Cuando Elliot, un estudiante universitario, empieza a experimentar extraños sucesos en su hogar, nunca imagina que está a punto de adentrarse en un misterio que trasciende la vida y la muerte. La aparición inesperada de Blake, un fantasma atrapado entre dos mundos, desencadena una serie de eventos que revelan secretos ocultos y verdades perturbadoras.
Mientras Elliot intenta ayudar a Blake a encontrar su camino al más allá, ambos descubren que la conexión entre ellos es más profunda de lo que imaginaban. En su búsqueda, se enfrentan a enigmas sin resolver, fuerzas oscuras y un pasado que no está dispuesto a permanecer en silencio.
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secretos bajo la superficie
El sol brillaba con fuerza al día siguiente, pero el aire seguía cargado de una sensación de inquietud. Elliot no podía apartar de su mente la conversación con Blake. Algo en las palabras de Blake seguía dándole vueltas. "Tal vez algunas verdades están mejor ocultas." ¿Qué quería decir con eso? ¿Blake sabía más de lo que estaba dispuesto a decir?
Blake estaba en la sala de estar cuando Elliot bajó, flotando cerca de la ventana como si hubiera estado allí durante horas. Parecía tranquilo, pero había una sombra en su expresión que antes no había notado. Elliot decidió no decir nada, al menos por ahora.
—¿Estás listo para ir al río? —preguntó Elliot, intentando sonar despreocupado.
Blake lo miró por un momento, sus ojos oscuros y misteriosos como siempre, antes de asentir lentamente.
—Lo estoy. Pero debes saber que, una vez lleguemos allí, puede que las respuestas que encuentres no sean las que esperas.
Elliot frunció el ceño. ¿A qué se refería Blake con eso? La advertencia parecía tan enigmática como el propio fantasma.
—Lo que sea que encontremos, lo enfrentaremos juntos —dijo finalmente.
Blake no respondió, pero una ligera sonrisa cruzó su rostro antes de desvanecerse.
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El camino hacia el río era más largo de lo que Elliot recordaba. Él y Blake caminaron en silencio, cruzando las calles tranquilas hasta llegar a los márgenes del bosque. Elliot había estado allí muchas veces antes, pero hoy todo parecía diferente. Las sombras de los árboles eran más largas, las hojas más oscuras, como si el bosque los observara con expectación.
Cuando llegaron al río, el agua corría lentamente, su superficie reflejando el cielo nublado. El puente que Blake había mencionado en su historia seguía allí, antiguo y desvencijado, como si hubiera estado esperando. El lugar emanaba una sensación extraña, casi como si el tiempo se hubiera detenido.
—Aquí es donde ocurrió —murmuró Blake, sus palabras arrastradas por el viento.
Elliot miró hacia el puente, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda. El lugar de la muerte de Blake. El aire se volvió más frío de repente.
—¿Qué recuerdas de esa noche? —preguntó Elliot.
Blake se acercó lentamente al borde del río, su figura apenas perturbando el ambiente. Por un momento, parecía más tangible, como si el lugar le devolviera fuerza o memoria.
—No mucho —respondió finalmente—. Caminaba por aquí, sentía el peso de algo importante en mis manos. Luego... una sombra. Alguien me empujó. Caí al agua. Sentí el frío... y luego, oscuridad.
Elliot tragó saliva. Esa breve descripción le dejaba con más preguntas que respuestas. ¿Qué era esa "sombra"? ¿Quién había empujado a Blake?
—Tiene que haber algo más —insistió Elliot—. No puedes haberte ahogado sin más. Alguien debió haber estado involucrado.
Blake lo miró, sus ojos llenos de tristeza.
—Lo sé. Pero no puedo recordar más. Es como si mi mente se negara a revivir ese momento.
Elliot miró a su alrededor, buscando alguna pista. Todo lo que veía era el río tranquilo, el puente antiguo y el bosque silencioso. Pero entonces, una idea cruzó su mente.
—¿Y si intentamos recrear esa noche? —sugirió—. Tal vez, si te pones en la misma situación, podrías recordar algo más.
Blake lo miró con duda.
—No sé si eso funcionará... y además, ¿qué tal si no me gusta lo que recuerde?
Elliot se acercó a él, su determinación firme.
—No podemos seguir con dudas, Blake. Si hay algo que necesitas saber, tenemos que descubrirlo, aunque sea difícil. No estarás solo. Estoy contigo.
Blake lo observó en silencio, y luego asintió, aunque sus ojos seguían reflejando un miedo que Elliot no había visto antes.
—De acuerdo —susurró—. Pero si algo sale mal, prométeme que me dejarás ir.
Elliot, sorprendido por la petición, dudó. Pero asintió.
—Lo prometo. Pero no dejaré que te vayas si no es absolutamente necesario.
Blake, con una sonrisa triste, se posicionó en el mismo lugar donde había estado aquella noche. Elliot retrocedió unos pasos, observando cómo Blake cerraba los ojos, concentrándose en el pasado.
Por un momento, todo permaneció en calma. Pero entonces, el ambiente cambió. Las sombras se alargaron, el viento comenzó a soplar con más fuerza, y el sonido del agua se volvió ensordecedor. Blake abrió los ojos de golpe, temblando.
—¡Lo recuerdo! —gritó, su voz rota por el terror—. Alguien... alguien me seguía. Pero... no puedo ver su rostro.
Elliot corrió hacia Blake, quien parecía a punto de desvanecerse.
—¿Quién era? —preguntó con urgencia.
Blake lo miró, sus ojos llenos de confusión y miedo.
—No lo sé. Solo una sombra... una presencia... y luego, nada más.
El misterio continuaba, más profundo que nunca, y aunque no tenían todas las respuestas, Elliot sabía que estaban más cerca de la verdad.
Elliot miró a Blake, quien ahora parecía más frágil que nunca. La desesperación en sus ojos era palpable, como si estuviera atrapado en un bucle interminable de incertidumbre.
—Una sombra... —Elliot repitió en voz baja, pensando en lo poco que tenían para continuar. Esa palabra era como un abismo; no había manera de saber quién o qué estaba detrás.
Blake asintió, aún temblando. Parecía agotado, como si revivir ese momento lo hubiera drenado de energía.
—Hay algo más —murmuró Blake, casi para sí mismo—. No es solo el empujón. Antes de que cayera, escuché una voz. Pero no era clara... era como un susurro, algo que no puedo descifrar. Una advertencia, tal vez.
—¿Una advertencia? —Elliot se acercó más, intentando entender cada palabra—. ¿Qué decía?
Blake se llevó una mano a la cabeza, como si le doliera intentar recordar.
—No lo sé. Es como si estuviera ahí, en la punta de mi lengua, pero cada vez que trato de concentrarme, se desvanece. Solo sé que era importante, algo que me cambiaría... o ya lo había hecho.
Elliot permaneció en silencio. Las respuestas parecían estar tan cerca y, al mismo tiempo, fuera de su alcance. Aún había tanto que no sabían, pero lo que estaba claro era que Blake no había muerto en un simple accidente. Alguien había jugado un papel en su muerte, y esa sombra, ese susurro, era la clave.
—Blake —dijo Elliot, su tono más firme—, si alguien te mató y te siguió hasta ahora, no nos detendremos hasta descubrir quién fue. Pero tienes que confiar en mí, ¿de acuerdo? Juntos podemos hacerlo.
Blake lo miró durante un largo momento. Luego, con un pequeño asentimiento, su expresión se suavizó.
—Confío en ti, Elliot —susurró—. Siempre lo he hecho.
El silencio entre ambos se volvió cómodo, casi reconfortante, mientras observaban el río. Por un instante, Elliot sintió que estaba un paso más cerca de descubrir lo que realmente había sucedido, aunque el camino adelante seguía siendo incierto.
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Más tarde esa noche, Elliot y Blake se encontraban de vuelta en el apartamento, agotados por la tensión del día. Lilith llegó poco después, irrumpiendo por la puerta con su energía habitual.
—¡Chicos! —exclamó, quitándose el abrigo—. ¿Qué he perdido hoy?
Blake desapareció rápidamente de la vista, ya que Lilith no podía verlo, y Elliot no pudo evitar sonreír ante el contraste entre la ligereza de su amiga y la gravedad de todo lo que había sucedido.
—No mucho —respondió Elliot, tratando de sonar despreocupado—. ¿Tú qué tal?
Lilith lo miró con suspicacia mientras se sentaba a su lado en el sofá.
—Sabes que siempre noto cuando me ocultas algo, ¿verdad? Vamos, suéltalo.
Elliot dudó por un momento. Hablar de lo que había descubierto sobre Blake sería complicado, especialmente sin poder mencionar al propio Blake. Además, lo último que quería era preocupar a Lilith, aunque sabía que era inevitable.
—Es solo que he estado... investigando algo —dijo finalmente, sin entrar en detalles.
Lilith lo observó con atención, como si intentara leer más allá de sus palabras, pero luego simplemente asintió.
—Bueno, sea lo que sea, sabes que estoy aquí para ti, ¿verdad? Si necesitas hablar, o si necesitas ayuda... ya sabes dónde encontrarme.
Elliot sonrió, agradecido por su apoyo incondicional.
—Lo sé, Lilith. Gracias.
El teléfono de Elliot sonó en ese momento, rompiendo el ambiente relajado. Miró la pantalla y vio un número desconocido. Frunció el ceño, pero respondió de todas formas.
—¿Elliot? —Una voz profunda y desconocida sonaba al otro lado de la línea.
—¿Quién habla? —preguntó Elliot, desconfiado.
Hubo una pausa antes de que la voz continuara.
—Nos conocemos... o, al menos, lo haremos pronto.
Elliot sintió un escalofrío recorrer su espalda. No había reconocimiento en la voz, pero había algo en la manera en que hablaba que lo inquietaba.
—¿Qué quieres? —preguntó, su tono endurecido.
—Solo una advertencia —dijo la voz, con un toque de diversión—. Ten cuidado en quién confías, Elliot. Las sombras del pasado pueden ser más cercanas de lo que imaginas.
Antes de que pudiera responder, la línea se cortó. Elliot miró su teléfono, con el corazón acelerado.
—¿Quién era? —preguntó Lilith, curiosa por la expresión de Elliot.
—No lo sé —dijo lentamente, todavía procesando lo que había escuchado—. Pero creo que esto es solo el comienzo.
Blake apareció a su lado, habiendo escuchado parte de la conversación. Sus ojos reflejaban la misma preocupación que Elliot sentía.
—¿Crees que...?
—No lo sé, Blake —murmuró Elliot, guardando el teléfono—. Pero alguien sabe lo que estamos haciendo. Y eso no puede significar nada bueno.
Elliot sabía que la sombra de la que Blake hablaba no era solo un recuerdo borroso. Era real, y estaba mucho más cerca de lo que podían imaginar.