En el reino de Altravia, Selene, una princesa atrapada entre el deber y su corazón, se ve obligada a buscar esposo para salvar su linaje. Sin embargo, lo que comienza como un juego de alianzas políticas se complica cuando se enamora de Ascensio, un joven cazador con un secreto oscuro e inconfesable: cada noche de luna llena, una maldición lo transforma en un hombre lobo.
Mientras Selene lucha por descubrir la verdad detrás de los rostros sonrientes de sus pretendientes, Ascensio se enfrenta a su propia naturaleza monstruosa, intentando proteger a la mujer que ama. Pero en las sombras del bosque, fuerzas más oscuras conspiran para desatar una tragedia que podría cambiarlo todo.
Un romance prohibido, intrigas cortesanas y un misterio sobrenatural se entrelazan en esta historia de amor, ambición y redención, donde la luna ilumina tanto los secretos como las verdades más ocultas.
¿Lograrán Selene y Ascensio superar las barreras que los separan, o sucumbirán al peso de sus destinos cruzados?
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Capítulo 3: La Alianza de las Sombras
La luna apenas iluminaba el claro donde Selene y Ascensio estaban rodeados. Darius, con su porte imponente, dio un paso adelante, y sus seguidores se movieron al unísono, un círculo de ojos dorados brillando en la oscuridad.
—Es curioso cómo siempre intentamos huir de lo que somos, Ascensio. —Darius ladeó la cabeza, su tono burlón pero cargado de amenaza—. Pero tarde o temprano, todos volvemos a la manada.
Ascensio se colocó frente a Selene, sus músculos tensos y los instintos lupinos rugiendo dentro de él.
—No quiero nada de ustedes.
Darius soltó una carcajada baja y grave.
—¿De verdad? Porque no parece que tengas elección. —Se giró levemente hacia Selene—. Y tú… la princesa. Qué fascinante elección de compañía. ¿Acaso sabes quién es realmente este hombre?
—Sé más de lo que imaginas —respondió Selene, su voz firme a pesar del miedo que sentía.
Darius alzó una ceja, intrigado.
—Valiente, pero ingenua. Él es una bestia, princesa. Una criatura como nosotros no puede coexistir con alguien como tú. La luna nos domina, nuestras pasiones nos consumen… y tarde o temprano, tú serás su víctima.
—¡Cállate! —rugió Ascensio, dando un paso adelante, sus ojos ardiendo con una furia contenida.
Darius levantó las manos en un gesto de falsa paz.
—Tranquilo, joven lobo. No he venido aquí para pelear. De hecho, he venido a ofrecerte algo.
Ascensio no respondió, pero sus garras asomaban, listas para atacar.
—Únete a nosotros, —continuó Darius—. Aprende a dominar lo que eres. Juntos podemos construir algo más grande que este reino decadente. —Señaló hacia Selene—. Ella nunca entenderá lo que llevas dentro. Nosotros sí.
Selene dio un paso al frente, colocando una mano en el brazo de Ascensio.
—No tienes que escuchar sus mentiras, Ascensio. No eres como ellos.
—¿No lo es? —interrumpió Darius, con una sonrisa maliciosa—. ¿Y qué harás cuando pierda el control? ¿Cuando sus instintos lo superen y te haga pedazos? ¿Lo perdonarás entonces?
El aire se volvió tenso, y uno de los seguidores de Darius, una mujer de cabello blanco como la nieve, se acercó lentamente.
—Darius, ya basta. —Su voz era suave, pero sus palabras llevaban un peso de autoridad que incluso él pareció reconocer.
—Lyria, siempre tan sensata. —Darius retrocedió con una mueca de fastidio, pero su mirada permaneció fija en Ascensio—. Bien, parece que la decisión no será tomada esta noche.
Se inclinó ligeramente, en un gesto casi teatral.
—Pero no puedes huir para siempre, joven lobo. La luna te reclamará, y cuando eso suceda, nosotros estaremos esperando.
Con un silbido, los seguidores de Darius se dispersaron entre los árboles, desapareciendo como sombras en la noche.
Cuando la amenaza inmediata pasó, Selene soltó un suspiro tembloroso.
—¿Estás bien? —preguntó, tocando el rostro de Ascensio.
Él asintió, aunque sus ojos aún estaban fijos en el lugar donde Darius había estado.
—No estoy seguro de que pueda protegerte de ellos… o de mí mismo.
Selene sostuvo su mirada, su expresión decidida.
—No voy a dejarte enfrentar esto solo, Ascensio. Sea lo que sea, lo enfrentaremos juntos.
—No entiendes, Selene. No es solo una maldición. Es una guerra entre lo que soy y lo que quiero ser.
Ella lo abrazó con fuerza, ignorando el temblor que recorría el cuerpo de Ascensio.
—Entonces lucharemos esa guerra juntos.
Más tarde, esa misma noche, de regreso en el castillo, Selene entró sigilosamente por una de las puertas traseras para evitar ser vista. Sin embargo, no había pasado desapercibida. Lord Ceren la esperaba en la penumbra del corredor, su expresión seria y los ojos escrutándola.
—Princesa Selene, una salida nocturna es algo inusual para alguien en su posición.
Selene, recuperando la compostura, levantó la barbilla.
—No es asunto tuyo, Lord Ceren.
—Cuando la seguridad de la futura reina está en riesgo, todo es asunto mío. —Su voz era suave, pero había un filo en sus palabras—. He oído rumores, princesa. Cosas sobre criaturas en el bosque. Y sobre un cazador…
El corazón de Selene se aceleró, pero no dejó que su rostro traicionara su preocupación.
—Los rumores no son más que eso.
—Espero que así sea. Por el bien de todos. —Lord Ceren hizo una reverencia superficial antes de desaparecer en las sombras.
Selene sabía que no podía confiar en él. Pero su atención no estaba en los juegos de la corte. Su mente seguía en Ascensio, en lo que habían enfrentado esa noche y en lo que vendría después.