Una Blanca Nieves Trasvistiéndose en la Guerra
En el sombrío y misterioso reino de Eldoria, una joven llamada Lucía lucha por sobrevivir en las calles sucias y oscuras. Con su cabello negro como la noche, piel pálida como la nieve y ojos grises como un lobo, Lucía ha aprendido a valerse por sí misma desde que sus padres la abandonaron antes de morir.
El día de su decimoquinto cumpleaños, el reino se ve sacudido por una guerra entre los siete príncipes sucesores del trono, cada uno con una personalidad única y distintiva. Los príncipes, conocidos como Grím, Jovial, Sabio, Tímido, Bromista, Soñador e Hipocondríaco, luchan por reclamar su derecho a gobernar Eldoria.
Ante la noticia de que todos los hombres deben alistarse para la guerra, Lucía ve una oportunidad para cambiar su destino. Decidida a escapar de la miseria, se corta el cabello y se disfraza de hombre, adoptando el nombre de Lucio. Con una blusa café y un pantalón viejo amarillo, se presenta en el campamento de reclutamiento
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capítulo 5
Capítulo 5: El Ataque Sorpresa
Después de conocer a su nuevo amigo Mateo, Lucía se dirigió a su tienda, agotada pero satisfecha por el día de entrenamiento. Se dejó caer en su cama improvisada, sus pensamientos aún girando en torno a las palabras de Adrián y la calidez de la amistad de Mateo. Pronto, el cansancio la venció y se sumió en un sueño profundo.
Sin embargo, en medio de la noche, Lucía fue despertada abruptamente por el sonido de gritos y el estruendo de armas. Se levantó de un salto, su corazón latiendo con fuerza. Afuera, el campamento estaba en caos. Los soldados corrían de un lado a otro, tratando de organizarse mientras las sombras de los atacantes se movían rápidamente entre las tiendas.
—¡Estamos bajo ataque! —gritó un soldado cercano, su voz llena de pánico.
Lucía salió de su tienda justo cuando el comandante del Escuadrón Fuego, el imponente Capitán Roderick, reunía a sus hombres.
—¡Escuadrón Fuego, a mis órdenes! —rugió Roderick, su voz resonando por encima del caos—. ¡Prepárense para defender el campamento!
Lucía corrió hacia Mateo, quien ya estaba armado y listo para la batalla.
—¡Lucio! —exclamó Mateo al verla—. ¡Tenemos que mantenernos juntos!
Lucía asintió, sintiendo una mezcla de miedo y determinación. Sabía que este era el momento de demostrar su valía y proteger a sus compañeros.
El Capitán Roderick los organizó rápidamente en formaciones defensivas, asignando a cada grupo una sección del campamento para proteger. Lucía y Mateo fueron asignados a la línea del frente, donde los atacantes eran más numerosos.
—¡No dejen que pasen! —ordenó Roderick—. ¡Defiendan el campamento con sus vidas!
Lucía apretó su espada, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. A su lado, Mateo le dio una mirada de apoyo.
—Podemos hacerlo, Lucio —dijo con firmeza—. Juntos, somos más fuertes.
Con un grito de guerra, el Escuadrón Fuego se lanzó a la batalla, enfrentándose a los atacantes con valentía y determinación. Lucía luchó con todo su corazón, recordando las palabras de Mateo sobre la verdadera fuerza. Sabía que no solo estaba luchando por su vida, sino también por el futuro de Eldoria.
El combate fue feroz. Los atacantes, vestidos con ropas oscuras y moviéndose con una agilidad inquietante, parecían estar bien entrenados. Lucía se defendió con habilidad, bloqueando golpes y contraatacando con precisión. A su lado, Mateo luchaba con una fuerza y resistencia impresionantes, su risa contagiosa ahora reemplazada por una concentración feroz.
En medio del caos, Lucía vio a un atacante dirigirse hacia el Capitán Roderick, quien estaba ocupado coordinando las defensas. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia él, interceptando al enemigo con un golpe rápido y certero. El atacante cayó al suelo, y Roderick le dirigió una mirada de agradecimiento antes de volver a sus órdenes.
—¡Bien hecho, Lucio! —gritó Mateo, quien había visto la acción.
La batalla continuó durante lo que pareció una eternidad. Finalmente, los atacantes comenzaron a retirarse, superados por la resistencia y el coraje del Escuadrón Fuego. Cuando el último de ellos desapareció en la oscuridad, un silencio tenso cayó sobre el campamento.
Lucía, jadeando y cubierta de sudor, se apoyó en su espada. A su lado, Mateo le dio una palmada en el hombro.
—Lo logramos, Lucio. Lo logramos.
Lucía asintió, sintiendo una mezcla de alivio y agotamiento. Sabía que este era solo el comienzo de los desafíos que enfrentarían, pero también sabía que, con amigos como Mateo y la determinación del Escuadrón Fuego, podrían superar cualquier obstáculo.