En esta nueva obra veremos la vida de Dominica, un hombre frío y calculador, a quien la vida le ha marcado desde su infancia dejando cicatrices casi imposible de borrar. Tessa llegará a su vida para demostrarle qué no todo en la vida está planeado, ella le enseñará la belleza del verdadero amor.
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Capítulo 21 Tentación
Narra Dominic
Su padre no hace caso y se levanta furioso y sale con su esposa tras él, mientras Tess los observa con sus ojos cristalizados
− No te preocupes mi niña, su reacción es buena, eso quiere decir que te ama y se preocupa por ti. Ten la seguridad que el recapacitara en unos días, solo dale espacio – le consuela mi abuelo
− Gracias, señor – responde ella con unas lágrimas en sus ojos, toco su mejilla y logro atrapar aquel dolor que logra causar una sensación en mí que no se describir
− No te preocupes linda, lo haremos cambiar de idea – le consuelo y ella me observa extrañada, mientras que Vera voltea su rostro y comienza a sollozar
− Lo lamento, no tengo apetito – se excusa Vera y los presentes asientes
− A mí también se me fue el apetito – habla Arlo haciéndole una señal a su esposa y a su hija, los tres se levantan de la mesa y se van
− Quedamos los que somos – comenta el abuelo
− Vamos a brindar – propongo y mi abuelo y Tess asienten
− Pero no con vino, vamos a celebrar con una buena botella de Whisky, una que me dieron de regalo – habla el abuelo observándome con orgullo
Se que hace referencia a la costosa botella que le di el día que conocí a Tess, caminamos hasta la sala y un empleado trae la botella y tres vasos con hielo. El abuelo expresa su alegría con esta unión y brinda por la ocasión, eso hace que Tess se desligue un poco de lo sucedido
− Me gusta ver que mi nieto por fin está sentando cabeza, ahora el legado de esta familia no morirá con nosotros. Mírame mi niña, quiero muchos nietos – menciona el abuelo con mucha euforia
− Nunca te dije que quisiera tener hijos – le respondo molesto a Bruno
− ¿Cuál es el propósito de casarse entonces? – indaga el
− Pues convivir en sociedad – respondo lo obvio
− ¿no quieres tener hijos? ¿entonces a quien le dejaremos este gran imperio? ¿a tus perros? – cuestiona el abuelo furioso
− ¿Cuál sería el problema? Después de muerto qué importancia tiene el dinero o el poder – respondo molesto
− No creo que sea el momento de hablar de esto señor Bruno, Dom y yo apenas nos casamos hoy, aun es muy pronto para hablar de hijos, nosotros queremos primero disfrutar de nuestra privacidad y luego hablaremos de hijos, además yo aún estoy terminando mi maestría – habla Tess a modo de pacificar la disputa entre el abuelo y yo
− Tienes razón mi niña, no hablare más del asunto, por ahora – habla el abuelo mientras me señala
− ¿Por qué no vino tu padre? – cuestiona Tess dando en el clavo
− Ese hombre solo es mi padre de nombre, porque en realidad somos como enemigos – espeto.
Tess calla incomoda y luego de unas copas más, salimos para el apartamento. De camino a casa se queda dormida apoyando su cabeza sobre mi hombro inundando mis fosal nasales con su olor cítrico, David conduce por algunos minutos más y finalmente llegamos, muevo a Tess para que se levante, pero ella esta profunda, decido tomarla en brazos y subirla por el elevador, abro la puerta y la deposito en la cama y cuando me dispongo a dejarla y salir ella se despierta
− No me dejes, se supone que es nuestra noche de bodas – me suplica poniéndose de rodillas en la cama y con su voz pesada, creo que esta ebria
− Tessa, estas tomada, es mejor que descanses – le hablo con calma para que vuelva su juicio
− No puedo dormir con ropa – dice ella y se levanta para ir al armario, pero no es capaz de caminar bien, por lo que me veo obligado ayudarle
− Dime que necesitas y yo te lo doy – le propongo mientras la siento en un sillón de la habitación
− Quiero mi pijama – responde ella totalmente ebria
− Quédate quieta yo te la traigo – le propongo y voy directo a buscarla, rápidamente encuentro algo adecuado, creo yo, cuando voy directo a ella, la veo de pie y solo en su ropa interior, freno mi paso en seco y ella lo nota
− ¿tienes miedo? – pregunta coqueta
− ¿miedo de que? – pregunto intentando parecer desinteresado
− De que te guste lo que ves – afirma con una sonrisa sardónica
− No me gusta lo que veo – miento y ella se acerca torpe a mí, desabrocha su sostén y me rodea del cuello, olfatea mi cuello mientras se pone en puntitas para alcanzarme un poco
− Hueles delicioso – susurra con su nariz sobre mi cuello
− Creo que estas muy ebria y es mejor que te acuestes – ordeno, pero ella no me deja apartar
− Quiero un beso, solo uno – susurra
Intenta empinarse más para alcanzarme y rozar mis labios, pero en un solo movimiento siento que pierde el equilibrio, trato de sostenerla, pero ella usa su fuerza y caemos a la cama, ella debajo de mí, la observo por unos segundo y acaricio su cabello mientras que siento sus endurecidos pezones sobre mi camisa, no sé qué pasa por mi cabeza, pero en un momento inesperado poso mis labios sobre los de ella y la beso, saboreo sus delicados y carnosos labios, mientras ella intenta acariciar los míos con la punta de su lengua, haciendo que mi firmeza se apodere de mi ropa interior queriendo romper su jaula, la escucho jadear y abrir sus piernas dando permiso de rozar su intimidad con mi dura y dolora er3cci0n, el beso se vuelve salvaje y necesitado, mientras mis manos navegan por sus cálidos y hermosos pechos, la siento arden y decido tocar su intimidad, no me siento seguro de invadirla por debajo de su pequeño encaje, así que la acaricio por encima de esa delicada tela mientras mi boca baja por sus cuello, luego su clavícula hasta llegar a sus gloriosos montes, mis dedos sienten como se humedece esa estorbosa tela.
− ¡oh, si! – jadea excitada – no sabes cómo quería esto – logra pronunciar palabra y es ahí donde recupero mi razón y me levanto abruptamente
− Es mejor no seguir, mañana hablamos de este asunto – espeto ante su mirada incrédula y luego la dejo con su calentura
Voy al mini bar y me sirvo una copa para ir a la otra habitación, quito mi camisa y me quedo en ropa interior para luego dejarme caer en la cama con la copa en la mano, me maldigo a mí mismo por caer tan bajo, es lógico que si está tomada y ansiosa por placer no es por mí, es por Joel, en su sano juicio me odia, como podría creer que realmente deseaba estar conmigo, soy un imbécil, si desde que llegamos a casa del abuelo miraba a todos lados buscando al cretino de mi primo, casi me convierto en un pervertido.
Termino mi trago, voy al baño y me aseo para luego dormir