Susana caminaba esa mañana en la playa en la cual apenas apuntaba el alba, pero una silueta tirada le llamo la atención, al parecer era una mujer con largos cabellos negros, pero al acercarse, se dio cuenta que era una sirena con diversas heridas en el cuerpo, que apenas lograba respirar.
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Una visita inesperada
-Ya estamos en mi ciudad natal, mi pequeño Darío, aquí viví con mis padres los primeros años de mi vida en lo cual fui feliz hasta que decidieron divorciarse, el lugar es maravilloso - decía Susana mientras estaba sentada en el auto que la había venido a buscar.
Darío estaba en el regazo de Susana, y observaba a está sintiendo el calor maternal.
El bebé se sentía amado y protegido.
Sin embargo el sonido del mar ya no llegaba a sus oídos.
Y eso lo empezaba a poner inquietó.
El aroma era diferente y los sonidos alrededor también.
Todo el viaje habia sido algo incómodo con el pequeño.
Sin embargo por fin habían llegado a la residencia, en lo cual estaba un mayordomo, una ama de llaves, la mucama, la cocinera, el jardinero.
Al entrar estos le dieron la bienvenida a la señora Susana Gali.
Susana Gali, la hija rebelde había regresado a su residencia.
Su madre al enterarse que esta había vuelto, quería saber el motivo de que Susana Gali hubiera regresado a la residencia.
Un día después de que Susana estuviera acomodada y llevando en brazos al pequeño Darío a todas partes, sin dejar que ningún sirviente lo tocará.
Recibió la visita inesperada de su madre, Electra.
-Querida hija mía, dame un abrazo, que alegría verte de nuevo en casa.- dijo Electra al ver a Susana que traía en brazos a un pequeño.
-¿Acaso el bebé es de ese Rodrigo?
¿Te hizo daño?
¿Por eso volviste a casa?
¡Por eso mismo me opuse a tu relación con él!- Dijo Electra que no sabía nada de lo que había pasado, Susana no tenía una buena relación con su madre.
-No madre, Rodrigo no me dejó, solo falleció.
Y el bebé es de Él.
De mi amado Rodrigo.- Expreso molesta Susana al escuchar a su madre.
-No lo sabía...
Una viuda joven...
No te preocupes Sebastián aún está soltero y te aseguro que sera un excelente padre para mí nieto.
Hay que hacer un evento, por su nacimiento y claro buscar un prestigioso nombre para el pequeño - dijo Electra sin tacto, hacia los sentimientos de su hija Susana.
-No madre, mi hijo se llama Darío y le he puesto mi apellido de soltera.- dijo Susana molesta a su madre.
-Dario Gali... ¡Ese nombre! 📛Podias escoger uno mejor, por qué ahora tengo que pronunciar ese nombre cada vez que le hablé a mi nieto.
Sabes que detesto todo lo que tiene que ver con tu padre.- refunfuñó la señora Electra.
-Tendras que acostumbrarte Madre - dijo Susana sarcásticamente.
- Mientras piensas mejor sobre esa decisión de lo del nombre,dejame cargar a mi nieto- dijo Electra y se lo quitó a Susana de los brazos.
Lo vio fijamente, Electra.
- Pues es muy guapo para que su padre sea Rodrigo, es un Adonis, una belleza fuera de este mundo - decía Electra fascinada con el bebé.
-Dejá de decir tonterías madre- dijo Susana al escucharla.
-Es la verdad, el niño es una hermosura, aunque el nombre no le queda...- dijo nuevamente Electra.
-Madre, no pienso cambiar el nombre, será Darío Gali, aunque a ti no te guste.- dijo Susana molesta.
Sin embargo el bebé, se portaba bien en los brazos de Electra, hasta parecía que sonreía cuando está le hablaba.
-¿Madre, como va la compañía?- dijo Susana repentinamente.
-La compañía está bien...- dijo su madre Electra sin voltear a verla.
-Mañana pienso ir, tengo ciertos proyectos para la empresa - dijo Susana esperando una reacción de su madre.
-¿Vas a dejar solo al pequeño? Estás recién parida, y ya piensas dejar solo a mi nieto.- contesto Electra.
-No, pienso llevar al bebé conmigo, solamente voy a mi oficina, que espero que esté desocupada.- dijo Susana viendo a su madre seriamente.
-Tu oficina...
Muy bien, entonces mañana puedes visitarnos, por cierto te traje una niñera calificada- dijo Electra mientras señalaba a una mujer que estaba parada detrás de ella.
- No la necesito, gracias madre.
Ya tengo una de mi entera confianza - dijo Susana.
Electra la miró fijamente.
-Te refieres a Yolanda, tu niñera, esa mujer solo te enseño a desobedecerme, realmente yo no la recomiendo para criar a mi heredero- dijo Electra.
-Pues aunque no te guste, es mi decisión quién está cerca de mi hijo - dijo Susana con firme temple.
Electra suspiro, y le entregó el bebé a Susana.
-Me retiró, mañana te veo en la oficina - dijo Electra de los cuál salió de la residencia junto con la niñera que había traído, ascendió a su automóvil.
Susana respiro aliviada, la parte difícil ya había pasado, cuando más tarde llego la visita que estaba esperando, se trataba de Yolanda,
a la que consideraba una segunda madre.
Susana, Darío y Yolanda, pasaron juntos toda la tarde en la recámara, donde por fin pudo llorar sin sentirse mal.
Sabía que Yolanda era tan discreta, además nunca revelaría nada de lo que ella le contará.
Pero el asunto de que el bebé que traía provenía del Mar, eso no se lo reveló.
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Al día siguiente Susana estaba lista para ingresar a la compañía, cuando la vieron el rumor se esparció rápidamente en todo el lugar que la señora Susana había regresado.
Está caminaba con temple, con un traje blanco y blusa negra.
Cargando a su bebé, y con la niñera Yolanda a un lado.
Al ingresar a su antigua oficina vio que este había cambiado, su madre se lo había cedido a una de sus sobrinas que trabajan en la compañía, pero al regresar Susana la tuvo que cambiar a una oficina más pequeña.
Cosa que realmente no le agradó a esta última.
Susana, al verlo empezó a pedir que retiraran ciertas cosas, realmente lo quería tener como solía ser.
El apequeño lloraba, los sonidos eran diferentes.
Susana sacó su dispositivo móvil, busco melodías que tuvieran sonido del Mar, eso hizo prácticamente que el pequeño se tranquilizará y poco a poco se quedará dormido.
- Realmente es como su abuelo, se ve que el Mar es parte también de él.- dijo la niñera Yolanda al ver al pequeño.
-Si, Nana.
Por eso le puse el nombre de mi padre.
Él realmente lo amaría, desgraciadamente falleció.- respondió Susana nostálgicamente.
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Me tenías triste pensé que nos habías abandonado