Luca, un omega que ha ocultado su identidad en las sombras del crimen de Verona, es descubierto por Alessandro Moretti, el implacable capo de la mafia. Mientras Luca es arrastrado a un mundo lleno de peligro, traiciones y poder, la atracción entre ambos crece, desatando un juego mortal donde el deseo y la protección se entrelazan. En un entorno donde nadie es lo que parece, Luca y Alessandro deberán decidir si su conexión es una fortaleza o una debilidad que los destruirá.
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capitulo 3 :BAJO LAS SOMBRAS DE VERONA
Luca despertó esa mañana con una sensación extraña, una mezcla de inquietud y anticipación. Las cortinas de su pequeño departamento dejaban entrar la tenue luz del amanecer, pero el silencio del exterior no era reconfortante. Habían pasado varios días desde que Alessandro Moretti había intervenido en su vida, transformándola de una rutina predecible a un constante estado de alerta. Y aunque esa cercanía con el capo le había ofrecido una protección que pocos podían siquiera soñar, Luca no podía negar que también lo había sumergido en un mundo mucho más peligroso del que imaginaba.
Desde que Alessandro lo había reclamado como suyo, de forma no oficial pero evidente para cualquiera con ojos, el ambiente en "El Paraíso" había cambiado. Los hombres que antes lo ignoraban ahora lo observaban con sospecha o recelo, sus miradas cargadas de intenciones desconocidas. Algunos incluso le dirigían miradas de envidia o deseo, conscientes de que cualquier avance hacia él sería un desafío directo a Alessandro. Pero si había algo que Luca había aprendido en su tiempo en ese lugar, era que la lealtad en el mundo de la mafia era volátil, y las alianzas podían desmoronarse en un suspiro.
Esa mañana, mientras se vestía para su turno en el club, su teléfono vibró sobre la mesa. El nombre de Alessandro apareció en la pantalla. Desde su encuentro más íntimo, las llamadas del capo se habían vuelto algo frecuente, pero cada vez que sonaba el teléfono, el corazón de Luca latía un poco más rápido, consciente de que cada interacción lo acercaba más a la red de intrigas y poder que envolvía a Moretti.
—¿Hola? —contestó Luca, su voz un poco tensa.
—Luca —la voz profunda de Alessandro resonó al otro lado de la línea, tan firme como siempre—. Hoy no irás al club.
El omega frunció el ceño, sorprendido. A pesar de la protección que Alessandro le brindaba, siempre le había permitido seguir con su vida normal. Era una manera de mantener un equilibrio, de no levantar más sospechas de las necesarias.
—¿Por qué no? —preguntó, sintiendo un nudo formarse en su estómago.
Hubo un breve silencio antes de que Alessandro respondiera.
—Las cosas se han complicado. Hay rumores de que alguien está planeando hacerte daño para llegar a mí. No puedo arriesgarme a que estés expuesto.
Luca sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Sabía que estar relacionado con Alessandro lo convertía en un blanco, pero nunca había considerado que los enemigos del capo actuarían tan pronto ni con tanta audacia. Su mente empezó a correr, recordando los rostros de los hombres que había visto en el club, las miradas furtivas, las conversaciones en voz baja. ¿Había estado en peligro todo este tiempo sin saberlo?
—No quiero ser una carga —murmuró Luca, consciente de que su situación era delicada. Sabía que Alessandro tenía mucho en juego y que protegerlo significaba desviar recursos y atención de asuntos mucho más importantes.
—No lo eres —respondió Alessandro con firmeza—. Pero no dejaré que alguien te use para debilitarme. Ya han intentado otras tácticas antes, y ahora saben que tocarte es la única forma de hacerme perder el control.
Luca permaneció en silencio unos segundos, dejando que esas palabras se asentaran. Sabía que Alessandro tenía razón. Desde que el capo había mostrado interés en él, Luca se había convertido en su punto débil, algo que los enemigos podían explotar. Pero lo que más lo desconcertaba era el hecho de que Alessandro, un hombre conocido por su implacable naturaleza, estuviera dispuesto a arriesgar tanto por él. ¿Por qué? ¿Qué veía el capo en él que lo hacía vulnerable de esa manera?
—¿Y qué hago entonces? —preguntó finalmente Luca, tratando de mantener la calma—. ¿Me escondo?
—No te escondes. Te quedas conmigo —respondió Alessandro, con una certeza que no dejaba lugar a dudas—. Mis hombres vendrán a recogerte en una hora. Te llevarán a uno de mis refugios fuera de la ciudad. Estarás seguro allí.
Luca apretó el teléfono contra su oído, sintiendo el peso de la decisión. Había algo en la forma en que Alessandro hablaba, en la manera en que lo incluía en sus planes, que le hacía pensar que, para el capo, esta no era una relación pasajera. Estar con Alessandro significaba mucho más que protección física. Significaba entrar de lleno en su vida, en sus problemas, en sus batallas. Y, aunque Luca no lo admitiría en voz alta, una parte de él sentía una extraña mezcla de temor y excitación ante la idea de formar parte de algo tan grande, tan peligroso.
—Está bien —susurró, sin estar completamente seguro de sus propias palabras—. Iré contigo.
El sonido de la respiración de Alessandro en el otro lado de la línea fue la única respuesta durante unos segundos, antes de que el capo hablara nuevamente.
—Confía en mí, Luca. No permitiré que te pase nada.
Al colgar, Luca se quedó mirando el teléfono por un momento. Sabía que no había vuelta atrás. Alessandro Moretti era como un huracán: arrasaba con todo a su paso. Y ahora, Luca estaba en el centro de esa tormenta.
Una hora después, tal como Alessandro había prometido, dos hombres vestidos de negro llamaron a la puerta de su apartamento. Luca no reconoció a ninguno de ellos, pero la insignia que llevaban, un pequeño símbolo plateado en sus solapas, lo identificaba como hombres de confianza de Alessandro. Sin decir una palabra, Luca recogió lo poco que tenía, una mochila con ropa y objetos personales, y salió de su pequeño hogar, consciente de que quizás no volvería allí por mucho tiempo.
El viaje fue en silencio. Los hombres no hablaban entre ellos ni con él, pero Luca sentía sus miradas ocasionales a través del espejo retrovisor. Era una sensación extraña, saber que ahora era alguien de interés, que su vida, tan ordinaria hasta hace unos días, había cambiado drásticamente. La ciudad pasó de ser un borrón de luces y calles familiares a un paisaje desconocido mientras salían de Verona y se dirigían hacia las colinas que bordeaban la ciudad.
El refugio de Alessandro no era lo que Luca había imaginado. Esperaba una mansión ostentosa, algo digno de un capo, pero en su lugar, el coche se detuvo frente a una casa modesta, bien cuidada pero discreta. Los alrededores estaban rodeados de árboles, y el aire olía a bosque y tierra fresca. Un lugar perfecto para desaparecer.
Cuando Luca bajó del coche, una figura familiar emergió de la puerta principal. Alessandro, vestido con un abrigo oscuro y un cigarro en la mano, lo esperaba en la entrada. Su porte imponente parecía fuera de lugar en ese entorno tranquilo, pero la mirada en sus ojos era inconfundible: preocupación.
—¿Estás bien? —preguntó Alessandro mientras se acercaba a Luca, con una suavidad que pocas veces mostraba en público.
—Sí... supongo —respondió Luca, aunque el nudo en su estómago no había desaparecido.
Alessandro asintió, lanzando una última mirada a sus hombres antes de que estos se retiraran. Cuando estuvieron solos, Alessandro lo guio hacia el interior de la casa. El lugar era cálido, acogedor, un refugio que parecía ajeno al caos del mundo exterior.
—Este lugar es seguro —dijo Alessandro mientras cerraba la puerta detrás de ellos—. Nadie sabe que estás aquí. Nadie puede encontrarte.
Luca miró a su alrededor, sintiendo una extraña mezcla de alivio y claustrofobia. Había esperado que la seguridad le brindara paz, pero la realidad era que estar aquí lo hacía más consciente de lo frágil que era su situación.
—¿Cuánto tiempo tendré que quedarme aquí? —preguntó Luca, su voz revelando su preocupación.
Alessandro lo miró con seriedad antes de responder.
—El tiempo que sea necesario..