Renace con una nueva oportunidad para ser feliz, amando a los caballos como en cada vida...
El mundo mágico también incluye las novelas
1) Cambiaré tu historia
2) Una nueva vida para Lilith
3) La identidad secreta del duque
4) Revancha de época
5) Una asistente de otra vida
6) Ariadne una reencarnada diferente
7) Ahora soy una maga sanadora
8) La duquesa odia los clichés
9) Freya, renacida para luchar
10) Volver a vivir
11) Reviví para salvarte
12) Mi Héroe Malvado
13) Hazel elige ser feliz
14) Negocios con el destino
15) Las memorias de Arely
16) La Legión de las sombras y el Reesplandor del Chi
17) Quiero el divorcio
18) Una princesa sin fronteras
19) La noche inolvidable de la marquesa
20) Ni villana, ni santa
21) Salvando a mi Ernesto
22) Cartas para una princesa
23) Ya te olvidé
24) Dulce Prisión
25)Secretos de una poción
26) La venganza de Leia
27) Recuerdos de mi futuro
28) Una esposa para el príncipe maldito
29) Una madrastra reencarnada
** Todas novelas independ
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Valiant 2
Astrid notó de inmediato todas las miradas curiosas que se posaban sobre ella. Los jardineros, las doncellas y algunos sirvientes se detuvieron al verla salir montando con tanta naturalidad; todos sabían que la señorita Huxley jamás había mostrado interés por los caballos.
No quiso llamar más la atención, así que en lugar de galopar, dejó que Valiant avanzara despacio por los caminos de piedra del jardín. El aire era fresco, y el aroma de las flores se mezclaba con el crujir de las hojas bajo los cascos del caballo.
Astrid: (acariciando su cuello) No te preocupes, Valiant… no necesitamos correr. Solo quiero sentir el viento y oír tus pasos.
El caballo relinchó suavemente, como si entendiera. Astrid sonrió y continuó el paseo, admirando los rosales, las fuentes y las estatuas que adornaban el extenso jardín.
Astrid: (susurrando) ¿Sabes? Antes… tenía otro caballo. Era negro como la noche y se llamaba Sombra. Me acompañó hasta el final.
Por un instante, el pecho se le apretó con un recuerdo que dolía, pero al mirar los ojos tranquilos de Valiant, sintió una paz distinta, cálida.
Astrid: Tal vez tú me ayudes a empezar de nuevo, ¿eh, amigo?
Valiant resopló y movió las orejas, provocando una pequeña risa en ella. Las hojas de los árboles danzaban con el viento, y el sol se filtraba entre ellas, formando destellos dorados sobre el sendero.
Astrid: (pensando) Quizás este mundo no sea una prisión… sino una segunda oportunidad.
Y así, sin prisa, Astrid y Valiant continuaron su paseo por los jardines, bajo el cielo claro, mientras la mansión Huxley volvía lentamente a llenarse de vida.
Más tarde, cuando el sol comenzaba a ocultarse tras los altos muros del jardín, Astrid aún paseaba junto a Valiant, disfrutando de la brisa tibia del atardecer. De pronto escuchó una voz conocida a la distancia:
Antony: ¡Astrid! ¡Eres tú!
Al volverse, lo vio venir a paso rápido por el sendero, vestido con su uniforme de práctica y una sonrisa amplia en el rostro. Su hermano mayor, Antony Huxley, era alto, de porte elegante y mirada firme, pero en ese momento solo parecía un joven aliviado.
Astrid: (riendo suavemente) Antony, qué sorpresa.
Antony: (deteniéndose junto a ella) La sorpresa me la das tú. No puedo creer que estés aquí afuera… y montando, nada menos.
Astrid bajó del caballo con elegancia, y Antony sostuvo las riendas para ayudarla.
Antony: Padre me contó que habías pedido cabalgar, pero no lo creí hasta ahora. Me preocupaba que algo pudiera pasarte.
Astrid: Estoy bien.. Solo di un paseo tranquilo con Valiant. Es muy dócil.
Antony la miró con una mezcla de asombro y ternura. Desde la muerte de su madre, Astrid había estado ausente, ensimismada, casi apagada. Verla ahora, con los ojos brillantes y las mejillas sonrosadas, le llenaba el corazón de esperanza.
Antony: (sonriendo) Te ves distinta… más viva.
Astrid: (bajando la mirada con una sonrisa) Tal vez necesitaba un poco de aire.
Antony soltó una risa leve y le revolvió el cabello con cariño, como cuando eran niños.
Antony: No me acostumbro a verte tan valiente. ¿Quién lo diría? Mi pequeña hermana, la que no quería acercarse a un caballo, ahora se ve comoda y segura.. pareces una guardia real..
Astrid: (bromeando) No exageres, aún me falta mucho para eso.
El joven suspiró y miró hacia el horizonte.
Antony: Me alegra verte así, Astrid. Madre estaría feliz si pudiera verte sonreír de nuevo.
Las palabras lo conmovieron a ambos. Astrid sintió un nudo en la garganta, pero esta vez no lloró.
Astrid: (con voz suave) Gracias, hermano. Prometo seguir sonriendo… por ella, y por ti.
Antony: Eso quiero oír.
La abrazó con cuidado, protegiéndola como solía hacerlo cuando eran niños. Y mientras el cielo se teñía de tonos dorados y rosados, Astrid pensó que quizá, en esa nueva vida, no todo sería pérdida. Tal vez tenía una familia que aún podía aprender a querer de nuevo.
Cuando el cielo se volvió violeta y las primeras estrellas comenzaron a asomarse, Astrid decidió volver a los establos. Quería ver a Valiant una vez más antes de que cayera la noche.
El lugar estaba tranquilo, iluminado por unas pocas lámparas de aceite que lanzaban destellos dorados sobre las vigas de madera. Valiant la recibió con un suave relincho, moviendo la cabeza como si la hubiese estado esperando.
Astrid: (sonriendo) Hola, amigo. ¿Aún despierto?
Tomó un cepillo y comenzó a peinar su brillante pelaje blanco, con movimientos suaves y constantes. El caballo respiraba tranquilo, disfrutando de las caricias, mientras ella se perdía en sus pensamientos.
Astrid: (en voz baja) Gracias… por dejarme vivir esto otra vez.
Cada pasada del cepillo la hacía sentir más ligera. El sonido del cepillado, el aroma del heno, y el calor del animal junto a ella le recordaban que, a pesar de todo, estaba viva.
Pensó en su padre, el duque Ashton, con su mirada cansada pero llena de afecto.. pensó en Antony, siempre atento y protector.. y miró a su alrededor, viendo los demás caballos dormitando en sus corrales, criaturas majestuosas que ahora formaban parte de su nuevo mundo.
Astrid: (con una sonrisa serena) Tengo un padre que me ama… un hermano que me cuida… y docenas de caballos hermosos. No podría pedir más.
Valiant resopló suavemente, como si entendiera sus palabras. Astrid apoyó su frente contra la del caballo, cerrando los ojos.
Astrid: (susurrando) Prometo aprovechar esta segunda oportunidad. No dejaré que el dolor encierre a Astrid otra vez..
Durante un momento, solo se escuchó el murmullo del viento colándose por las rendijas y el tranquilo respirar del corcel. Y en ese silencio, Astrid sintió, por primera vez desde su renacer, una paz verdadera.