿Todo bien?
Dice el mensaje que recién recibo de Antonio.
📩 Sí, amor. Gracias por preguntar.
📩 Me quedé bastante preocupado por la actitud de tu ex.
📩 No hubo problema, hablamos con nuestra hija y ya se quedo en casa conmigo.
📩 Me da gusto, aunque te voy a extrañar está noche.
📩 También voy a extrañarte.
📩 Descansa amor, te escribo mañana.
📩 Buenas noches 😘
Estoy realmente agotada, fue demasiada actividad para dos días y el estrés qué sufrí al final del día están suertiendo efecto.
Basta poner mi cabeza en la almohada para quedarme profundamente dormida. El domingo, por suerte, resulta ser un día tranquilo.
Por la mañana me encargue de preparar el desayuno para mis hijos y para mí. Más tarde llegó Enrique con las cosas de Mariela, por la tarde los lleve a comer y al final del día alistamos las cosas para la escuela y nos fuimos a dormir temprano.
Por supuesto que a lo largo del día estuve en contacto con Antonio. Me siento como una adolescente enamorada.
Mi vida ha vuelto a la normalidad, con mis hijos viviendo en casa la rutina ha regresado. Enrique sigue a cargo de ir por ellos a la escuela y algunos días de la semana comen con él.
De Ana no sé nada y espero seguir así, después de todo nada concerniente con ella es de mi interés.
Es mitad de semana y solo he visto a Antonio cuando viene por su respectivo café cada mañana.
Llego antes que los chicos como ya es habitual, me gusta ser la primera. Estoy sacando las llaves de mi bolso, cuando siento que dos brazos fuertes rodean mi cintura.
- Soy yo, perdón si te asusté bonita- se disculpa al darse cuenta del sobresalto qué me ocasionó.
- Me asustaste, no te esperaba- respondo al abrir la puerta.
- Necesitaba cinco minutos contigo y supuse que a esta hora no me los puedes negar- me dice cerrando nuevamente la puerta.
- ¿Qué haces? Estoy a punto de abrir.
- Es temprano, tenemos unos minutos antes de que lleguen tus empleados.
Me acorrala contra la pared y entiendo muy bien de que manera quiere aprovechar esos minutos que menciona.
- ¿Y qué quieres hacer en estos minutos?- pregunto en tono seductor.
- Comerte a besos- dice y sin más pone en marcha su plan.
Me dejo llevar y respondo apasionadamente. Ahora soy yo quien muerde su labio inferior, eso acrecienta su deseo.
Las voces de los chicos que van llegando nos obliga a separarnos y hacemos un esfuerzo por disimular lo qué estaba sucediendo.
Ojalá se separe de Antonio porque la verdad no lo merece