*Amor sin edad * es una novela romántica con toques de comedia, que narra la historia de Juliana, una joven soñadora que se enamora de Francisco, el mejor amigo de su padre. A través de situaciones cómicas y agridulces, Juliana enfrenta la realidad de un amor aparentemente imposible, marcado por la diferencia de edad. Francisco, un hombre encantador y seguro de sí mismo, se ve atrapado en un dilema emocional cuando empieza a notar los sentimientos de Juliana.
La historia también introduce a Nicolás, un amigo cercano de Juliana, quien confiesa su amor por ella, creando un triángulo amoroso lleno de humor, malentendidos y momentos tiernos. A lo largo de la novela, los personajes reflexionan sobre el amor, el destino y las decisiones que nos llevan a encontrar la felicidad, todo envuelto en un tono ligero y entretenido.
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Capítulo 16: Un Amor Real
Juliana se despertó con una sensación de paz que no había sentido en mucho tiempo. Los últimos días habían sido un torbellino de emociones, decisiones difíciles y conversaciones profundas, pero finalmente sentía que todo estaba cayendo en su lugar. Hoy era el primer día de su nueva vida, una vida donde sus sentimientos estaban claros, y su corazón, aunque aún un poco vulnerable, estaba en el camino correcto.
**Un Desayuno Especial**
El sol apenas comenzaba a asomarse cuando Juliana decidió hacer algo especial para empezar el día. Se levantó de la cama, se estiró y bajó a la cocina con una idea en mente. ¿Por qué no sorprender a Francisco con un desayuno hecho por ella misma? Sabía que no era la mejor cocinera del mundo, pero lo intentaría con todo su corazón.
Empezó a preparar unos panqueques, siguiendo una receta que encontró en un viejo libro de cocina. Mientras batía la masa, no pudo evitar recordar los momentos torpes que había vivido en la cocina en el pasado. Sonrió al pensar en cómo una vez intentó hacer una tarta y terminó con harina por todo el rostro, como si hubiera estado en una batalla de comida.
—Bueno, esta vez será diferente —se dijo a sí misma, mientras ponía la primera tanda de panqueques en la sartén.
A medida que los panqueques dorados tomaban forma, Juliana se imaginó la expresión de Francisco al ver su esfuerzo. Sabía que él apreciaría el gesto, independientemente de cómo resultaran los panqueques.
**Un Desayuno con Sorpresas**
Unos minutos después, justo cuando terminaba de montar la mesa, Francisco llegó a su casa. Había prometido pasar a buscarla para llevarla a un pequeño paseo por el parque, algo que ambos solían disfrutar.
Cuando entró en la cocina, Francisco quedó sorprendido al ver la mesa llena de comida: panqueques, fruta fresca, jugo de naranja y café. Pero lo que más llamó su atención fue Juliana, que estaba cubierta de harina y con un mechón de cabello fuera de lugar.
—¿Qué ha pasado aquí? —preguntó con una sonrisa burlona, acercándose para inspeccionar los panqueques—. ¿Has tenido una batalla campal con la harina?
Juliana se rió y trató de quitarse la harina de las manos.
—Quería sorprenderte con un desayuno especial, pero parece que la cocina decidió vengarse de mí —bromeó ella, mientras Francisco la miraba con cariño.
—Estoy impresionado —dijo él, tomando un panqueque y probándolo—. Y también bastante impresionado por lo buenos que están. ¿Estás segura de que los hiciste tú?
—¡Claro que sí! —dijo ella, fingiendo estar ofendida—. Bueno, al menos la mayoría de ellos.
Se sentaron juntos a disfrutar del desayuno, riendo y charlando sobre cosas triviales. La conversación fluía de manera natural, llena de bromas y comentarios sarcásticos que hacían que el ambiente fuera ligero y divertido. Juliana sentía que podía ser ella misma con Francisco, y esa era una de las cosas que más le gustaba de estar con él.
**Un Paseo por el Parque**
Después del desayuno, salieron al parque como habían planeado. El día estaba perfecto: el sol brillaba con suavidad y una brisa fresca hacía que el ambiente fuera agradable. Caminaron lado a lado por los senderos del parque, sin prisa y disfrutando del momento.
Francisco miraba a Juliana de reojo, notando cómo su rostro se iluminaba cada vez que veían algo interesante, como un grupo de niños jugando con un perro o una pareja mayor paseando de la mano. A pesar de la diferencia de edad, Francisco se daba cuenta de que compartían muchas cosas: la forma en que ambos apreciaban los pequeños detalles de la vida, su sentido del humor, y la manera en que se complementaban sin siquiera intentarlo.
Llegaron a un banco al borde del lago, donde decidieron sentarse y descansar un poco. Francisco no pudo evitar sacar una rosa que había guardado en su chaqueta y ofrecérsela a Juliana.
—Para ti —dijo con una sonrisa—. No es mucho, pero pensé que te gustaría.
Juliana tomó la rosa con delicadeza, sorprendida y encantada al mismo tiempo.
—Es perfecta, Francisco —respondió, acercándola a su rostro para inhalar su aroma dulce—. Gracias.
**Confesiones y Risas**
Mientras estaban sentados en el banco, Francisco decidió que era el momento de hablar sobre algo que había estado en su mente.
—Juliana, he estado pensando mucho en nosotros —empezó, mirándola con seriedad—. Y sé que esta situación no es fácil, ni para ti ni para mí. La diferencia de edad, lo que los demás puedan pensar… todo eso es complicado.
Juliana lo miró, entendiendo a qué se refería, pero sintiéndose más segura de lo que había decidido.
—Lo sé, Francisco. Pero también sé lo que siento, y estoy dispuesta a enfrentar lo que venga. Sé que no será fácil, pero quiero intentarlo contigo.
Francisco sonrió, sintiendo un alivio en su corazón al escuchar sus palabras.
—Entonces, lo intentaremos juntos —dijo, tomando su mano y entrelazando sus dedos con los de ella.
Juliana sintió una oleada de felicidad al escuchar eso, y en ese momento, supo que había tomado la decisión correcta. Francisco era el hombre que había elegido, y estaba lista para ver a dónde los llevaría esta relación.
Justo en ese momento, un niño pequeño pasó corriendo delante de ellos, perseguido por un perro que parecía haber escapado de su dueño. El perro, emocionado y feliz, saltó directamente sobre Francisco, tumbándolo hacia atrás en el banco. Juliana no pudo evitar soltar una carcajada al ver la expresión de sorpresa en el rostro de Francisco mientras intentaba levantarse.
—Parece que tienes competencia —bromeó Juliana, ayudando a Francisco a levantarse mientras el perro seguía saltando alrededor de él.
—Sí, y creo que me está ganando —respondió Francisco, riendo mientras finalmente conseguía tranquilizar al perro y devolverlo a su dueño.
Se miraron el uno al otro, riendo y disfrutando del momento, sabiendo que estos pequeños instantes eran lo que realmente importaba. No importaba lo que el futuro les deparara; mientras pudieran reír juntos y apoyarse mutuamente, todo estaría bien.
**Una Relación Real**
Con el paso de los días, la relación entre Juliana y Francisco continuó desarrollándose. Aunque sabían que no todo sería fácil, ambos estaban comprometidos a hacerlo funcionar. Había momentos románticos, como cuando Francisco la sorprendía con una cena a la luz de las velas en su jardín, o cuando Juliana le escribía pequeñas notas que dejaba escondidas en su chaqueta, pero también había momentos cómicos que los mantenían con los pies en la tierra.
Una noche, mientras estaban viendo una película en casa de Francisco, la energía se cortó repentinamente. Francisco, intentando ser el caballero, fue a buscar velas, pero terminó tropezando con la alfombra y derribando un jarrón en el proceso. Juliana, preocupada al principio, no pudo evitar reírse cuando lo vio sentado en el suelo, rodeado de trozos de cerámica.
—¡Estoy bien! —exclamó Francisco, tratando de sonar convincente mientras se levantaba y empezaba a recoger los pedazos.
—Tal vez deberíamos dejar las aventuras para la luz del día —sugirió Juliana, ayudándolo a limpiar mientras ambos reían por el incidente.
A pesar de los pequeños contratiempos, su relación se fortalecía cada día. Francisco apreciaba la frescura y la energía que Juliana traía a su vida, mientras que Juliana valoraba la madurez y la seguridad que Francisco le ofrecía. Se complementaban de maneras que nunca habían imaginado, y aunque sabían que siempre habría desafíos, estaban dispuestos a enfrentarlos juntos.
Cada autor tiene el derecho de contar la historia que desea, y la ausencia de contenido sexual no desmerece la obra. Es esencial respetar el trabajo ajeno, especialmente si una novela no se ajusta a los gustos personales. Criticar sin comprender la intención detrás de una obra suele provenir de quienes no han experimentado el reto de escribir. La literatura es un arte en todas sus formas, y cada historia tiene su lugar y propósito.