El padre mafioso de mi hija

Sabrina volvió al vestíbulo del resort y encontró a Camila caminando con un iPad en su mano.

- Sabrina, ¿estás bien? Te ves pálida, como si hubieras visto un fantasma –dijo Camila mirando a Sabrina.

- Camila, me encontré con el padre de Mavie –decidió compartir Sabrina su preocupación mirando a su alrededor.

- ¿El padre de Mavie? Pero ¿dónde? –Camila dijo mirando alrededor, pero no vio a nadie.

- Andaba por aquí, en el resort, creo que es un huésped. Cuando lo vi de lejos traté de no ser reconocida, pero me vio y logró alcanzarme. Se enfureció al verme aquí y me dijo que me fuera de Sicilia.

- ¿Qué cretino, él te hizo eso en el brazo? –Camila dijo mirando el brazo blanco de Sabrina que tenía una marca roja muy fuerte.

- Sí, me apretó mientras me amenazaba, me dijo que me fuera o acabaría conmigo y con mi madre –dijo Sabrina con los ojos llorosos.

- Tranquila Sabrinha, podemos tirar de las cámaras y puedo pedir a los guardias que saquen a ese desgraciado, no va a acercarse a ti otra vez, ¿él sabe de Mavie? –dijo Camila consolando a su amiga.

- Camila, no hace falta, ya me estoy yendo, no le dije nada de Mavie, no sé cómo va a reaccionar, necesito ir a Estados Unidos con mi hija lo más rápido posible, sé que no estaba bromeando –dijo Sabrina.

- Sabrina, espérame en el estacionamiento, voy a tomar mi bolso y te llevo a casa –dijo Camila agarrando del brazo a su amiga y dirigiéndose al estacionamiento.

- No hace falta Camila, voy a pasar por el hospital, quiero intentar ver a Mavie, estoy desesperada sin ver a mi niña –dijo Sabrina angustiada.

- Vale, espera en el estacionamiento y te llevo –dijo Camila.

- De acuerdo –asintió Sabrina y salió mirando alrededor por si veía a Gabriel otra vez; en realidad, no sabía su verdadero nombre.

Después de diez minutos, Camila encontró a Sabrina en el estacionamiento y abrió su coche. Conduciendo, ella encendió un porro y empezó a fumar junto con Camila.

- Sabrina, lo que te voy a decir es algo que pienso, sé que te vas a molestar conmigo, pero quiero lo mejor para ti –dijo Camila aparcando el coche cerca de la playa después de salir del resort, en un lugar privado donde solo estaban ellas.

- Camila, me estás asustando –dijo Sabrina fumando y soltando el humo.

- Tranquila, solo quiero hablar contigo. Creo que deberías aceptar la propuesta de matrimonio de Don Mauricio, necesitas salvar la vida de tu hija y asegurar su protección, no sé quién se cree ese patán del verdadero padre para amenazarte, pero estoy segura de que si fueras la mujer de Don, nadie te tocaría a ti ni a Mavie –dijo Camila mirándola.

- Camila, sé que parece una locura, pero estoy pensándolo, no por mí, sino por la vida y seguridad de mi hija, no tengo mucho tiempo, necesito pagar la operación de Mavie lo más rápido y ya estoy perdiendo días, pero no sé cómo reaccionarán mi madre y Ieda.

- Ieda y Soraia tendrán que aceptarlo. Intenté pensar en otras formas de ayudarte, pero tampoco se me ocurre nada, sé que el tiempo se agota, Sabrina. Deberías hablar con Don Mauricio, si te hizo esa propuesta debe estar dispuesto a cuidar de ustedes.

- Camila, ¿pero cómo voy a ser la esposa del líder de la mafia? ¿Cómo voy a criar a mi hija en eso? No sé si estoy preparada para salvar la vida de Mavie de esta manera, ayúdame a pensar –dijo Sabrina ansiosa.

- Sah, necesitas pensar en el ahora, en la vida de Mavie. La familia Menecucci me salvó, no te lo dije antes, pero entré en la mafia muy joven, fui entrenada, pero conseguí un trabajo en la administración del resort, después fui asistente de la secretaría de Don Vicenzo y hoy tengo mi puesto. Siempre fui muy agradecida con la organización. Cambiaron mi vida, creo que deberías calmar tu corazón y pensar en la posibilidad, todo nos hace más fuertes, recuérdalo –dijo Camila encendiendo de nuevo el porro que se había apagado y pasándoselo a Sabrina para fumar.

- Tienes razón, no me siento preparada para casarme, mucho menos con el líder de una mafia, pero si es la única forma de salvar la vida de mi hija, lo haré, solo te pido ayuda para convencer a mi madre y a Ieda; ellas pueden entrar en pánico –comentó Sabrina inhalando el humo.

- Cuenta conmigo, amiga. Pero primero piensa bien en todas las posibilidades y también habla con él, pon las cartas sobre la mesa –dijo Camila.

- ¿Cómo es eso, Cah? –preguntó Sabrina.

- Establece tú las reglas del matrimonio, pon límites y demuestra que puedes imponerte.

- Necesito algunos consejos sobre eso, Camila. Me siento completamente vulnerable, por más que trate de ser fuerte por Mavie, me siento frágil, no sé ser poderosa como tú –admitió Sabrina.

- Sah, yo también soy frágil, detrás de toda mi personalidad y maquillaje, también soy un ser humano. La diferencia es que no dejo que nadie me pise. Te voy a ayudar con este matrimonio, y vamos a salvar la vida de Mavie –dijo Camila.

- Camila, creo que no tengo otra opción –asintió Sabrina.

- Entonces veamos este matrimonio como una forma de salvar a Mavie. ¿Qué te dijo Don Mauricio cuando te hizo la propuesta? –preguntó Camila volviendo a conducir.

- Bueno, dijo que quería formar parte de mi vida de manera significativa, que se sentía atraído por mí y que no quería comprarme, pero que la vida de mi hija tenía un valor y que él se haría cargo de los costes si me casaba con él, o sea fue un patán –recordó Sabrina mientras seguía fumando mirando la vista de la playa mientras Camila conducía.

- Entonces por eso Agatha se enfadó contigo, ella debe haber notado las miradas de él hacia ti o algo por el estilo. Nunca lo vi decir algo así a nadie, debe estar realmente atraído por ti.

- Agatha es una idiota, porque yo nunca hice nada para que me mirara así, al contrario, siempre lo alejé y me mantuve en mi lugar –dijo Sabrina seria.

- Lo sé, Sah, por eso quiere casarse contigo, debes ser la primera mujer que rechaza a Don Mauricio. Lo conozco bien y sé que debe haber despertado un interés mayor en él. Deberías usar eso a tu favor en el matrimonio. Vamos a almorzar primero –dijo Camila estacionando delante del restaurante que estaba frente al hospital de Mavie.

Al entrar, Camila y Sabrina se sentaron en una mesa cerca de la ventana, pidieron una botella de vino y ensalada con salmón.

- Camila, no debería estar bebiendo a esta hora –dijo Sabrina bebiendo su vino.

- Relájate, necesitas estar más tranquila para pensar –dijo Camila bebiendo el vino.

- Camila, dijiste que me ayudarías –dijo Sabrina.

- Claro que sí, vamos a continuar nuestra conversación. Creo que debes establecer tus reglas en este matrimonio, haz una lista de todo lo que quieres, no seas tonta, Sabrina, piensa en el futuro de Mavie. Él seguramente está loco por ti, así que pon reglas, límites y usa todo eso a tu favor, él quiere acostarse contigo y mientras no lo consiga, va a hacer todo lo que mandes –explicó Camila en voz baja.

- Pero Camila, ¿tendré que hacer algo? Porque me aterra eso –dijo Sabrina preocupada.

- Bueno, deberías de darle alguna recompensa, pero vamos a pensar en algo, mientras tanto, sigues dándole largas –explicó Camila.

- ¿Dándole largas cómo? –preguntó Sabrina.

- Bueno, necesitas centrarte en las cosas de Mavie. Entonces usa eso a tu favor mientras pensamos en qué hacer. Conozco a Don Mauricio, no se queda sin sexo, así que necesitamos pensar o te podría ser infiel con algunas prostitutas. No te voy a mentir –dijo Camila con tristeza.

- No me importa que tenga prostitutas, siempre y cuando no me toque y que salve la vida de Mavie, viviría un matrimonio de fachada –dijo Sabrina.

- Entonces podría ser una opción –dijo Camila y el camarero se acercó con su pedido.

Almorzaron juntas y pensaron un poco más sobre el tema. Después del almuerzo, Sabrina intentó visitar a Mavie, pero nuevamente sin éxito, no tenía autorización para entrar en la UCI.