No Llames

—¿Me quieres?—

Escuchaba Ángelo de lejos.

—Yo si te amo, quiero estar contigo siempre, ¿por qué no me buscas?—

Ángelo se movía de un lado para otro, empezó a sentir ese aroma único, que traspasaba cada parte de su cuerpo, su respiración estaba agitada, era mucha la fuerza que hacía para llegar donde esa ese aroma, pero le era imposible, no sabía donde era, pero sí de quien era.

—¡Sol!— Susurraba agitado, viendo solo una figura, si cara era tapada con los rayos del sol, pero sabía que era ella, si cabello lo decía.

—¡DESPIERTA!— Ángelo Escucho la voz fuerte de su madre gritándole.

—Madre— Susurró, agitado, quedo, sentado del susto, vio a todos lados y solo estaba él, ya como Ángelo.

—Te has vuelto sumiso a mi madre, Ángel, dejas que me torture.— Reclamo Ángelo, pero sintió el gruñido de ángel.

—Ya deja de comportarte como un niño, vamos ya.— Seguía hablando Ángelo con su lobo, pero él no quería salir, haciendo molestar aún más a Ángelo que caminaba de un lado a otro con las manos en su cintura.

—Ya mi vida, déjalo que la sienta, que puede sentir su olor.— Zafiro volteó a ver a su esposo con una ceja levantada, pero rápido Sonrió, dijo unas palabras y eso puso inquieto a Ángelo, su lobo empezó a gruñir y Ángelo daba pasos apresurados a un solo lugar, ese donde estaba ya una chica haciendo un poco de comer, se sentía muy feliz y en paz, solo escuchar diferentes sonidos de pájaros cantar, un aire fresco, olvidando así a su lobo.

—Debo ir al río, el Sol de la mañana hace un contraste Con el agua cristalina.— Susurró Sol emocionada, busco su teléfono y salió corriendo a ese lugar.

Mientras otra persona llegaba a la cabaña, buscaba con desespero ese rico aroma a Frutos Rojos, busco en todas partes y no estaba, pero una sonrisa se formó al ver cosas que comer y que beber, Ángel gruñó molesto, pero Ángelo no le puso cuidado, comió y se acostó en la pequeña cama.

—Todo es idea tuya madre, en esto debo agradecerte.— Susurró Ángelo, cerrando sus ojos para descansar un rato, esperando a la chica sin mucho afán.

Mientras Sol seguía disfrutando de tomar fotos, hasta que recordó que no había comido y ya si estómago rugía, a pasos lentos viendo a todas partes, caminaba a la cabaña, no por qué esté asustada, sino por qué deseaba grabar cada cosa impresionante que veía, a unos metros se detuvo, quien estaba dentro de la cabaña abrió sus ojos azules y de un salto se escondió, pudo sentir esa presencia a unos metros.

—¿Dejé la puerta abierta?— Se preguntó Sol preocupada y asustada, pudo ser alguien que estaba en ese lugar o también un animal con ganas de comer de su comida.

—Que no sea lo que imagino.— Sol tomó una vara larga, se fue acercando a pasos lentos.

—Hola, ¿hay alguien aquí?— Hablaba sol en un tono elevado para qué la escucharán, pero no recibía respuesta, busco lo que ya tenía preparado y se cruzó de brazos.

—Qué animal más astuto, solo comió mis sandwiches preparados.— Dijo ella de brazos cruzados, pero en segundo sintió una presencia, su cuerpo se fue erizando y cada segundo sentía como su corazón se aceleraba, cerró sus ojos al sentir algo pegarse a su cuerpo, por instinto mordió su labio inferior y suspiro.

—UFF, no hagas eso.— Susurró Ángelo en su oído, Sol no estaba sorprendida, ya sabía que era él, conocía esa presencia tan dominante.

—Pagarás todo lo que mi madre me hizo sufrir.— Sol soltó un gemido al sentir un pequeño mordisco en su lóbulo.

—¿No te asusta?— Pregunto Ángelo solo por escuchar su vos, sabía lo que estaba sintiendo, como pedía que la tocara, que la besara.

—Para que preguntas si ya lo sabes.—

Respondió haciendo mucho para no gemir al sentir besos húmedos en su cuello.

—Quiero escucharte.— Esas palabras hicieron que Sol se separara de él, rápido.

—¿Quieres escucharme?— Pregunto sarcástica y muy molesta, sol.

—¿Qué quieres escuchar? ¿Qué te odio por desaparecer sin decir nada? ¿Que te espere mucho tiempo y nunca apareciste, te desee todos los días y te extrañe igual que cuando mis padres murieron?— Ángelo se fue acercando, acarició su mano y la beso.

—Perdón, no era tiempo.— Hablo en tono suplicante.

—¿Y según tú, cuando era el tiempo?—

—Cuando olvidarás todo lo sucedido, quería que pensaras bien y aclararas tus sentimientos, no sabía si era algo pasajero o por agradecimiento.—

—Sí, tienes razón, nunca me gustaste, ya puedes irte.— Le respondió Sol molesta, caminado al Río, Ángelo sonrió, podía sentir su corazón acelerado, sus ganas de besarlo.

_¡Sol!_ Le hablo Ángelo, siguiéndola, pero Sol no respondió.

—Sé que me amas y yo también a ti, eres mi chica destinada, solo a ti he besado y he tocado y solo a ti me entregaré como quiero que tú te entregues a mí, no quise hacer las cosas tan apresuras, aunque hace meses quería, mi madre ayudo a no encontrarte.— Le grito Ángelo, justo llegando al Río, Sol se detuvo y quedó en silencio, hasta sentir como Ángelo se acercó a ella, la abrazo por detrás y se quedó en silencio.

Sol se volteó y lo miro fijamente, unos ojos casi amarillos contra unos azules.

—¿Sabes lo que estoy pesando?— pregunto ella.

_Yo más que nadie deseo bañarme contigo y poder acariciar su cuerpo— Esa fue la respuesta que buscaba Sol, sonriendo dejo que Ángelo quitará su ropa, olvidó que no había comido.

Entre besos y caricias quitaban sus ropas, adentrándose al agua, aunque ya estaban listos para entregarse, Ángelo no quiso que fuera ahí, la cargo y camino a la cabaña, avergonzada de que Ángelo la viera así, sin nada.

—Eres una obra de arte.— Le susurró, haciendo que se sonrojara aún más, llegando a la cabaña, la acostó en la pequeña cama, la observo y empezó pequeños besos húmedos desde sus pies, subiendo a sus piernas, abriéndolas lentamente.

—Ange...— Gimió Sol, al sentir besos húmedos en su parte íntima.

—Te gustará.— Le susurró antes de meter su lengua, haciendo gritar de placer a Sol, sus movimientos fueron avanzando, el cuerpo de sol se retorcía, hasta sentir como se liberaba.

—Aah, Ange, ya.— Respiraba agitada, Ángelo no le dio tiempo de recuperarse, se adentró y sin dejar de besarla fue entrando hasta romper con todo.

~Aah~ Gimieron ambos al sentirse unidos.

—Esto es rico.—Susurró Ángelo, haciendo sonreír a Sol, sus movimientos empezaban, sus cuerpos pedían más, no hubo posición que no practicaran, unas que lograban hacer y otras que no se sentían cómodos, hasta que ya se sentían muy complacidos, Ángelo puso en práctica lo que había investigado por órdenes de su madre.

Recuerdo

_Investiga y haz tu mayor esfuerzo por complacer a esa chica o yo me encargaré que te deje, no seré cómplice de una vida infeliz para ella.— Le advirtió Zafiro.

—Eres la propia Bruja, Zafiro.— Reclamo Ángelo, recibiendo una sonrisa de su madre.

Fin del recuerdo.

—Te amo sol, no sabes lo que me aguante de matar a todos cuando supe que eras mi pareja destinada.— Sol sonrió y beso sus labios.

—Como lo supiste.— Pregunto curiosa.

—Vamos al río, nos bañamos, Te hago de comer y te cuento.— Sol asintió, siendo cargada por él.