Mia está en un gran problema.
Luego de la muerte de su madre, un extraño hombre que dice ser su padre aparece en la vida de Mia, poniendo de cabeza su mundo entero. El mundo que pensó que era un mito se convierte en su realidad. No solo existen los hombres lobos, sino que ella también lo era, precisamente un beta. Confundida con los acontecimientos, Mia hace lo que mejor sabe hacer: adaptarse.
Sin embargo, ella no esperaba que su burbujeante personalidad la metiera en más de un aprieto cuando descubre que es la compañera destinada de uno de los príncipes alfas de sangre pura.
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Muévete
Esther soltó una carcajada al notar mi renuncia.
— No te preocupes. No es doloroso y te sentirás liberada.
— ¿Acaso ya tuviste tu ceremonia de transformación? — le pregunté con curiosidad.
— Sí, así que no te preocupes.
— ¡Asombroso!
Aunque dije aquello todo fue de dientes para afuera. No le encontraba nada asombroso. Me pellizqué el brazo para ver si estaba soñando, sin embargo, sabía que no lo estaba haciendo, ya que para ser un sueño estaba durando demasiado.
Suspiré resignada a mi nueva realidad. Debía encontrar mi camino aquí en este lugar. Mire con absoluta fascinación a mi alrededor. No solo la academia se veía majestuosa sino los estudiantes dentro de ella. Las chicas caminaban luciendo accesorios de lujo, collares de marcas reconocidas a nivel mundial, bolsos asombrosos de la última temporada. Los chicos conversaban sobre el mercado de valores, mientras revisaban algunos gráficos en sus celulares de gama alta, incluso los gemelos que adornaban sus uniformes se veían caros.
— ¡Genial! — exclamé al notar que no tenía nada que envidiar, ya que el duque me preparó todo tipo de accesorios lujosos.
De pronto el ambiente se tornó un poco extraño, pesado como si hubiese una presión el aire o la gravedad hubiera aumentado. Esther detuvo sus pasos y los demás estudiantes también lo hicieron, el ambiente bullicioso se tornó silencioso. Contemplé con curiosidad la razón de este tipo de comportamiento. ¿Qué podía hacerlos actuar así? ¿Por qué me sentía incómoda como si debiera arrodillarme?
No tuve que esperar mucho tiempo para obtener la respuesta. Con pasos pesados y un aura imponentes tres chicos y una chica se acercaron caminando. Ellos eran absolutamente asombrosos. Tenían algo a su alrededor que los hacía brillar. Aunque no podía ver con exactitud sus apariencias, eso no fue un impedimento para que quedara fascinada por su aura. Por un momento pensé que estaba atrapada en la escena de un anime o de un drama escolar.
¿Quiénes eran ellos? ¿Por qué todos parecían guardarles respeto? ¿Por qué sentía que debía arrodillarme ante ellos?
Ni Lee Minho con su interpretación en el drama “boys over flowers” tenía este tipo de atención.
Cuando aquellas personas terminaron de pasar, Esther me agarró de la mano mientras llevaba otra mano a su corazón.
— ¡Casi me muero!
— ¿Quiénes son ellos? — pregunté con curiosidad.
— ¡No sabes quiénes son ellos! ¡Ah! ¡Es cierto! Eres nueva. Ellos están en la cima de nuestra pirámide social. Son los alfas de los alfas. Sangre puras absolutas, sabes, en nuestra especie hay muy pocos alfas sangre puras. Por lo que su mera existencia es algo fascinante. Creo que puedes sentir que ellos son diferentes. El ambiente, el aura a su alrededor y esa absoluta presión de que son seres superiores.
Sí, ella estaba hablando como una fanática obsesionada. Pero, había algo que me molestaba y era esa presión, esa sensación de inferioridad. Odiaba esto. No me gustaba. Pero por lo visto tenía que acostumbrarme.
Te extraño, nana.
— Vamos rápido, la clase está por comenzar y en este lugar la obediencia y la puntualidad son tomadas con mucha seriedad.
***
Cuando llegamos al salón de clase la mayoría de los asientos estaban ocupados, me di cuenta de que no había más de 20 personas. Dado que vine luego de una semana después del inicio de las clases no me preocupé por los deberes atrasados. Esther también me dijo que iba a ayudarme a igualar. Al ver su actitud amable me sentí un poco, solo un poquito mal por haberle mentido con respecto a mi relación con el duque. Bueno, si me preguntaba de nuevo le diría que solo estaba bromeando.
Pronto Esther me señaló un lugar al final del salón.
— Si necesitas algo solo búscame, trataré de ayudarte — me dijo mientras se sentaba al lado de una chica con anteojos y coleta.
Mientras caminaba hasta el último lugar pude escucharlas conversar.
— Una beta. Deberías dejar de juntarte con ellos. No entiendo por qué no separan las clases así como lo hicieron con los omegas.
— Es la novia del duque Storm. No hables así de ella. Hay que ser amables — le corrigió Esther.
Casi me caigo cuando escuché las palabras de Esther. Cielos, sabía que ella no era discreta, pero, esto era inaudito. Bueno, como sea, no hay nada de que arrepentirse. Además, me di cuenta de que había muchas formas de menospreciar a alguien en este lugar aparte de su clase social.
— ¿Novia? ¿No era la hija bastarda?
— Sí, es su novia.
— El gusto del duque es algo único. ¡Ni siquiera es una alfa! ¡Pobre, Emily! Ha de estar destrozada. Su padre es basura.
Oigan no creen qué están compareciendo a la persona equivocada. ¿Emily? ¿Qué tiene ella que ver en esto? Hice un puchero mientras me sentaba en el asiento y dejé mi bolso a un lado. Luego recosté mi cabeza sobre mi pupitre. Mientras pensaba en lo que iba a comer, la puerta del salón se abrió por lo que me senté recta pensando que era el maestro. Sin embargo, no eran ellos sino las cuatro personas que emitían cierto sentimiento incómodo. Pude apreciar sus apariencias mientras escuchaba los leves murmullos de los estudiantes a mi lado. Sin duda alguna parecían sacados de una revista o de algún manga Shoujo.
— Ciel luce tan angelical como de costumbre su cabello rubio es tan hermoso…
— Leila se ve más alta, sus brazos también se ven fuertes…
— El príncipe Bastian me guiñó un ojo, me desmayo, me desmayo…
— ¡Qué miedo! ¿Quién ofendió al príncipe Asther? Él parece tan sombrío como siempre, quizás peleó de nuevo con el príncipe Bastian…
Pronto en el salón se quedó en silencio. Cada una de las personas se sentó en sus respectivos asientos. Es solo que había un pequeño problema.
— Este es mi asiento. ¿Quién te permitió sentarte aquí?
El joven delante de mis ojos tenía una máscara que adornaba el lado izquierdo de su rostro, sus ojos eran de un color azul, pero para nada cálido como el cielo en un día despejado, es más, se veían tempestuosos y gélidos. Sus cabellos eran negros como el ébano y sus labios tenían forma de corazón como si estuviesen pidiendo un beso. Sin embargo, la expresión en su rostro era totalmente inaccesible, sombría, como si todo el odio del mundo se concentrará en sus ojos.
Era hermoso, no lo podía negar, pero su belleza era aterradora como el filo de un cuchillo.
Sonreí esperando aligerar el ambiente. Pero parece que mi sonrisa lo molestó por completo porque el me observó por un momento con desconcierto como si algo en mi lo hubiese descolocado antes de volver a su expresión seria.
— Muévete