Alexander es un joven príncipe, que debido a sus responsabilidades está obligado a contraer matrimonio a sus veintiún años.
Para su buena suerte, o no. En su Reino existe una regla que le da la posibilidad de tener un mes para sí mismo, un mes en el cual él dejará de ser quien es para convertirse en una persona común.
Ahora bien, ¿Qué pasará durante ese mes? ¿La vida de Alexander cambiará a causa de lo que está por vivir?
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Un alma libre
Capítulo 3:
La sala de música del Palacio de Aureum, con sus altos techos abovedados y sus paredes cubiertas de terciopelo carmesí, era conocida por su ambiente solemne. Sin embargo, ese día, la tranquilidad característica del lugar se veía interrumpida por risas y un insistente tamborileo. Sentado al piano, sin seguir ninguna partitura ni respetar las reglas del instrumento, estaba Lucas Devraine, el hijo del Maestro de Armas del reino y el más animado, irreverente y divertido de los amigos de Alexander.
— ¡Vamos, alteza!— gritó Lucas mientras aporreaba las teclas con entusiasmo exagerado— ¿Qué tan difícil puede ser? Si yo puedo tocar esto, tú deberías poder hacer una sinfonía.
Alexander, que había entrado acompañado de Ethan, soltó un suspiro mientras se cruzaba de brazos.
— Eso que estás haciendo no es tocar el piano, Lucas. Es torturarlo.
— ¿Ah, sí? Pues parece que este piano está acostumbrado a que lo torturen con esas piezas aburridas y monótonas—Lucas sonrió ampliamente, deslizándose del banco con una teatral reverencia. Se acercó a Alexander y le dio una palmada en la espalda— Ya es hora de que alguien le dé algo de vida a este lugar, amigo.
Lucas era todo lo que Alexander no podía permitirse ser: rebelde, impulsivo y completamente indiferente a las expectativas de los demás. A diferencia de Ethan, que siempre encontraba un equilibrio entre el respeto y la cercanía, Lucas cruzaba todas las líneas imaginables sin dudarlo. Quizá por eso se había ganado un lugar en el reducido círculo de confianza de Alexander. Su amistad había comenzado años atrás, durante las prácticas de esgrima organizadas por el Maestro de Armas. Lucas, el joven tenía la misma edad que Alexander, y siempre había sido un desastre en cuanto a disciplina, a pesar de los esfuerzos de su padre por ponerlo en cintura, pero tenía un talento natural para hacer reír a todos a su alrededor.
— ¿Cómo entraste aquí?— preguntó Ethan, divertido, mientras se sentaba en un sofá cercano.
— Eso, mi querido amigo, es un secreto que no puedo revelar— respondió, sentándose frente a él— Pero digamos que los guardias del ala este son bastante fáciles de distraer si llevas un pastel de manzana en la mano.
— ¡Increíble!— exclamó Alexander, conteniendo una sonrisa— Te las arreglas para burlar la seguridad del palacio con un pastel, pero no puedes recordar la diferencia entre un si bemol y un fa sostenido.
Lucas se encogió de hombros.
— Prioridades, alteza, prioridades— replicó el muchacho— No todos podemos ser el modelo de perfección que tú eres.
La relación entre los tres era única. Cada uno de ellos cumplía su propio rol dentro del grupo de amigos, Ethan era la voz de la razón, el más centrado y responsable, el apoyo constante que ayudaba a Alexander a sobrellevar las presiones de ser el heredero al trono. Lucas, en cambio, era el caos necesario, el que lo empujaba a romper las reglas, aunque fuera de vez en cuando.
— Por cierto, ¿es cierto lo que me dijo Ethan?—preguntó Lucas, su tono sonando más serio de lo habitual mientras se ponía de por y se sentaba en el borde del piano.
— ¿Qué cosa será?— indagó Alexander.
— ¿Que vas a pedir pasar tu mes especial en la ciudad?
Alexander asintió.
— Es mi única oportunidad de vivir algo real, Lucas. Algo fuera de todo esto.
— Pero... ¿estás seguro de que eso es lo mejor?— indagó con curiosidad.
— Lo estoy— afirmó Alex.
— ¿Y qué pasa si no te reconocen y terminas trabajando como camarero en un bar de mala muerte?— bromeó Lucas, aunque su sonrisa se desvaneció al ver que Alexander no reía.
— Prefiero eso antes que seguir sintiendo que no tengo control sobre mi vida— respondió Alexander con sinceridad.
Lucas lo miró en silencio durante un momento, su rostro se convirtió en una mezcla de seriedad y melancolía. Algo poco común en él. Luego, se levantó de un salto, recuperando su típica energía.
— ¡Bueno!, si esa es tu decisión, entonces estoy contigo. Pero te advierto que no te dejaré comportarte como un aburrido incluso en la ciudad. Si necesitas romper las reglas, ya sabes quién puede ayudarte.
— Eso me preocupa más que me tranquiliza—murmuró Alexander, provocando una carcajada en Ethan.
Lucas se giró hacia Ethan y señaló con el dedo.
— ¿Y tú también vienes? ¿eh?— su amigo asintió con un movimiento de su cabeza— No puedes dejar que Alexander me controle solo. Necesitara refuerzos.
Ethan levantó las manos en un gesto de rendición.
— Parece que no tengo elección.
— ¡Exactamente!— dijo Lucas, triunfante— Ahora, si me disculpan, tengo que irme antes de que alguien descubra que robé otro pastel de la cocina. Nos vemos en la cena.
Y con una sonrisa descarada, Lucas salió corriendo de la sala de música, dejando a Alexander y Ethan riendo detrás de él.
— ¿Sabes?— dijo Ethan después de un momento— Por mucho que nos saque de quicio, creo que nuestra vida sería demasiado aburrida y monótona sin él.
Alexander asintió, y sonrió mirando hacia la puerta por donde había salido su amigo.
— Es cierto. Y aunque a veces parece que no toma nada en serio, sé que estará allí cuando más lo necesitemos.
Ese día terminó como cualquier otro, con reuniones, discursos y deberes reales. Pero para Alexander, la certeza de que contaba con Ethan y Lucas, sus dos fieles compañeros, le daba fuerzas para seguir adelante. Y en el fondo de su mente, la idea del mes especial comenzaba a tomar forma con más claridad.
. veremos!!
Pobre Charlotte, enamorada de Ethan y tener que guardar su sentimientos
Eso sí super la historia me encanta