*Han pasado exactamente dos años desde que me dejaron prácticamente en el altar.
Me llamo Montserrat Diaz, CEO de MONSE COMPANY.
Sentada en mi sillón de color rojo, con una copa en mi mano, mirando el vacío que ofrecía mi ventana, me puse a llorar.
"Maldita seas Enrique, maldita seas Victoria" maldecía a las personas que más odiaba en el mundo, mientras leía en una página de chisme, que ellos dos se habían casado en Hawaii.
Mi vida da un giro al conocer a Aaron Palacios, un joven que al igual que yo, lo han traicionado, mientras yo lo quiero cerca como un juguete, él solo quiere estar lejos de mi.
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21.
AARÓN PALACIOS
Después de salir del restaurante de Montse, me quedé pensando en que necesitaba hablar con ella y que me dijera si ese niño es mi hijo. Siento en mi corazón que si lo es, es como si después de verlo esas dudas se acabaron, pero necesito escucharlo de su boca.
Mis compañeros regresaron al hotel, mientras yo regresé al restaurante.
— Quiero que hablemos. — me puse en frente de ella.
Salió una señora de la cocina.
— ¿Quién es usted? — La señora me vio de pies a cabeza.
— Soy Aarón— la señora miró a Montserrat y tomó a Darien.
— Me adelanto con Ivet a la casa.
— No, madre. Yo voy con ustedes.
— Necesitas hablar con él. Me llevó a Darien para darle de cenar y dormirlo. Asi que, puedes atenderle.
— Un momento, señora. ¿Él es mi hijo? — La señora miró de reojos a Montse— por que si es así, yo quisiera cargarlo un momento.
— Aarón ya. Darien es solo mi hijo.
— Por favor Montserrat, si soy el padre necesito saberlo. No seas egoísta— la señora me puso al niño en brazos.
— Pero que haces mamá. Me siento traicionada.
— ¿No crees que es justo que él sepa la verdad?
— Así que es mi hijo— sentí como mi corazón se achicaba. Lo abracé, el niño empezó a llorar. Se lo entregué a la señora— Muchas gracias, señora.
Ivet y la madre de Montserrat se fueron del restaurante, llevándose a Darien con ellas. Quedé a solas con Montserrat. Nos sentamos en una de las mesas.
— Tienes mucho que explicarme. Hasta tu madre es más consciente que tú. ¿Por qué no me dijiste que estabas embarazada? Sabes que hubiese cancelado el viaje.
— No tengo por qué darte explicaciones.
— Es mi hijo también, o solo me usaste para salir embarazada, porque si es así, existen bancos de espermas, y ahí nadie te va a reclamar por la paternidad.
— Sí no sabes nada, no hables. No sabes, lo que he vivido, no sabes nada— Ella se puso a llorar.
— No sé porque no me has tomado en cuenta, porque te dedicaste a jugar a la chica rica que pagaba por sexo, porque me veías por debajo del hombro solo por ser pobre. Yo no quiero abandonar a mi hijo. No sabes lo que duele que tus padres te abandonen.
— Tú no lo has abandonado, he sido yo, la que ha decidido criar a mi hijo sola. Además, tú no sabes si Darien le duele o no, es un niño aun, y siempre ha estado lleno de amor.
— Quiero estar presente para él. Es mi derecho. No me lo puedes negar.
— Yo sé que es tu derecho, pero... no quiero involucrarte. Mi padre y Leonardo son malos. No quiero que te hagan daño por estar conmigo.
— Deja las excusas y tu cobardía. ¿Por qué tu padre pagó el rescate? Porque sabes que dejó su sello con ese rescate. Salió en las noticias. Dime, ¿Por qué?.
— Ya Aarón. Vete.
Ella se levantó y caminó hasta la puerta. La seguí.
— Dejaré que visites a Darien. Lo que no sé es si se puede cambiar el apellido. Fue reconocido por Leonardo.
— ¿Leonardo era tu esposo? ¿Por qué huiste de él?
— Él es mi esposo. Aún no me he divorciado de él y por desgracia es el padre legal de Darien — Montse agachó su cara y se puso a llorar nuevamente.
No sabía si abrazarla o simplemente dejarla ahí.
— ¿Puedo abrazarte? — Ella levantó su cara y limpió sus lágrimas. Siempre y hasta el último momento ha sido arrogante, como que puede con todo.
— Tranquilo. Evitemos el contacto físico. Yo vivo aquí, hice mi hogar en este país, en Italia. Mi vida está aquí. Y tú, ¿dónde vives? ¿Aún estudias? ¿Qué días visitarás a Darien?
— En estos momentos estoy de vacaciones, turisteando. Ya terminé la maestría. Dame tiempo para asentarme aquí. Solo un mes. Pero no te escondas o te cambies de lugar. Préstame tu celular para anotar mi número.
Ella se dirigió a la caja de pago. Tomó su celular de ahí y me lo dio. Anoté mi número y me marqué para registrar su número en mi celular.
— Te voy a escribir más tarde. Espero que me respondas.
— Solo para que quede claro. No hay posibilidad de nada entre tú y yo. Así que, si no es por Darien no me envíes mensajes.
— Eres una mujer difícil. Además, yo tampoco tengo interés en ti. Todo es por Darien.
Salí del restaurante. Tenía unas ganas inmensas de abrazar a Montserrat. Creo que aún la amo. Si ha sufrido ha sido por tonta y arrogante, porque mi amor por ella era verdadero.
Me detuve, no di un paso más. Si la amo, soy un tonto. Si la vida me da otra oportunidad para estar con ella, debo tomarla. Ahora estamos al mismo nivel, hombro a hombro. Me regresé al restaurante, ella estaba parada de espalda, en cuanto ella escuchó que la puerta se abrió, ella se giró. Yo sin preguntar, la abracé fuerte. Ella no dijo nada, solo sentí como mi camisa se humedecia con sus lágrimas.
Era como si está Montse está rota, y necesitaba juntar sus piezas. Yo estoy roto de otra forma, hay temas muy sensibles para mí, como el abandono de los hijos.
— Montse, aún no es tarde, para empezar de nuevo— le susurré en el oído mientras acariciaba su cabello— No te sientas obligada por lo que te acabo de decir, solo Piénsalo.
Le di un beso en la frente. Salí del restaurante. Tenía que decirle, tenía que abrazarla.