La dinastía Dickens ha estado viviendo con una maldición de procrear un solo heredero, pero no de cualquier persona. El final del hilo rojo de cada heredero de esta familia está conectada a alguien especial, que es destinada por los cielos, no importan los años que pasen, las situaciones en las que están, estás parejas se encontraran sin importar como. ¿Christopher será la clave para acabar con esta maldición que han tenido por casi 200 años? O ¿Sera el final de esta familia y su descendencia?
El hilo rojo conecta a todos aquellos que están destinados a estar juntos sin importar las circunstancias.
NovelToon tiene autorización de wanders para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Una nueva vida
👧Narra Quetzally👧:
Después de meses de enviar currículums y participar en entrevistas, recibí una oferta emocionante para trabajar como asistente ejecutiva en StellarTech Solutions, una empresa innovadora con sede en el país de origen de mi madre.
StellarTech se destacaba en el desarrollo de tecnologías emergentes para aplicaciones industriales y de consumo, con un fuerte enfoque en la sostenibilidad y la eficiencia energética.
Mi proceso de contratación fue riguroso por tanto papeleo. Inicié con una entrevista inicial por videoconferencia, seguida de varias rondas de entrevistas con diferentes miembros del equipo directivo de StellarTech y finalmente aseguré el puesto como asistente ejecutiva en Stellar. Empezaría en un mes.
La noticia fue señal de que mis hijos y yo empezaríamos nueva aventura y al mismo tiempo tristeza por dejar atrás mi vida aquí.
Mi madre nos hizo videollamada y ahí le conté a ambos, mi madre del otro lado de la pantalla y mi hermano conmigo.
"Mamá, Chema! ¡Lo logré! ¡Me ofrecieron el trabajo en StellarTech!" exclamé emocionada por la noticia.
“¡Felicidades, Quetza! Estamos muy orgullosos de ti. Será una nueva experiencia maravillosa para ti y los niños,” respondió mi mamá con una sonrisa cálida, compartiendo mi alegría.
"¿Y si festejamos? Yo hago la cena," propuso Chema, entusiasta, y todos asentimos.
Chema se dirigió al dormitorio de los trillizos. "Hermanita, sin duda, hiciste un muy buen trabajo, le echaste ganas,” comentó Chema mientras los observaba dormir.
"Porque mis sobrinos son hermosos," añadió con cariño, observando a los niños.
Christopher, Félix y Sofía estaban profundamente dormidos, o eso creíamos, porque al parecer Félix solo estaba fingiendo, él es el más activo y siempre se despierta al menor ruido.
"¡Hola, campeón!" saludó Chema a Félix, quien abrió los ojos con sorpresa al escuchar la voz de su tío.
"Hermanita, te lo tomo prestado,” dijo Chema, levantando con cuidado a Félix en sus brazos.
"¿A dónde lo vas a llevar?" pregunté,
"No te preocupes, como es el más latoso de todos, me acompañará al supermercado a comprar lo necesario para la cena,” explicó.
Chema con cariño, refiriéndose a Félix.
"Está bien, pero cuídalo, por favor," le pedí, sabiendo que mi hermano adoraba a mis hijos tanto como yo.
"No te preocupes, tío Chema lo cuidará," aseguró Chema, ajustando a Félix sobre sus hombros con ternura.
Cuando regresaron, se encontraron con Miriam en la puerta. Félix me sorprendió apenas entrando "¿Mamá, en Australia hay canguros por todos lados?" preguntó Félix, con los ojos brillando de curiosidad.
"¡Félix, Australia es un lugar increíble! Sí, hay canguros, pero no te preocupes, no andan por las calles," respondí mientras acomodaba las compras.
Chema, Miri y yo procedimos a preparar la cena juntos. Mientras cortábamos y cocinábamos, Chema empezó a contar sus anécdotas de sus viajes y experiencias como piloto, haciendo reír a Félix con sus historias extravagantes y emocionantes, y yo le contaba a Miriam sobre el puesto que había obtenido.
La cena estuvo llena de risas e historias. Mientras cenabamos Chema siguió contando sus historias a los trillizos.
"¡Tío Chema, cuéntanos otra vez sobre el vuelo donde atravesaste una tormenta! ¿Cómo lo hiciste?" preguntó Christopher, el mayor de los tres, con admiración en sus ojos.
Chema sonrió ante la curiosidad de sus sobrinos. Sentados alrededor de la mesa, les habló de cómo cada vuelo traía consigo desafíos y cómo él y su equipo trabajaban juntos para asegurar un viaje seguro y confortable para todos.
Los niños lo veían como Superman que desafiaba las nubes y llevaba sueños a lugares lejanos.
Christopher miró a Chema con admiración y dijo con entusiasmo: “Cuando sea grande, quiero ser como tú, tío”. Chema, con una sonrisa, le revolvió el cabello cariñosamente, sintiéndose orgulloso de su sobrino.
Sofía levantó la mirada con determinación y anunció: "Yo tendre una casa para los aviones". Todos estallamos en risas ante la ocurrencia de la pequeña, maravillados por su imaginación.
"Entonces, ¿serás presidenta?" preguntó Chema.
"Presidente, ¿por qué? ¿Ellos tienen aviones?" preguntó Sofía inocentemente.
"Si, cariño. Serías la dueña y te encargarías de los aviones. Serías algo así como la patrona de tu tío", explicó Miriam entre risas.
"Y tú, cariño, ¿qué quieres ser?", le pregunté a Feliz.
Felix, miró pensativo y dijo con seriedad, preguntó: "Yo, quiero cuidar a los enfermos como la bisabuela"
Chema, conmovido por las aspiraciones de sus sobrinos, los animó: ''Cada uno de ustedes va lograr lo que se propongan".
Durante los días previos a la mudanza, me esforcé por organizar meticulosamente mis pertenencias. Me despedí de Miri, mi mejor amiga, en una emotiva despedida con abrazos que parecían no querer terminar y palabras de ánimo y apoyo mutuo.
“Miri, no puedo creer que me vaya. Ha sido un viaje increíble contigo a mi lado. Gracias por estar siempre ahí para mí,” dije con voz entrecortada por la emoción mientras nos abrazábamos.
“Quetza, te voy a extrañar tanto. Pero sé que esta nueva oportunidad es perfecta para ti y los niños. Estaré aquí para ustedes, siempre,” respondió Miriam, sosteniendo mi mano con firmeza.
Tres días después, Miriam me acompañó al aeropuerto para despedirse. Nuestro abrazo fue largo y lleno de palabras no dichas, sabiendo que nuestra amistad se fortalecería a pesar de la distancia. Al llegar a Australia, mi madre estaba allí, esperándonos con los brazos abiertos.
“¡Mamá, qué alegría verte! Gracias por venir a recibirnos. Estoy emocionada por comenzar esta nueva etapa aquí,” dije con voz emocionada mientras abrazaba a mi madre con fuerza.
“Hija, estoy tan orgullosa de ti. Sé que te irá maravillosamente aquí. Ahora, vamos a casa.,” respondió mi madre con una sonrisa brillante, mirándome con cariño y orgullo.
Así, con un nuevo capítulo que comenzaba en un país diferente, mi corazón se llenaba de emociones.
Estaba emocionada por descubrir cómo sería trabajar en Stellar. Mis hijos también estaban entusiasmados por explorar un país nuevo, lleno de posibilidades y aventuras por descubrir. A medida que nos instalábamos en nuestra nueva vida queríamos explorar el nuevo entorno.
Durante las primeras semanas en Australia, explorar nuestro vecindario se convirtió en una aventura diaria. Una tarde, mientras caminábamos por el parque cercano, Félix señaló emocionado hacia un árbol.
"¡Mamá, mira esos pájaros! ¿Son loros?" preguntó, señalando hacia el cielo lleno de coloridas aves.
"Sí, Félix. Aquí en Australia hay muchos loros y otros pájaros hermosos," respondí, disfrutando de la maravilla en los ojos de mi hijo.
Sofía, siempre curiosa, decidió hacer preguntas sobre nuestra nueva ciudad mientras jugaba en el parque. "¿Mamá, por qué el sol se pone tan tarde aquí? ¡Es casi la hora de dormir y todavía está claro!".
"Es porque estamos en el hemisferio sur, Sofi. En verano, los días son más largos," expliqué, sonriendo ante su constante curiosidad.
Christopher, más reservado pero observador, a menudo hacía preguntas sobre mi trabajo en Stellar y cómo era trabajar en una empresa tan innovadora. Una noche, mientras cenábamos juntos, me miró con seriedad.
"Mamá, ¿qué haces exactamente en tu trabajo? ¿Trabajas con robots?" preguntó con un brillo de interés en sus ojos.
"¡No exactamente, pero podría llegar a hacerlo!" respondí, haciendo que todos se rieran mientras intentaba explicar la tecnología.