Ella lo ama a pesar del a gran diferencia de edad.
Él solo la ve como su hermanita menor.
¿Podrá triunfar el amor?
Para quienes han leído Rosas Amarillas esta es la historia de Cameron y Lizet desde que la llama creció en el corazón de una pequeña adolescente.
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Perdedor
-Su novio, soy su novio- Sonrió orgulloso
Oh al menos lo seré pensó
La mujer lo miro aturdida, y comenzó a mover su cabeza de un lado a otro como buscando a alguien desesperadamente
Cameron lo noto, entrecerró sus ojos y acercándose apoyo ambas manos en el mármol lustrado.
- La señorita Lizet\, ella está aquí\, la deje hace una hora- aclaro-
-Un segundo, por favor- la mujer levanto unos de sus dedos al aire y sonrio nerviosa, para luego comunicarse con alguien al teléfono
Cameron camino de un lado a otro, feliz, cada tanto miraba el ascensor, esperaba ver a Lizet, practico tanto lo que iba a decir que su discurso cambio todas las veces.
Entendía que estaba enojada, él lo estaría si fuera al revés, pero eso significaba una sola cosa, ella aun sentía lo mismo que él. Refregó sus manos y volvió a la mesa de entrada
-Disculpe, debo seguir esperando- hablo ansioso
La mujer iba hablar, pero sonrió mirando sobre sus hombros y Cameron sin voltear sintió su corazón galopar.-
-Lo lamento Señor Anderson- la voz masculina detrás llamo su atención y arrojo su ilusión por los suelos, giro apresurado.
Era el gerente del hotel, reconoció al instante a Cameron, tanto él cómo Lion eran personas muy importantes en el mundo hotelero.
Lo hombre lo observo con respeto, pero también - el empresario noto algo más en su semblante- vergüenza quizás- lo observo tratando de entender
-La Señorita Collins y su acompañante abandonaron el hotel hace treinta minutos. El hombre hablo rápidamente y luego dejo salir el aire contenido como si sintiera alivio al dejar salir la información. No era fácil decirle a un empresario importante que su novia se había marchado con otro hombre.
Cameron borro la sonrisa en segundo y sus músculos comenzaron a contraerse.
-¿Su acompañante?- mascullo apretando sus puños.
-Sí señor, la señorita Collins y su… el hombre iba a repetir, pero Cameron lo interrumpió
-Ya entendí. afirmo molesto y luego salió del hotel como alma que lleva el demonio
Negó varias veces caminando al coche, no podía creer que Lizet estuviera con alguien, pero era de esperarse, era preciosa quien no haría hasta lo imposible por estar con ella.
Llego a la triste conclusión que él, solo él, por su maldita estupidez. Golpeo su frente como si estuviera dándose un escarmiento.
Quiso golpearse nuevamente, pero de que servía, esta vez la había perdido para siempre o ¿no?
Del odio contenido pateo la rueda del auto que empezó a sonar encendido y apagando las luces, había provocado que la alarma se disparara.
-Mierda… mierda… CARAJO - grito, buscaba desesperado las llaves y su teléfono paro en el suelo- Apago la alarma y tomo el pequeño aparato.
No lo dudo y volvió a llamar, pero seguía como meses anteriores, bloqueado-
Paso sus dedos por sus cabellos oscuros y camino de un lado a otro.
-Piensa, piensa… Cameron… Como si una luz se iluminara corrió nuevamente al hotel.
Su ropa estaba desalineada, no le importo, volvió la recepción y allí seguía el hombre con quien minutos antes había hablado.
Disculpe- estaba tan agitado que las palabras salían aireadas-¿podría ayudarme?
-Oh, claro señor Anderson- el hombre apresuradamente se acercó a él.
-Me podría prestas su teléfono, debo hacer una llamada urgente, mi celular cayo y no enciende- mintió-
-Por supuesto tome, gentilmente le acerco su celular personal
-Muchas gracias- sonrió feliz recuperando el aliento-pagare la llamada-
-No se preocupe es un placer ayudarle- Pobre hombre- pensó.
Cameron asintió y noto como la mujer lo veía con pena, claramente entendió, por lo sucedido minutos antes él se había trasformado en un novio abandonado.
El teléfono esta vez sonó, y Cameron sonrió feliz-
-Hola- la voz dulce de Lizet atravesó el pequeño aparato, detrás se podía oír aun los sonidos del aeropuerto.
-Aún no se ha ido- murmuro
-Hola- volvió a repetir Lizet- ¿Quién habla?
-Dime pequeña, ¿Quién es tu acompañante? - la voz salió profunda con un sesgo de molestia, su intención no era esa, pero los celos le ganaron la partida-
-¿Cameron?- Lizet se oía confundida
-Sí, ¿Qué debo hacer para que hables conmigo?, dime y lo hare- sonó desesperado
-Cameron, no tenemos nada que hablar, si me disculpas debo subir al avión- Lizet fue aún más fría y distante
-Voy a ir por ti, será mejor que me digas con quien carajos, estas Lulú- gruño molesto, mientras caminaba de un lado otro en el vestíbulo
Una risa sonora y coqueta atravesó el teléfono- ¿Celoso?, no me lo creo-
-Si celoso, eres mía – Cameron se sorprendió de sus propias palabras, siempre se burló de Lion por ser tan animal cuando de Alma se trataba, pero allí estaba él, en medio de un hotel lujoso con la camisa a medio poner, el cabello revuelto y furioso de los celos.
Del otro lado del teléfono todo se volvió silencio
-Lizet, me oyes -Llamo desesperado-
- ¿Qué? Preguntó casi en un susurro
-Me oíste- dijo firme
-Si- el silencio cubrió la línea, pero antes de que Cameron dijera algo ella se anticipó
- Deja tus celos de hermano mayor para otro\, tengo suficiente con Lion\, ya no soy una niña Cameron\, con quien hable\, con quien desee estar e incluso con quien duerma\, no es tu problema.
-Mierda, Lizet eso--- la llamada termino.
Cameron apretó el teléfono aun escuchando el pitido de una llamada terminada. Maldijo internamente lo idiota que fue, porque no pidió que se quedara, porque no fue claro con las palabras, es que acaso se había vuelto idiota de tanto beber Whisky
-Aquí tiene- entrego el teléfono y camino derrotado el coche, esta sería una noche muy larga.
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A la mañana siguiente Cameron despertó cuando su cuerpo se azoto contra el piso, poco a poco se arrastró hasta ponerse de rodillas y gateo de la sala al baño, todo daba vueltas, y las tremendas ganas de vomitar lo visitaron como una embarazada en sus primeras semanas de gestación.
Cuando su cuerpo arrojo todo el alcohol que ingirió, luego de su ruptura amorosa, o más bien inexistente relación con Lizet, se dio un baño y observo su rostro demacrado en el espejo.
-Hola perdedor- sonrió cínico y cepillo sus dientes con desgano. Como pudo termino de arreglarse coloco sus gafas Gucci y condujo a la empresa ese día debían cerrar otro contrato millonario.